Lucidez

15.

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10/03/2023
Bañándome con la luz de la luna roja me enamoré de un hada que danzaba entre los mechones de mi pelo.
Con su sonrisa cálida y su aleteo constante me mostró las maravillas del bosque que nos rodeaba,
las melodías que ella cazaba por las noches para dedicarle las serenatas más bellas a la luna,
sus aventuras con los insectos y los peces de la laguna,
cómo vivía sus tardes interminables.
Me relató su universo mientras trenzaba mi cabello lleno de dudas y desconcierto;
a decir verdad, comencé a sentirme menos sola a su lado, su luz me deslumbraba.
Me enamoré perdidamente de alguien que es y no es;
me enamoré de su piel lunar y de su aliento floral,
de sus historias milenarias y de su mirada almibarada,
de la caricia que dejaba su danza en mi cabello enmarañado,
me enamoré de su magia.
Ay, si tan solo fuera tan astral como ella,
podríamos envolvernos en los misterios que guardaba la calma del bosque,
danzar hasta la eternidad,
besarla y sentir la magia del viento en mis venas.
Pero aquí me atan la humanidad, violenta e intrascendente, la mortalidad del ser.
Me aleja la literalidad de una caja vacía y oxidada,
y yo la extraño, ilusión mía,
aún no lo sabe,
pero la extraño en mi piel, extraño perderme en ella,
extraño sentir la luna roja ceñida a mis entrañas, como abrazaba mi desnudez en la que ella me contemplaba.
Esa eternidad interrumpida la atesoraré para siempre.
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