Karen.
—Todo estará bien, Karen —me dijo, ya cansada de repetir sus palabras—. Tampoco es que será por siempre, es solo un mes.
<<Un mes>> repetí desanimada para mis adentros.
—Lo dices como si fuera fácil.
—Es que lo es —contradijo—, tú eres siempre la que hace las cosas complicadas. Deja de ser tan dramática, amiga.
No recuerdo con exactitud cómo había fluido el resto de la conversación. Lo único que sí logro recordar en estos momentos, es que la llamada no se prolongó por mucho más tiempo. Soltamos dos o tres comentarios más, y luego Paula cortó porque debía de ir a ver a su madre.
Cuando la voz se mi mejor amiga se había apagado, me sentí todavía más perdida entre esas calles desconocidas.
Había llegado hace unas cuántas horas a Madrid. Gustavo —mi padre— se había esmerado en hacerme sentir cómoda y en casa, sin embargo, no era muy bueno lográndolo.
Él y mi madre llevan divorciados hace lo que parece una eternidad. Gustavo la engañó en uno de sus tantos viajes como futbolista profesional. Mamá se enteró por esos tantos programas de chismes que dan en las tardes, y bueno, le terminó.
Yo me quedé con ella, por supuesto. Nunca fui muy cercana a mi padre. Por eso y con más razón me había sorprendido cuando ese año me propuso ir con él a España, donde vivía entonces, para pasar juntos el último mes de mis vacaciones de verano; para conocernos y el uno tener la oportunidad de conocerlo de verdad al otro.
Iba a decirle que no, siendo honesta. No me entusiasmaba mucho la idea de pasar tanto tiempo a solas con él, sin embargo, hubo algo en su mirada que me impulsó a no negarle. Un algo que me decía y rogaba "dame otra oportunidad para ser ese padre que nunca fui ni que me esmeré en ser".
Y, bueno... ¿Qué seríamos los seres humanos sin segundas oportunidades?
—Oh —murmuré, cuando mis ojos se encontraron con un precioso parque, lleno de verde, pero vacío. De seguro que esto último por la hora, era por poco y las doce de la noche.
Gustavo no sabía que había salido. Yo no podía dormir, se me había hecho imposible. Y en todo el día no había salido de la casa de mi padre, yo quería... ver.
Y sí, me había escapado por la ventana de mi cuarto.
—"Plaza San Juan de la Cruz" —dictaba un cartel en el lugar.
El parque infantil era bastante impresionante, tenía unas flores preciosas de ese color entre amarillo y anaranjado, había muchos arbustos y árboles cuyos nombres desconocía y desconozco. A todo rincón lo acompañaba esa sombra, la sombra y la marca que dejan las sonrisas y las risas grabas en un lugar. No era difícil de adivinar que ese parque era bastante concurrido por niños de día.
Procuré sacar bastantes fotos. Para Paula y para mamá.
Cuando mi mirada posó en una fuente, la más majestuosa que encontraría en todo Madrid, fue recién entonces que mis pies se detuvieron y mis brazos bajaron con mi teléfono en manos.
Me acerqué sin pensarlo, y tantee mi bolsillo trasero para buscar una moneda y poder lanzarla. Sin embargo, no logré encontrarla.
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Inquietudes En Madrid [REPUBLICANDO]
Teen Fiction> ••• ✓ Sinopsis completa en el interior.