El chico que llego a Forks

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Y ahí estaba yo, con mi madre en el aeropuerto.
-Mi amor- dijo ella, -De verdad me gustaría quedarme contigo estos meses, pero enserio no puedo, con esto del embarazo y mi nuevo matrimonio no es nada fácil tenerte aquí conmigo, además, será bueno que pases tiempo de calidad con tu papá, porfavor cuídate mucho y come de todo, dentro de un tiempo estaremos juntos de nuevo-.
Me sorprendía la gran hipocresía de mi mamá, realmente no la culpaba por su embarazo ni situaciones, tan solo podía decirme que yo no le importaba y que su nuevo esposo no quería que viviera con ellos.
Me resigne a contestarle todo eso y terminé asintiendo con la cabeza.
La gente empezó a abordar y finalmente me despedí de mi mamá, aunque trataba de verse triste con mi ausencia, solo era una mala actriz, y en sus ojos se podía ver el alivio que le causaba mi ausencia.
Después de unas horas, mi papá, Stephen, me recibió en el aeropuerto de Washington, ibamos callados en el auto y, a decir verdad, prefiero que sea así, el silencio me da tranquilidad.
Observé por la ventana la lluvia callendo y el cielo nublado, también el hermoso bosque, característico del condado de Forks, de repente mi papá rompió el silencio.
-Has crecido mucho desde la última vez que te vi, yo- emm, lamento estar ausente en estos años y no ir a buscarte con tu mamá Christian.- Dijo el con timidez y lamentado.
-Esta bien pa, enserio. Ahora más que nunca me gustaría vivir un tiempo contigo, digamos que las cosas con el esposo de mamá y el adaptarse a mi no ha ido muy bien.- Le exclamé de manera sarcástica
-Solo dale un tiempo Chris, estoy seguro de que recapacitará las cosas, te la pasarás muy bien aquí, lo prometo.- Dijo mientras me sacudía la cabeza cariñosamente, solté una risa mientras me acomodaba mi cabello nuevamente.
Seguimos el camino hasta llegar a mi viejo hogar.
-Pues.. aquí estamos hijo, remodele un poco la cabaña desde la última vez que viniste, aunque tu cuarto sigue igual, aunque, umm, si no te gusta puedes decirme y lo podemos remodelar, ¿Quieres nuevos posters o algo que te guste?- dijo el de nuevo de forma apenada y con el miedo de decir algo mal.
-Esta bien así pa, enserio gracias- le respondí en un tono tranquilizante, no quería que se alterara mucho ni hiciera mucho por mí.
Bajamos del coche y al ver la cabaña muchos recuerdos vinieron a mi mente, antes solía pasar los veranos jugando a ser un sobreviviente al que lo atacaban los zombies, yo los tenia que derrotar con mi pistola (la cual era un palo de madera), también recordaba como mi papá hacía galletas calientes para cuando decidiera entrar a la casa, era una sensación realmente nostálgica, y la amaba.
Entré a mi habitación y las cosas estaban como antes, una cama cálida, una caja llena de peluches, posters y toda la colección de cómics de "The walking dead", un sombrero de sheriff que de pequeño le robe a mi papá con el cual jugaba a ser Carl Grimes, mi personaje favorito y mi colección de juegos de Silent Hill, efectivamente, estaba en mi hogar.

El claro de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora