02

303 40 0
                                    

ChanYeol supo que SeHun era serio cuando SeHun realmente se sentó a tomar el tiempo, y desperdició el primer minuto en intentar convencer a SeHun de que permitiera a su madre y hermano venir con ellos.

SeHun ni siquiera se movió. No quería a Haneul o Mingyu dentro de su manada por ninguna razón, y el reloj seguía corriendo. Cuando uno de los otros betas crujió sus nudillos, ChanYeol supo que el hombre sólo estaba esperando el momento para arrastrar a ChanYeol de los brazos. Por esa razón, corrió subiendo las gradas apoyado por Mingyu, tomó su bolso de
gimnasio y lo llenó por completo con sus cosas como ropa, libros, su computadora, celular y tablet, básicamente cualquier cosa que creyó necesitaría en el tiempo que no estuviera. Mantuvo la esperanza de que SeHun no le botara ninguna de sus cosas cuando viera que todas olían a Mingyu.

Haneul se negó a lavarle la ropa desde que tuvo diez años, pero Mingyu pasaba en el cuarto de ChanYeol de tiempo en tiempo.

―Es tiempo ― dijo el beta desde las escaleras, era el que estuvo sosteniendo a su madre. ChanYeol se sobresaltó, pero logró cerrar su bolso en el momento justo, la tela del bolso de gimnasio parecía que iba a reventar.

―Estoy listo, sólo déjame cerrar mi puerta antes de irnos.― respondió.

―Baja las escaleras, ahora ― dijo el beta.

Las orejas de ChanYeol su agacharon, pero no porque fuera reprendido.

Este seguía siendo el lugar donde vivía y no quería que su madre entrara y vendiera hasta la última de sus cosas.

―Dije que sólo voy a cerrar la... Hey! Bájame! Detente!―ChanYeol gritó mientras el beta lo tomaba de la cadera y lo lanzó sobre su hombro, con bolso y todo, como si no pesara nada. Para ser un beta del tamaño de este, era probable que fuera la verdad. ChanYeol era tan malditamente pequeño de sólo cinco pies con cinco.―¡Dije que me bajes!― Gritó y agarró lo que pudo de sus cabellos y tiró de ellos.

Recibió un duro golpe en su trasero por eso, no hubo amor en eso. ¡Dolió como el infierno!

―¡Auch!― ChanYeol gritó.

―Vuelve a tocar mi cabello y te haré más que eso, defectuoso.

ChanYeol quedó completamente inmóvil con el insulto, dicho como un insulto, o algo sucio. Sólo su madre le llamaba así, o Mingyu y Jaehoon cuando eran jóvenes y pensaban que molestarlo era divertido. La palabra lo detuvo de inmediato. No se quedó flojo en el hombro del hombre ni nada, pero dejó de luchar. Esto iba a pasar. Dejaría atrás su vida, y todo lo que conocía para ir a una manada que en todos esos años no lo habían querido. No tenía idea de por qué, pero sabía que no quería irse. Al menos Mingyu lo quería y quería que estuviera alrededor, aún si su madre no.

―¿Qué está pasando ahí?― La voz de Mingyu llamó cuando el beta comenzó a bajar las gradas. ―¿Por qué mi hermano está en tu hombro?

―Ese ya no es tu asunto, nunca más,― dijo el beta.

―JongIn, modales,― SeHun dijo ―al menos compórtate hasta que salgamos de su casa.

―No puedes llevártelo.― dijo Haneul―Es parte de mi manada. Tú nos expulsaste. Tienes que llevarnos contigo.

ChanYeol sólo vio a SeHun rodearla porque JongIn siguió caminando, dándole una buena vista de la furia en el rostro de SeHun.

―No te tomaría en mi manada, aunque fueras la última mujer lobo en el planeta.― él gritó, garras sangrientas brotando de sus dedos, y entrando por los poros de su piel. Era una aterradora señal, y él quería a ChanYeol en su manada. ¿Para qué?

―¿Podremos verlo otra vez?― Mingyu demandó, manteniéndose firme frente a un hombre que probablemente pudiera matarlo si quisiera.

―Nunca más. ―SeHun gritó, y aunque ChanYeol era llevado fuera de la casa pudo escuchar las cosas que le gritó a su hermano, las orejas sobre su cabeza se levantaron. ―No habrán llamadas. Ni cartas, ni emails. Él es mío ahora.

ɪ.ᴡ.ᴛ.ʙ.ʏ || 𝑠𝑒𝑦𝑒𝑜𝑙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora