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El modo en que los pulmones de Sunoo se cerraron de golpe para impedirle el paso al oxígeno y como Sunghoon dio un paso atrás, tomando su mochila con una mano como si con ese agarre pudiera mantenerse en equilibrio, fue la perfecta demostración de lo inevitable que puede ser el destino y lo sorpresivo que resulta cuando tienes toda una lista planificada para tu futuro y un par de ojos azules se topan en tu camino.

Y quizás, cuando Sunoo comenzó a retroceder mientras sus ojos iban de un lado al otro con miedo, observando cada detalle del mundo que tenía al menos una pizca de pigmento azul, se podría decir que fue el peor momento y a la vez el mejor de ambos chicos. Un balde de agua fría. La peor de todas las alarmas para despertarte de un sueño y tirarte a otro peor, aquellos que los humanos llaman pesadilla y terminas deseando no volver.

- ¿Sun? Te ves pálido, ¿está todo en orden? —la voz de Ali sonó suave, como siempre, tal cual sonaba cuando Sunoo no estaba muy bien, pero está vez nada podría devolverle la estabilidad.

-El cielo... Tus ojos... Tú —Sunoo miró a Sunghoon, como si pudiera echarle la culpa de todo lo que estaba pasando, como si él hubiese hablado con el destino personalmente para alterar su vida—. No, no, no.

El menor sintió su labio inferior temblar de miedo, los profundos ojos azules de Sunghoon comenzaban a perder color y no sabía si tenía más miedo de volver a los tonos grises o de la situación en sí. Tomó con fuerza su mochila. No, no estaba listo para enfrentar la realidad, podía evitarla. Podía pelear contra el destino. Iba a hacerlo.

Se dio la vuelta, miró el suelo, sus pantalones también perdían color. Comenzó a caminar rápido hasta llegar a un punto dónde ni siquiera podía controlar sus pasos y corría por los pasillos del colegio. Se detuvo, inconscientemente según él, aunque la mente siempre sabe a dónde llevarte en momentos de caos, en la sala de cerámica. Fue recién allí donde su respiración volvió a agitarse, sus pulmones a recibir señales de aire y su mente a pensar un poco con claridad, a armar su rompecabezas mental.

Llevó sus manos a sus ojos, cerrándolos con fuerza. ¿Estaba pasando? ¿Había realmente conocido a su alma gemela o el destino se estaba equivocando? Él estaba enamorado de Ali y el único sentimiento que tenía por el nuevo era envidia, estaba seguro de eso. ¿cómo podía estar pasando?

Sacó las manos de sus ojos para volver a mirar el alrededor, todo seguía normal. No había azules, no había más que gris, pero eso no quitaba el hecho de que en la mente de Sunoo, colgado en un lienzo enorme como si fuera el mejor cuadro de las mejores exhibiciones del mundo, estaban los ojos cristalinos de Sunghoon. Eso no podría borrarse de allí jamás. El modo en que le miraba, con el mismo miedo y sus llamativos tonos claros... Sin mencionar lo precioso que se vio el cielo, brillando en su cabeza, rodeado de nubes en tonos blancos suaves.

El paraíso y el infierno fusionados. La más hermosa salvación humana y la condena más tortuosa para aquellos que no pensaban modificar sus planes porque alguien más lo pidió. No, Sunghoon no debía llegar a su vida, no cuando Sunoo ya había escrito su propio final con Ali o como si eso no fuera posible, con una mujer. Sunoo estaba seguro de muchas cosas, pero luego aparecieron esos ojos azules y ahora había perdido la lista de vida a futuro.

Respiró hondo, miró por la ventana el cielo y como la escuela quedaba vacía. Vio el atardecer grisáceo y vio las aún presentes nubes blancas. Vio los árboles en tonos de gris a negro, el suelo casi blanco, la cerámica seca un gris brillante y su piel de tonos tan parecidos como todos los demás. La vida que él veía era la misma, pero en su pecho creció un deseo imparable de querer conocer un poco más.

Lo apagó. Dejó morir todo sentimiento que no venía en sus planes y con una fuerte inhalada necesaria a sus pulmones, se juró olvidarlo. No conocía el cielo, aunque brillaba en un tono azul muy suave, no conocía esos pantalones que llevaba puestos, aunque tenían un color tan oscuro que opacaba el resto de colores. Y sobre todo, no conocía los ojos de Sunghoon, porque a partir de ese momento, Sunoo no sabía ni quién era ese chico de preciosos ojos azules. No, él no tenía idea de lo que había ocurrido esa tarde.

AeternumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora