Prólogo

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LA ADOLESCENTE miraba todo, con impacto ante tal escena... Como todo era arrancado de su lado, su madre ahora reposaba sobre un charco de sangre roja, totalmente roja, oscura y líquida que se extendía por cada centímetro del piso áspero.
Ella estaba cúspide de su pena, no podía asimilar lo que sucedía, como todos enloquecían sin sentido, se volvían agresivos y coléricos sin razón, ella no veía la razón de esto ¿Por que todos actuaban tan así de repente? ¿Era acaso una pesada broma? ¿Una Cámara escondida? Rezaba que eso fuera y ella solo estuviera en el suelo para seguir la corriente de la broma.

Venían hacia a ella, como una avalancha de nieve. Coléricos y con ansía de sangre entre sus fauces, aquellas personas sin brillo en su mirar, con cataratas en sus orbes y dientes ensangrentados, productos de su cólera anterior, y aún así ¿Querían más? Hacer más daño del que ya hacían.

Simplemente temblaba, como un conejito asustado tapándose en la falda de su madre -cosa irónica contando que su madre ahora estaba muerta, sin derecho alguno a algún respiro-. No quería aceptar el hecho de que su progenitora ahora estaba en ese frío suelo, simplemente quería recostarse a su lado pero el miedo la invadía cada vez más, tampoco quería morir a manos de aquellas bestias, denominadas muertos andantes sin ninguna vena de sangre caliente corriendo por sus fríos, muy fríos cuerpos.

Pero recordó algo, tenía a su pequeño hermano que tiraba de su brazo con desesperación para irse.

Ella giró su cabeza una vez recobró la conciencia al sentir aquellos tirones violentos, su pequeño hermano tenía gruesas lágrimas corriendo de sus orbes amarillentos, dañando su bello rostro color blanco y puro sin ningún grano debido a su condición infantil. Tan una indudable cara de desesperación en tan linda carita, eso lastimó el pobre corazón ya dañado de nuestra protagonista; (n), quien no se parecía en nada a su pequeño hermano ¿O tal vez sí? -de todos modos, eso es algo que decides-.

No supo en qué momento ya se encontraba huyendo de las bestias coléricas con su pequeño niño en brazos.

¿Qué había sucedido? Hace tan sólo un par de minutos se hallaba en un espectáculo de actuación, observando el penúltimo acto; un niño vestido con una peculiar ropa blanca y sombrero de bufón contaba chistes tontos y algunos no tan tontos con afanes de hacer reír al rey ser despiadado con su gente y ocupado en su vida, buscando una pizca de alegría en las palabras de su bufón quien solo existía para hacerlo reír, salvándolo de su pena al perder a su esposa y de la dura responsabilidad de estar a cargo de un gran reino, vaya que cruel obra ¿No? Ni siquiera parecía infantil.

Todo se había torcido en un segundo cuando el primer grito fue dado al aire y luego otros se sumaron y wow, ahora estaba a la sombra de un gran y frondoso árbol, jadeando por un aire que se le escapaba de sus pulmones.

─¡(n)! ¿¡Estás bien!? ─preguntó exasperado el chico de pelo oscuro, posando sus manos en el regazo de su hermana mayor, preocupado por su estado ¿Y quién no lo estaría? Su linda hermana lo había salvado de un destino como el de su mamá pero para ello había tenido que enfrentarse a aquellos monstruos, o pobre insensato, no sabía que los verdaderos monstruos aparecerían poco tiempo después.

(n) dió un último suspiro por el momento y vió con lástima al oji-amarillo, sus cejas se curvearon ante la imagen de su tierno hermano preocupado por ella.

─Sí... Lo estoy ¿No te sucedió nada a tí? ─pronunció con un hilo de voz, sus manos se elevaron a su carita infantil revisando cada milímetro de ella, en busca de una cruel herida.

Él tomó sus manos bajo las de él, estaban a cada costado de sus mejillas y las bajó, dándole una tierna imagen a la chica de corazón rápido.

─¿Qué... Eran esas cosas? ─inquirió bajito, sin ganas de recordar lo sucedido, pues el recuerdo de su madre inerte en el suelo solo hacía que sus lágrimas fueran alentadas a salir con más fluidez y a él no le gustaba llorar ─quien diría que era algo que se volvería común, no sólo en él, si no en toda la poca "humanidad" que no tardaría en volverse animales sin control─ pero aún así, intentaba negar su pena.

─Ella... ─mordió su labio, buscando una manera de explicarle su presunta muerte, era un niño ¿Cómo entendería aquel concepto sin desparramar más lágrimas que respiraciones?─. Ella simplemente ha dejado de... Existir aquí, está en el cielo, con el abuelo su papá ─explicó con baja voz, no se le ocurría una diferente explicación, por más inteligente que fuera Shuichi, ella no sabía cómo sería su reacción.

Él bajo su mirada, no necesitaba una metáfora así, entendía bien lo que era la muerte así que no lograba asimilarlo, pero claro era que no lo haría como su hermana mayor, quien sabía cómo sobrellevarlo en su presencia.

No tardó en bajar gruesas lágrimas, signo de su pena a su madre, él sollozaba y (n) no sabía que hacer ¿Lo abrazaba? ¿Eso lo haría sentir mejor? ¿Era momento de abrazo? No pudo, no pudo evitar llorar con él.

Se sentó en el suelo agonizante por el sentimiento que golpeaba con severidad cada lugar de su corazón, sin piedad por su dolor ni lágrimas extensas y llenas de sal, hasta bajar por sus labios, así logrando probar el sabor de su tristeza. Sintió como una mano era puesta en su hombro, Shuichi la veía con pena, acompañandola en su duelo, en el duelo de los dos.

Estaban solos en el bosque sin su madre ¿Qué sería de ellos a partir de ahora? Pues ellos no sabían que, el Apocalipsis había pisado la putrida tierra del cementerio y se había ido caminando a la ciudad, infectando a cada uno de sus habitantes. Esperaban no separarse por azares del destino.







QUE MIERDA PQ ESCRIBÍA TAN BIEN??? que me pasó 😔

 ❝no blood ties❞| danganronpa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora