CAPÍTULO 1

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NINAT'T

El viaje hacia las regiones volcánicas de Pandora era difícil; los peligros que nos esperaban eran desconocidos ya que hace un largo tiempo que ningún na'vi se aventuraba tan lejos, pero podríamos contra cualquier obstáculo, de eso no tenía ninguna duda.

Marcharnos del bosque fue duro; no solo tuvimos que dejar a nuestro pueblo en un momento tan crítico, si no que tuvimos que dejar a nuestra hija ya que traerla a un viaje tan largo y peligroso no era una idea que pudiéramos considerar, pero si bien estábamos tranquilos al dejarla con Mo'at, quien era la abuela de Neteyam, aun así, nos dolía mucho estar lejos de ella.

Siendo completamente honesta irnos nuevamente del bosque fue doloroso, en especial por como estaba la situación con la guerra, pero era algo que teníamos que hacer y debíamos confiar en que podrían resistir hasta nuestro regreso; la alianza era fuerte, los líderes estaban unidos y tanto mis padres como los de Neteyam mantendrían un contacto estrecho con los Olo'eyktan de los diferentes clanes del bosque por lo que teníamos que confiar en que sabrían enfrentar cada problema y ganarían tiempo hasta que pudiéramos volver.

Neteyam y Lo'ak iban cada uno en su Ikrán, mientras que Tsireya iba conmigo, pero por más que quisiéramos continuar el viaje de largo para ahorrar tiempo, pronto tendríamos que detenernos, tanto para que los Ikráns descansaran como para asegurarnos de estar siguiendo el camino correcto; además, pronto tendríamos que iniciar con el entrenamiento de Lo'ak y Tsireya, porque de ninguna manera íbamos a permitir que fueran vulnerables, en especial teniendo en cuenta el lugar al que nos dirigíamos, así que en cuanto el sol desapareció, nos detuvimos en una muy pequeña isla deshabitada y mientras que Neteyam se dirigía al océano junto a Lo'ak para pescar algo para comer, decidí que era momento de impartirle la primera lección de defensa a mi hermana.

Tsireya conocía la base para defenderse, después de todo vivió toda su vida observando a otros entrenar, pero pasar de ser una espectadora a ser quien empuñara un cuchillo era un cambio radical y sí que lo estaba sufriendo; mi hermana podía ser hábil, podía nadar con rapidez y ser ágil al momento de pelear, pero no tenía el entrenamiento suficiente ni la destreza para combatir cuerpo a cuerpo o para portar un arma, además, si algo caracterizaba a Tsireya era su alma noble y su buen corazón; no podía imaginarla empuñando un arma contra alguien y mucho menos acabando con una vida, pero a pesar de que no estaba segura si algún día lo haría, tenía que prepararla por si llegaba ese momento, porque estábamos en guerra y nos dirigíamos hacia un territorio peligroso, en busca de uno de los clanes más despiadados de los que había escuchado; así que no había otra opción, mi hermana tenía que aprender a mantenerse a salvo.

Antes de todo esto, siempre quise que mis hermanos estuvieran lejos de la guerra; quería que mantuvieran su niñez intacta; los quería a salvo, lo más lejos posible del peligro y en parte fue por eso que me marché al bosque en primer lugar, ya que aunque en ese momento la guerra aun no había llegado hasta el arrecife, estaba segura que tarde o temprano llegaría y prefería marchar hacia el bosque y esforzarme por detener a las personas del cielo, que simplemente quedarme sentada sin hacer nada, esperando a que un día vinieran a mi hogar a destruirlo todo.

En el pasado, siempre deseé que mis hermanos no tuvieran que pasar por el dolor de la guerra; no quería que presenciaran la muerte, la destrucción y la devastación que yo tuve que ver, pero durante este corto tiempo en que Neteyam y yo volvimos al bosque, nuestros hermanos tuvieron que vivir de primera mano lo que significaba la guerra y el dolor que causaba; no solo vieron la muerte de muchos Tulkun y la muerte de muchos na'vi de nuestro pueblo, si no que sufrieron en su propia piel las heridas de la guerra y aunque ni Tsireya ni Lo'ak hablaban sobre como fueron capturados o las torturas por las que tuvieron que pasar, solo hacía falta verlos por un momento para saber con certeza que ya no eran los mismos y que ya no volverían a ser esos niños soñadores que nadaban sin preocupaciones; ellos ya no eran los mismo, así como Neteyam y yo, tampoco lo éramos.

NUESTRO MUNDO (Neteyam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora