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Mariano estaba seguro de que aquel chico de lindos ojos y cabello rizado era su omega, desde el primer momento en el cuál cruzó mirada con él pudo sentirlo. Era suyo, lo que significaba que pudo encontrar a la persona que amará por el resto de su vida. Estaba feliz, realmente lo estaba.

Pero los días pasaron, y con ellos la ilusión de tener su historia de amor real, también. Porque aunque estaba seguro de que ellos eran el uno para el otro, y que la conexión que sentía con Camilo era única e imposible de reemplazar con otra persona, el omega no parecía sentir lo mismo que él.

Por más esfuerzo que ponía en hablarle y tratarle bonito, como quería tratar a su pareja; por más esfuerzo que ponía en intentar empezar un cortejo, Camilo simplemente lo ignoraba, o incluso respondía de una manera brusca y grosera cuando intentaba acercárse.

Llegó un punto en al que creyó que el omega estaba sintiéndose hostigado por él, y que ese era el motivo por el cuál lo trataba feo, así que con todo el pesar de su alma decidió darle su espacio. Hacer aquello lo había llevado a pensar en que tal vez, solo tal vez, estaba siendo demasiado obstinado con la idea de que eran destinados y debían estar juntos.

Sin embargo ni a él ni a su lobo, quien al parecer ya estaba demasiado encapricado con el omega, les gustó pensar de esa manera. Le dolía pensar un futuro en el que no conseguía que el adorable Camilo estuviera dentro de su vida, en el que no consiguiera hacer que lo amara tanto o más como él sentía que lo amaba en ese momento.

No quería, se negaba. Y aunque sabía que parecía el niño que hace mucho ha dejado de ser, no podía evitar sentirse como se sentía.

Estaba harto de observar al lindo chico caminar por los jardines del pueblo mientras recogía flores, y no poder ayudarlo. Estaba harto de observarlo huir hacía el río, y no hacerle compañía. Estaba harto de verlo leer recostando su cabeza llena de ricitos en la ventana de su casa, y no tocar su puerta para compartir su lectura. Estaba cansado de solo observar, quería formar parte de su vida.

Pero todo intento que hacía era rechazado. Sin embargo algo que sucedió hace menos de una semana, lo había dejado con un estado de ánimo triste y decaído.

Una noche, cuando caminaba por las calles del pueblo para despejar su mente, siendo un sitio tranquilo y pequeño, sabía que estaría bien, ya que no pasaban cosas malas muy amenudo, sin embargo no esperó encontrarse con el dueño de sus pensamientos siendo atacado por lo que parecían hombres borrachos en una esquina.

La situación no se veía nada bien, y no entendía que hacía Camilo en ese lugar que quedaba varias cuadras de sus casas por la noche, sin embargo no dudó ni un segundo en ayudarlo. Corriendo hasta el oscuro callejón intentó usar lo menos posible la violencia, sacando al menudo chico y dejando inconscientes a los borrachos de un par de golpes.

Su lobo estaba enfadado por lo que el omega había tenido que vivir, pero él comprendía claramente que la seguridad y estabilidad del chico eran primero, así que intentó acercarse para asegurarse de que estuviera completamente bien y sin heridas, pero cuando estuvo a unos centimetros de tocar su rostro, Camilo lo apartó de un manotazo en la mejilla, aún sin elevar la vista.

»No necesito tú ayuda, no necesito nada de tí« Le había gritado, sus ojos llorosos y su voz quebrada. Y juró que esas simples palabras se sintieron como una puñalada en el corazón, la panza y todos sus órganos vitales.

Creyó incluso derramar un par de lágrimas, porque aunque Camilo lo trataba mal, nunca le había gritado de esa manera... Se había molestado muchas veces con él, pero al final del día sabía perfectamente que no era lo suficientemente grave, esa vez sí se sintió profundo. Era casi como si lo estuviera rechazando para siempre, como si realmente no quisiera volver a saber de su existencia.

Aún siendo así, aún sintiendo el alma destrozada; acompañó al muchacho a lo lejos hasta que se aseguró de que entrara a su hogar sano y salvo, antes de él entrar al suyo que quedaba un par de casas después.

Desde ese día no intentó acercarse al omega nunca más, aunque no podía sacarlo de su mente. Pensaba en él día y noche. Le gustaba imaginarse lo que hacía en diferentes momentos del día; se lo imagina despertándose por la mañanas, comiendo el almuerzo y leyendo sus tan preciados libros.

Le encantaría ser lo suficientemente cercanos como para entregarle los libros llenos de historias y poemas que él mismo había creado, o incluso preguntarle cual era su género de lectura favorito.

Le gustarían muchas cosas, pero ninguna podría ser, no si Camilo no lo aceptaba.

( ¤ )

Suspiró, con ese día sería ya una semana en la que no había salido de su cuarto.

Era consciente que su madre estaba completamente preocupada por su estado. Probablemente ella no la esté pasando bien, y a él no le gustaba preocuparla, pero no podía evitar sentirse de esa manera.

Había pasado una semana completa, pero seguía doliendo como el mismo instante en el que escuchó esas crueles palabras.

La sopa que su mamá le había traído en la mañana seguía intacta y helada, sus mantas cubriéndolo por completo y su ropa tirada por todo el piso, las luces apagadas y los papeles escritos desordenados en su mesita. Era un completo desastre, lo hacía sentirse avergonzado de sí mismo, pero no tenía ganas de hacer algo para cambiarlo.

Nuevamente, suspiró al sentir caer más lágrimas en su rostro al imaginar que tipo de almuerzo estaría comiendo Camilo.

Debía dejar de pensar en él. Sentía que estaba enfermo completamente.

❝Mariano, cariño mío❞ Escuchó la suave voz de su madre hablarle por detrás de su puerta. ❝¿Cómo estás, hijito?❞

Mariano secó sus lágrimas e intentó aclarar su garganta antes de hablar.

❝Estoy bien, no te preocupes❞ Su madre y él sabían claramente que estaba mintiendo, sin embargo él sabía que ella ya no diría nada... Las conversaciomes motivacionales se las había dado los primeros días que se encerró en su habitación.

Hijo mío, hay un niño que dice querer verte❞ Ella le respondió y él sintió entrar en pánico. ❝Lo dejé pasar y está esperando abajo, ¿Quiéres recibirlo❞ Más pánico aún.

Era probablemente un amigo suyo, y no quería que un amigo suyo lo viera en ese estado tan deplorable.

❝Mamá, d-dile que mejor otro día y que no me siento bien...❞ Respondió. ❝¿Cómo se llama?

❝Me dijo que su nombre es Camilo Madrigal❞

( ¤ )

enamorándome yo soy Mariano, un poquito menos obsesionado pero sí soy lamentablemwnte. :c



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⏰ Última actualización: Mar 21, 2023 ⏰

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