Madre Verdulina, tú que sufrías por degustar la maternidad, con el tiempo fuiste bendecida por Padre vida, señor de toda la materia y miseria, para estar en este lugar con seres diferentes a ti, y poderlos amar como si fuesen tuyos.
Mujer, que caminas entre las pequeñas construcciones de tus chiquillos y los vigilas con atención. Donde tu vestimenta verdosa a veces incomoda a su transitar, pero aun así te buscan por la necesidad.
Que en la oscuridad del gran espacio, prendes la vela solar para darles calor y usas una jaula con tu saya para mantenerlos en cautiverio, y procurarlos en el invierno. Y qué decir de tus largos cabellos que se confunden con la estela de fuego de los astros incandescentes, los entretiene, y tú no haces más que protegerles.
No llores madre —dicen algunos—, que tus lágrimas caerán y destrozarán todo a su paso.
Hermosa madre, decidiste amar a aquellos que no te aman y aun así, eres feliz.
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Del Arte Gráfico: Sciurus et Cirenses
PoetryArte Gráfico que prende la máquina de la imaginación. El arte que crea arte.