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—¿Por qué la guitarra? —preguntó la mayor mientras veía a la menor entrar a la habitación con dicho objeto, y sonrió al verla sonreír—. Dime, Chonyon...
—Es una sorpresa de algo que he querido hacer hace tiempo —admitió, sentándose frente a ella. La azabache notó un regalo envuelto. La miró fijamente.
—¿Y lo harás ahora? —Jeongyeon asintió mientras carraspeaba y comenzaba a tocar, haciendo que Nayeon la viera fija. Le sonrió al escuchar.
Jeongyeon había escrito esa canción desde hace un año porque quería confesarse a Nayeon pero no pudo porque ese día le había dicho que le gustaba Hirai Momo, así que la guardó y según ella, la mejoró en esos meses para poder confesarse luego de que la rubia no aceptara ni correspondiera a Nayeon.
Nunca pasó, hasta ese día.
Desde hace dos días dieron de alta a Nayeon en el hospital pero tendría que estar en reposo en su casa, así que Jeongyeon había ido todos los días para verla y ese día eligió el cantar. Ella conocía la letra, al derecho y al revés, sabía de lo que iba y sobre todo, el sentimiento con que iba.
Aunque era una linda y tierna melodía sabía que su letra estaba llena de miedo al rechazo y puede que sea hasta triste porque vio a su amiga alzar sus cejas y que sus ojos comenzaron a lagrimear, que sus manos fueron a su boca y se quejó por el movimiento, pero seguían ahí, y que comenzó a llorar. Jeongyeon no quería que pasara eso, por lo que dejó de tocar y se acercó a ella preocupada, tocando su hombro sano.
La miró preocupada.
—¿Qué pasó? ¿No te gustó? Na...
—La cafetería y el café en tus pantalones, la vez del uniforme de gimnasia, la vez de la lluvia, Yeon... todo eso pasó hace más de diez meses... ¿Cuánto tiempo? —la castaña sólo miró el suelo, apenada, pensando que era una rara por guardarse esos sentimientos por mucho tiempo pero la mano sana se dirigió a su rostro, acariciándolo preocupada—. ¿Cuánto llevas sintiéndote de esa forma? ¿Cuántas veces te reprimiste de decirlo?
Jeongyeon no despegó su vista del suelo porque recordó la vez de la lluvia, y sonrió, pero luego sonó su nariz y notó que comenzó a lagrimear.
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