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Los ojos de la chica se abrieron despacio y cuando por fin su vista se arregló, miro a su alrededor sin siquiera levantarse. Sus ojos se tomaron con una muchacha de ojos cafés que por alguna razón colocaba paños calientes en su frente. Asustada trato de levantarse, pero se arrepintió al instante.

— Si yo fuera tu me quedaría bien tranquila y no me movería — dijo la chica que se levantó de golpe y arreglo su vestido de color azul oscuro. Se alejo dos metros de la cama y miro un punto fijo sin decir más.

La chica confundida se acomodo tranquilamente en la cama y miro a la chica de ojos cafés.

— ¿Do-donde estoy? — pregunto con la voz totalmente ronca. La chica de ojos cafés la miro y dirigiéndose a la mesita de noche que se encontraba a la cabecera de la cama, tomo un vaso y lo lleno de agua. Se acercó con el y con ayuda de una mano levantó su cabeza para que pueda ella pudiera beber.

Tras tomar el agua sin quejarse, se aclaró la garganta y asustada por la situación volvió a preguntar.

— ¿Dónde estoy? — la chica de ojos cafés se quedó callada unos segundos y tras ver qué la pelinegra delante de ella seguiría preguntando decidió decirle.

— Estás en Downfalls — dice con tranquilidad. La pelinegra arrugó el entrecejo y repitió el nombre en un susurro. Jamás había escuchado de ese nombre, bueno en los momentos en que se encuentra tampoco recordaba mucho de lo que pasó antes de estás divagando en el bosque.

— ¿Por qué estoy aquí? — Preguntó la pelinegra, cuando la de ojos cafés cambio la pequeña toalla por otra caliente y la coloco en su frente.

— ¿No lo recuerdas? — la pelinegra niega — Hmmm, ya veo, en realidad no losé, solo me pidieron que atendiera de ti  — dijo con simpleza, se levantó de la cama y fue directo a la puerta.

— ¡Espera! — Gritó la pelinegra — ¿Cuál es tu nombre? Se que no estoy en condiciones de charlar ni nada, pero cuando me recupere me gustaría agradecerle a la persona que cuido de mi.

— No es necesario señorita — y después de decir eso cerro la puerta dejándola completamente sola sumergida en esta habitación sin poder moverse.

Le hecho un vistazo a la habitación y se dio cuenta de que no era tan pequeña y que a su derecha cerca había un tocador. Cerro los ojos aturdida por no poder recordar que hacía en ese lugar. Trato de hacer que su mente viajará atrás y recordara que hacía aquí.  Fue entonces cuando fragmentos de la noche viajaron por su mente, apretó sus puños y sintió su pecho subir y bajar, sus dedos apretaron la sabanas con angustia. Abrió los ojos de golpe y intento pararse, ahogo un grito haciendo que su garganta pícara. No podía, su cuerpo no reaccionaba. Lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas al pensar que no podría salir de aquí.

No sabía dónde estaba, tampoco sabia si quien la trajo aquí era la persona que la estaba persiguiendo por el bosque y por eso la había secuestrado. No sabía nada y eso la ponía de los nervios.

— Veo que todavía está despierta señorita — la chica de ojos cafés que aún no le había dicho su nombre regreso, acercándose a la mesita de noche a su costado. Tomo un frasco y con una jeringa extrajo parte del líquido que tenía dentro.

— ¡¿Que haces?! ¡Déjame! ¡No quiero que me hagas nada!

La chica se removió en la cama, sin pensar en el dolor y la chica de ojos cafés la miro cansada, como si no le importara colocarle la jeringa o si.

— Si quieres moverte, deberías dejar que te ponga esto — la chica de ojos cafés tomo un algodón y lo mojo con alcohol. Tomo el antebrazo de la chica tirada en la cama y lo humedeció. Tomo la jeringa y la pincho, introduciendo todo el líquido por sus venas.

Inesperado destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora