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—Venga, arriba Mina —habló su madre.

Abrió las cortinas para que la poca luz de la calle entrara en la habitación y Mina entendiera que era tarde, siempre hacía eso.

—Voy —respondió al sentir las manos de su madre sobre las cobijas, aferrándose a ellas para que no pudiera quitárselas.

—Mientras terminas voy a preparar el desayuno, tu papá te llevará a la escuela hoy, avísale a Momo, por favor.

Eso terminó por despertar a la nipona, ¿Su padre? ¿Llevarla? ¿Qué había pasado?
La conciencia no la dejaba tranquila después de escaparse anoche, ¿Esa era la consecuencia de sus actos?

—¿Por qué? —cuestionó rápidamente, antes de que sus pensamientos comenzaran a atravesarse, unos encima de otros y pronto pareciera una guerra en su mente.

—Quiere pasar tiempo contigo —asintió y con toda la energía que pudo se levantó y comenzó con su rutina diaria hasta que llegó a la mesa para desayunar y encontrarse a su padre ahí, mirándola con una expresión que no pudo leer...

Mentiría si dijera que no estaba angustiada. Normalmente sabe leer bien a las personas, pero en ese preciso instante no podía, y eso comenzaba a frustrarla pues no tenía el control de la situación y detestaba quedarse sin respuestas a lo que sea que se estuviera preguntando. Aunque no estaba segura si no podía leer lo que sea que estuviera en la mente de su padre debido a que era muy bueno fingiendo o porque sus emociones se estaban encargando de hacerle ver cosas que no estaban ahí, o que incluso le ocultaran lo que estaba frente a ella, como una especie de lección por hacer cosas que no debía.

—Más despacio, Mina, te vas a ahogar —regañó su madre al ver la forma de comer de la menor, pero es que estaba demasiado ansiosa como para seguir sosteniendole la mirada a su padre en un intento por descifrar y/o anticipar lo que pasaba.

Pero cuando por fin subió al auto, el señor Myoui le pidió que se colocara el cinturón y dijo algo que hizo a Mina tranquilizarse en un segundo, ahuyentando todos los pensamientos e ideas que hasta ese momento se había hecho.

—No voy a regañarte —soltó una carcajada y encendió el auto, comenzando el camino hacia la escuela.

Mina sintió como el aire regresaba normalmente a sus pulmones, y más fresco, la presión sobre sus hombros se desvaneció y eso provocó un suspiro que no pasó desapercibido por su padre, que volvió a hablar.

—Pero sí quiero hablar contigo sobre algo —asintió con un monosílabo para que su padre supiera que estaba escuchando y no fuera necesario apartar la vista del camino—. Verás, estás en una nueva etapa y habrá demasiados muchachos, así que...

Así que se trataba de eso, pensó Mina.

—Esa plática no, papá —interrumpió. Lo que menos quería era una plática matutina acerca de sexo y métodos anticonceptivos.
Estaba segura que tenía la información suficiente de la escuela, los folletos que había en los hospitales, internet e incluso de sus propias amigas.

—Déjame terminar, es necesario hablar de estas cosas, hija, sabes que a tu madre no le gusta así que me toca a mí —Mina bufó en respuesta pero dejó que siguiera—. Bueno, quiero que tengas cuidado con los chicos, ya sabes, me refiero a las relaciones sexuales, los métodos anticonceptivos que uses y el tipo de hombre con el que te relaciones, estás en completa libertad de escoger, pero solo espero que el afortunado sepa valorarte y respetarte, recuerda que tienes el poder de decir que no en caso de que exista algo que no quieras hacer, ¿De acuerdo?

—Sí papá, lo sé, gracias por el recordatorio —asintió y cuando el semáforo estuvo en rojo, su progenitor abrió la guantera y sacó la nota que había dejado la noche anterior en su escritorio.

Strawberries & Cigarettes [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora