VII

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Al anciano pareció desagradable esa afirmación ¿qué se suponía que significaba? ¿Quién se creía este Shen Qingqiu, por más adorable que fuera, para juzgarlo así? Suponer que su felicidad dependía de él ¡No! ¿Por qué lo había traído entonces? ¿Otra pieza para su colección? Él no podía reconocer cuál esposa o tierra o tesoro o batalla le había otorgado más paz. Xin Mo bailó elegantemente cada vez que él triunfaba ¿qué más importaba? El otro Shen Qingqiu escoria fue un juguete bailando bajo sus dedos, le dió satisfacción su fin. Volvio a mirar al nuevo Shen Qingqiu, una carga asesina en sus ojos y su propia marca brillando. Mejor sería que no tentara su buena suerte.

Este Shen Qingqiu no bajó los ojos arrugando la expresión, salivando ni implorando piedad como el otro, este Shen Qingqiu no se arrastró en el suelo sin apéndices desangrándose. Este estaba entero, sus piernas balanceándose elegantes en su trono como si alguna vez hubieran tenido la oportunidad de sentarse en él. Como si estuvieran acostumbradas.

Solo tuvo que mirarlo para entender, este Shen Qingqiu no le tenía miedo.

..............

–Shizun –Shen Qingqiu escuchó su voz antes de verla asomarse y se sintió animado ¡Al fin alguien que sí toleraría ver! Alisó el frente de su ropa y esperó pacientemente que se acercara a la luz para ver en la belleza madura en que se había convertido.

Él tenía expectativas muy altas con Ning Yingying cualquiera fuera la versión que se aproximara. Ciertamente su discípula favorita (quitando a Binghe del medio), perspicaz e indolente, una alfa solitaria, con más juicio que puntería pero de igual manera, digna de todos los elogios posibles que saldrían de su boca.

Ning Yingying no avanzó cuando Shen Qingqiu lo permitió, en vez de eso prefirió esperar prudente que el anciano le permitiera el paso. No tenía permitido hablar siquiera en su presencia mientras la esposa más fuerte aquí lo secundara. Esa era, contra todo pronóstico, Sha Hualing.

Patética.

–Ning Yingying –respondió secamente al verla acercarse con pasos cansinos. Que vieja estaba ¿no era inmortal?

Demonios ¿qué otra noticia de mierda más iban a lanzarle sin prepararlo?

La pesadilla, parecía un despojo de sí misma, caminando con inseguridad, no el paso dominante que había instado a copiar. Se había casado con el anciano Bingge y claramente Sha Hualing la había desgraciado a esposa de relleno, luchando con las otras por las sobras del emperador. Shen Qingqiu pensó al menos que tendría méritos por conocer al anciano de niños pero aquí incluso las esposas de relleno habían tratado de dejarla atrás para mirarlo a él con ojos acusadores y culparlo de la muerte de sus hijos.

Había pensado llamarla "zorra" por casarse con un Binghe solo para romper el hielo, zorra por quedarse con él ¿Ning Yingying y él? Quería reirse de su cara de pánico y vergüenza pero no pudo, sus modales salieron a reflotar a último momento.

–¿Algunos de tus hijos murieron hoy? Mis condolencias, seguro eran buenos niños.

–No, shizun, yo no tengo hijos.

Oh, lo llamó "shizun", que porquería.

–Ah ¿y por qué no? ¿Junshang estaba ocupado metiendo su pene en otra? ¿embarazando a otra? 

Ella negó, pero ¿por qué? ¿porque el pene de Junshang no estaba ocupado o no se había dignado a permanecer lo suficiente en ella para llenarla? ¿No había podido tomar un trozo en algún turno o él prometió el primogénito a otra? ¿Se cansó antes de llegar a ella o se quedó dormido o ella no era lo suficientemente atractiva? ¿Ella no lo encendió? Shen Qingqiu no tenía idea de cómo funcionaban los betas con sus aparatos reproductores truncos sin nudo. Debían ser una odisea de incomprensión.

-Nunca pude.

Shen Qingqiu asintió, los cielos debieron compadecerse de ella. Si hubiera dado un hijo al anciano, ella en su forma tan débil no hubiera podido hacer mucho para protegerlo de la insana codicia de las otras ¿cómo se atrevía a compararse con guerreras fuertes y de gran cultivo espiritual? Una carnicería prácticamente en la cuna a los pies de su cama es lo que habría conseguido, tal vez habría sido despellejada primero y abierto su vientre para acabar con la abominación.

Shen Qingqiu no tuvo palabras para describir lo mucho que le hubiese gustado ver a esta Yingying muerta por haber codiciado un Binghe. Otra vez calló imaginando eso. No podía evitarlo, estar lejos de su Binghe provocaba estas cosas.

Estas cosas formaban parte de su vida diaria pero era letal, allá no tenía competencia. Crecer rodeado de alfas lo había embuido de dureza, falta de calidez, odio hacia la competencia (que no tenía). Su único amigo, Shang Qinghua, raras veces estaba disponible para una charla. Había que arreglar con mucho cuidado una cita, reforzar la seguridad, allanar un camino limpio por donde ni MoBei Jun ni su Binghe chocaran ni entre ellos ni con nadie más.

En las sombras, detrás de un montón de mironas, estaba la otra luz de los ojos de su Cang Qiong. La próxima señora de Pico Xian Shu, Liu Mingyan. Se veía igual que la de su mundo, más ancha quizá, borrosa en los bordes, el cabello algo descuidado, despintada, sin color.

Shen Qingqiu siseó. Este sentimiento era desconocido.

No me digas, no siento estima por tí ¿qué hiciste?

Algo del Shen Qingqiu de este mundo debía estar filtrándose por sus poros porque sí podía sentir rechazo ante la vista ¿o es porque era una beta? No importaba, sabía que la odiaba y no con un odio infantil. Ella había cometido algún acto de traición contra el Shen Qingqiu original y eso era suficiente para desearle el mal a la bastarda.

Bastarda. El nombre se trabó en la punta de su lengua pero no pudo escupir.

-Liu Mingyan -llamó.

Ella no respondió. 

Shen Qingqiu pensó que tendría un rencor contra sí mismo, podría deberse a la obsesión insana que el viejo Binghe parecía sentir por él. A pesar de la cantidad de esposas y concubinas que tal desgraciado había acumulado, a quienes habría prometido tiempo y tesoros, no, ella no sentía encono por ninguna de las otras sino por él ¿Por qué? Shen Qingqiu se lo preguntó al viejo pero el viejo pareció perdido en sus propios pensamientos.

Prácticamente un inútil incluso para despejar sus dudas.

Si había un Liu aquí que pudiera echar luz a esto ese sería Qingge. Ah, él estaría de acuerdo en que todos aquí apestaban.

–Traigan a Liu Qingge –exigió. Esperaba que el anciano ejecutara algún movimiento en contra. Liu Qingge siempre sería su enemigo en cualquier rincón.

Liu Mingyan lo miró, sus ojos como dos brasas.

–Él no puede.

Ah, por favor ¿en serio quería crear suspenso como una villana de bajo coeficiente intelectual? Que lo dijera ya o lo escupiera, lo mismo daba ¿dónde estaba Liu-shidi?

El anciano Binghe pareció regresar de su viaje astral para responder.

-Murió.

–¿Cómo que murió? ¿de qué?

–Lo mataste.

¿A sentones? ¿De qué estaba hablando este idiota?

Su corazón pareció detenerse. Oh.

–Liu Qingge no puede morir.

Pero él murió ¿no? ¿cómo? ¿Era tan débil? ¿Y él lo mató? ¿Por qué? Algo de seguro le habrá hecho.

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⏰ Última actualización: Nov 24, 2023 ⏰

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