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En el diccionario que encontré en la casa de mi padre, aquel libro tan viejo de hojas rasgadas y tapa afectada por el paso de los años, asegura que la palabra quietud significa algo que figura sosiego, tranquilidad, que es un estado espiritual o mental, en el que nos sentimos seguros, con calma, como quién dice tranquilos.

Quietud... ¡Qué buena palabra!, ¿No?

Lástima que yo no he gozado de ella desde hace tiempo.

Es difícil el decirle “adiós” al lugar que te ha visto crecer, a las calles de la ciudad que tanto amas y atesoras, a tu hogar. Por más que solo sea una despedida momentánea, que más que un adiós, solo sea un “hasta pronto”.

Sin embargo, yo lo hice. Aunque no por decisión propia o por querer, por deseo.

Inquietante: adjetivo que señala algo, alguien o alguna situación que logra inquietar.

Quizá esté exagerando, así como lo hice en su momento, es decir, solo me fui de Buenos Aires por un mes.

31 días, 744 horas, 44.640 minutos.

Y sin embargo, solo sentí que estuve un suspiro en Madrid...

No tengo la certeza, dudo constantemente cuando la pregunta renace en mi cabeza: ¿Será que el tiempo que tenía, que teníamos, no fue suficiente? ¿O es que yo no fui suficiente?

Inquieto: dícese de aquellas cosas o personas en la que no se ha tenido o tiene quietud.

Todo, absolutamente todo, en ese triste mes en Madrid había estado mal.

Iniciando por ella, por Clotilde.

Solía pensar que ella, esa joven adulta, había sido el detonante, aquello que provocó el ¡Boom!, lo que tocó el botón que dictamina la explosión; que ella fue la causante de todas mis inquietudes.

Pero no, fui yo misma la que me inquietó.

Inquietar: que molesta, inquieta, que quita el sosiego, que perturba la paz.

Esto no es justo, nada es justo. ¡Solo soy una adolescente de diecisiete años! ¡No debería ser tan complicado todo! O, al menos, así no es cómo lo pintan en las películas.


¿Es tan malo querer vivir una, querer sentir cómo tus sentidos se agudizan, cómo tu pulso se acelera, tus labios cosquillean, o cómo tu respiración se vuelve errática; por más de que tú seas consciente de que no sientes nada por esa persona?


Ansiaba tanto saber si el amor existe, o si es solo una farsa... Que hice cosas estúpidas, inclusive, sigo haciendo cosas estúpidas. Lo único que me reconforta es saber que estoy en el momento correcto de tomar decisiones estúpidas, de ser tan estúpida cómo se me plazca, de decir estúpidas, cuántas veces quiera sin parecer estúpida.

Pero hay una fina línea que separa lo estúpido de lo demente, que ni el más de los adolescentes se anima ni debe traspasar. Esa barrera que dicta <<ya es hora de crecer>>.

Yo sé que la estoy traspasando, si no es que ya lo hice. Sé que me voy a arrepentir de hacerlo toda mi vida, que quizá esta sea la estupidez más grande que llegue a hacer en ella.

Pero no me importa.

Hay algo mágico que me lleva a esto: a llamarla, a buscarla, a insistirle. Algo que no me deja aceptar que esto terminó. Algo que me dice que, en efecto, lo nuestro no ha llegado a su fin. Algo que me prohíbe a dejarla ir.

Algo que me suplica de rodillas <<Ve por ella, regresa a tu Madrid...>>

Inquietud: sentimiento o estado de estar; conmoción, alboroto, caos.

Inquietudes En Madrid [REPUBLICANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora