La infancia de Caroline

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Caroline Woods, nació un día quince de septiembre, en un pequeño y pintorezco pueblo de nombre demasiado insignificante para mencionar.
Creció en una granja, siendo hija única y con grandes necesidades.


Sin embargo, tuvo una buena infancia, a pesar de las precariedades y que siempre sintió que algo le hacía falta. Se sentía incompleta y se comparaba a sí misma con un rompecabezas donde las piezas no estaban hechas para embonar.
Un día, Caroline salió como de costumbre a coleccionar rocas. ¡Era su gran pasatiempo! Disfrutaba leer, escribir y le apasionaba la música, pues encontraba en todo aquello lo que ella llamaba: "un respiro para el alma". Sin embargo, no había nada que la emocionara más que la aventura de recolectar rocas. Buscaba piedras de todo tipo de formas y tamaños, y les ponía nombres extraños, la mayoría inventados.


Después de buscar por un largo rato una roca especial, se dio por vencida. Deseaba una roca que culminara con su colección y la hiciera sentir que toda la caza de rocas tenía sentido. Se recostó en el césped y observó tranquilamente el inmenso cielo sobre ella. Trataba de pensar en cómo encontrar aquello que le hacía falta.
Llegó a la conclusión de que sería su padre, aquel que la abandonó cuando aún era una bebé, dejándola sola con su madre y su hermano mayor, Isaac. Ella sabía que él vivía en la provincia cercana, lo había escuchado de su madre antes de fallecer.
Lo odiaba desde el fondo de su corazón y a pesar de que trataba de no guardarle rencor gracias a las enseñanzas de su madrina, le era difícil.
Nadie le creyó entonces ni le creerían jamás, pero ella sentía que su padre había estado involucrado con la muerte de su madre.
Caroline, Isaac y Lucía, madre de los dos primeros, vivían en una sencilla casa dentro de la granja que pertenecía a toda la familia de su madre y eran felices. Su padre, Javier, se había marchado tiempo atrás y aunque notaban a su madre triste y a veces sollozante, ella siempre trató de dar su mejor sonrisa mientras se esforzaba por sacarlos adelante.
-Ustedes están destinados a hacer cosas grandes, mis bebés. Nunca lo olviden -decía cada determinado tiempo- Y si un día sienten miedo y piensan que la vida no está de su lado, siempre podrán volver a casa. Recuérdenlo, ustedes siempre podrán volver a su hogar.
Y entonces una tarde de primavera, cerca del cumpleaños de Isaac, Caroline buscaba alguna roca linda para regalarle, ya que su hermano compartía su afición por las piedras extrañas. Isaac le había dicho que se marchara de la casa por un rato y volviera después (cosa que la había molestado enormemente), pero aceptó por respeto a las jerarquías de hermanos. Sin embargo, estaba preocupada.
Días anteriores había escuchado a su madre hablando por teléfono constantemente y se le veía estresada, molesta e incómoda. Caroline le preguntó a Isaac si sucedía algo, pero él sólo respondió que se trataba del dinero. Ella sabía que no era únicamente eso, mas guardó silencio.
Esa tarde, Caroline no se concentraba en su búsqueda de la piedra para Isaac y desistió para volver a casa.
Cuando regresó vio la puerta abierta, y aunque eso no la extrañó demasiado, sabía que algo no estaba bien. Entró con calma y entonces la vislumbró: su madre, recostada como si estuviera dormida, salvo que no estaría dormida en miedio de la sala, en el suelo.
La niña se acercó con cautela y tomó su mano.
-Mamá, ¿estás dormida? -preguntó en un susurro. - ¿Mamá?
Se calló para admirarla un momento, guardándola dentro de su corazón como el más puro e inalterable de sus recuerdos. Y luego, gritó a todo pulmón:
-¡Isaaaaaaaac! ¡Madrinaaaaaa! ¡Padrinoooo! ¡Alguien, ayuda!.
Después de que la policía llegó, se dictaminó que fue intento de robo, salvo que no se habían robado nada, claro está. Isaac había desaparecido y el Sheriff del pueblo dijo que posiblemente intentó evitar el robo y los maleantes se lo llevaron con él, que regresaría en unos días sano y salvo. Era un lugar muy chico, por lo que no había recursos para una investigación de un chico desaparecido y era más sencillo pensar que volvería por arte de magia.
Pero nunca volvió.

Se levantó precipitadamente ante los recuerdos tormentosos del fallecimiento de su madre, era algo que repetía una y otra vez en su mente, tratando de encontrar alguna explicación, pero no tenía caso, no encontraría las respuestas aquí. Sin darse cuenta, una roca se clavo en su mano, causándole una herida. Sintió la sangre correr por su mano, pero no le dolió. Sólo se concentró en aquella hermosa piedra que le había hecho daño accidentalmente. Era de una forma totalmente diferente a todas las que antes había visto y creía especiales.

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⏰ Última actualización: May 26, 2015 ⏰

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Una violinista sin corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora