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Tres años después

Xiao zhan ahora era el modelo principal de la empresa de Kuan, pues sin duda las ventas y negocios habían aumentado  después de que zhan saliera en un par más de revistas.

Sin duda, Zhan era un hombre maduro y atractivo, tenía una hija de cuatro años preciosa y sin contar que los pretendientes subieron como las ventas de sus revistas y marcas promocionales para la compañía.

Estaba feliz y estable y aunque tendría uno que otro choque con su ex novio, todo estaba bien, no le daba importancia porque a tales alturas, en realidad, ya no la tenía, Yibo podra ser el mayor inversionista en la compañía a la cual trabaja pero trabajo era trabajo y en lo personal a él no le gustaba combinar cosas externas en horario laboral, mucho menos sabiendo que aquel intruso andaba por ahí, a escasos pasos.

Después de aquel pequeño accidente, admitía que le había dado tremendo miedo, pero pasará lo que pasará el lo afrontaría, por su hija, por su estabilidad y sobretodo por su felicidad.

Admitía que le ponía nervioso cuando las sesiones fotográficas para las revistas de Yibo no lo ponían nervioso, pues claro que lo hacía, siempre fue débil a su mirada gélida y a la forma en que parecía aún verlo con una pizca de confrontación, la cual, zhan no estaba dispuesto a perder.

Admitía que le ponía nervioso cuando las sesiones fotográficas para las revistas de Yibo no lo ponían nervioso, pues claro que lo hacía, siempre fue débil a su mirada gélida y a la forma en que parecía aún verlo con una pizca de confrontación, la ...

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Hace dos años que pasó lo que menos deseaba, conocerla.

Había pasado mucho tiempo en la compañía de Hai Kuan y sabía perfectamente que no era simplemente por trabajo, pues últimamente veía muy de lejos a cierta persona, que, aún que sabía que lo había perdido, también sabía que lo amaba con todo lo que tenía, amaba verlo convivir y sonreir con los demás, amaba verlo correr al salir del trabajo por qué seguro amaba llegar a casa donde al menos el si tenía quien lo esperase, últimamente le molestaba que A-Kuan había abierto un tipo de guardería para los padres y madres que ciertos días no pudiesen dejar a sus hijos en escuelas, casa o con alguien que cuide de ellos, por lo que sabía que tarde o temprano, tendría que pasar, ver a todos los padres cuidar y mimar a sus hijos le removían algo en su corazón y mente, pero probablemente nunca lo admitiría.

Seguía siendo estúpido, pero todo cambio cuando un día llegando a la oficina de kuan, vio a este cargando a una pequeña, la niña reía mientras kuan la levantaba por los aires y la llenaba de besos, se había preguntado si sería una sobrina o algo por el parecido, pues el aún no estaba casado ni tenía hijos de por medio, así que decidió no interrumpir, se dió media vuelta para ir a la cafetería por un café.

Tomo asiento en una de las mesitas y tomo tranquilamente su café, mientras inconscientemente imaginaba como hubiese sido si tan solo no los hubiera abandonado, cómo sería la etapa de papá y del embarazo completo, seguramente zhan hubiese tenido antojos raros y posiblemente se enojaría por todo, tal vez el sería un padre sobreprotector y consentidor hasta el cansancio, pero eso jamás lo sabría, porque solo era eso la experiencia que probablemente nunca viviría con quién deseaba haberlo vivido, al percatarse de lo tonto que sonaba y de lo tonto que se veía en su imaginación, tomo camino de regreso a la oficina, sin percatarse al dar vuelta que una pequeña corriendo en aquel pasillo chocará con su pierna.

𝙑𝙚𝙣𝙜𝙤 𝙥𝙤𝙧 𝙚𝙡𝙡𝙖. [𝙔𝙞𝙯𝙝𝙖𝙣]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora