IV

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Shang Qinghua estaba sentado en su oficina del Palacio de Hielo en la Provincia demoníaca del Norte, tan ajeno a todo que hasta parecía sospechoso. Había estado toda la mañana trabajando en un reporte de condiciones de habitabilidad de los nuevos pueblos anexados y le tomaría aún toda la semana los resultados de las encuestas del último censo ordenado. Cerca del mediodía se levantó a estirar las piernas y dirigió sus pasos al jardín de claveles afilados de estalactitas que MoBei había mandado a plantar solo para él. Cuando pasó por el salón principal, cien demonios que habían entrado para una conferencia privada con Su Majestad se echaron al suelo con violencia en reverencia hacia él.

Qinghua estaba acostumbrado a esto, haciendo ondear su capa de piel de oso dragón se sintió genial por la atención recibida y permaneció en el jardín el tiempo suficiente para pensar cómo molestar a Dawang por la noche.

Cuando regresó desandando el camino, los mismos cien demonios volvieron a echarse al suelo suplicando su piedad.

Él no estaba enterado de nada y siguió ignorante el resto de la tarde. Creyó que MoBei Jun tardaría bastante en llegar así que dejó que un séquito de demonios entrara a revisar cada rincón de su oficina pero le pareció extraño que su rey aún no hubiera despachado ni un solo demonio en la sala de conferencia. 

Entonces vio que no habían venido por una conferencia privada. Eran soldados armados custodiandolo a él, los cien, evitando que cualquier intruso lograra entrar a Palacio por la puerta principal o las ventanas tapiadas desde el exterior.

Shang Qinghua pensó que algo definitivamente no estaba bien y la ausencia de MoBei Jun solo le molestaba así que hizo lo único que podía hacer para animarse. Llamar a Dawang.

—Dawang...

MoBei Jun entró rompiendo la puerta con una sola mano, tanta violencia solo para verse imponente ante los demás y dejó escapar un gruñido de advertencia pero no pudo moderarse. El pelo de su nuca se crispó haciendo que su melena se levantara en advertencia. La guardia personal de Shang Qinghua se disolvió rápidamente ante la mirada atónita de éste y MoBei Jun comenzó a girar alrededor suyo caminando en cuatro patas como un energúmeno.

Qinghua nunca lo había visto así. Tampoco quería hacerlo, levantó un poco más los documentos de su mano para bloquear la vista. Que vergüenza.

Pensó que definitivamente algo estaba mal en la mente de Dawang y no era su celo típico. Ahora había partido la misma puerta que antes había mandado a custodiar y no parecía para nada avergonzado por ello. Volvió a mirarlo, Dawang seguía deslizandose a su alrededor marcando con sus pasos todo el lugar, el aroma a vainilla y chocolate fundido que tanto amaba Qinghua y luego se detuvo para orinarlo.

Ah, desgraciado.

—¿Qué pasó, Dawang? Realmente no me importa 

—¡Shen Qingqiu...!

—¿Qué pasó con él?

MoBei abrió los ojos rojos (solo podía cambiarlos cuando todo su qi amenazaba con escapar de su cuerpo):

—¡Shen Qingqiu fue secuestrado!

—Oh ¿y me importa porque...?

—¡Ahora solo quedas tú!

Ah. Shang Qinghua no pudo decir que estaba sorprendido, es más definitivamente no estaba sorprendido. Solo era cuestión de tiempo para que alguien más apareciera y reclamara la humanidad inmortal del hermano Qingqiu. Probablemente no fuera más letal que Jushang y éste terminara volviendolo polvo por atreverse a raptar a su esposo, pero se había animado a la aventura wow. Felicitaciones por eso. Quizá estuviera dando una probada al hermano Qingqiu en este momento y el hermano Qingqiu estuviera disfrutando esta aventura.

—Jushang debe estar muy alterado.

¿Solo Jushang? Todo Cang Qiong estaba ardiendo en llamas, abriendo abismos interespaciales y lanzando dinamita a entidades espirituales.

Todo por Shen Qingqiu.

Qinghua no podía estar celoso porque no podía estar celoso. El sentimiento no podía salir de su cuerpo de ninguna manera. Sha Hualing había tocado su mano y luego apuñalada por Dawang, había corrido a presumirles a todos su hazaña. Liu Qingge, que había sido golpeado en la cabeza por el fan de Shen Qingqiu, atravesó la barrera de hielo erigida por Dawang y llegó hasta la habitación principal de Qinghua para arrojarle una cobra de nieve manchada muerta en la cama. La porquería pesaba más que MoBei, incluso MoBei tuvo que hacer un gran esfuerzo para arrastrarla lejos. Shang Qinghua había quedado muy complacido por el anhelo de Liu Qingge. Se necesitó tres días de papapa para dejar a MoBei Jun convencido de que Qinghua no pensaba cambiarlo por nadie más.

Ahora que Shen Qingqiu había desaparecido y Jushang estaba devastado, MoBei Jun tendría que esmerarse tres o seis días más para convencer a Qinghua que estaba en las mejores manos. Ni siquiera esperó que repararan la puerta, la capa de piel de oso dragón de Qinghua sirvió de alfombra para que su cuerpo envuelto en vainilla y chocolate, se dejara llevar. El qi explosivo de MoBei se volvió un torrente de placer dentro y terminó dejando a Qinghua llorando y temblando pidiendo más.

En ese momento, sus hormonas se volvieron inestables como él:

—Dawang, si yo desapareciera, tú...

MoBei Jun ni siquiera dejó terminar su frase. Gritó agonicamente. Si Shang Qinghua le faltara, él ¿qué no haría por recuperarlo? ¿que no harían todos?

Realmente el mundo que dejaría no podría ser mundo realmente. Extrañaría tanto su olor que rompería toda la vida, todos los mundos, todas las realidades, solo para traerlo de regreso junto a él.

Shang Qinghua lo pensó bien antes de desmayarse. Sin importar cuanto sufrieran todos por la ausencia de Shen Qingqiu, nadie sufriría más que el pobre diablo que se atrevió a raptar a este Shen Qingqiu.

El último consorte de BinggeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora