Infrangel-Z

sin destino aparente

En aquellos años donde el imperio romano estaba apunto de caer, en la sala del trono estaba el emperador sentado ocultando los cristales de obsidiana que de su brazo emergían. Este estaba planeado un ataque que se llevaría acabo el día siguiente junto a su fiel general y al sabio que le ayudaba a ver cosas donde nadie podía ver más allá de lo evidente.

-esos godos no saben con quién se metieron, nadie quema 4 ciudades en una sóla noche, y menos si yo estoy aquí para detener su avance-
Dijo el emperador para después su general responderle -diga en qué región y cuántos hombres ponemos a cuidar y yo los comandare para derrotar está molestia- dijo el general para acto seguido el sabio opinar -yo dirá ir a investigar a ver por qué las defensas calleron, posiblemente ya sepan lo que conseguiste en aquella cueva- esto dejo callado y intrigado al emperador -que estás diciendo sabio, acaso el oro es lo que buscan?- este rápidamente fue callado por el sabio -acaso crees que esos cristales volcanicos solo están por qué si, ese libro que tanto poder te a dado no es gratis, te está cobrando tu estado físico y tu mente, la furia es algo que tienes pegada al fuego de tus deseos de querer todo el continente para ti, pero así como esas fuerzas infernales te dan mucho poder, hay hombres que tienen fuerza de la luz y saben cómo lidiar contigo- esto dejo helado al emperador, pero su estado mental lo descontroló y en una neblina de narcisismo el mando a traer su armadura de guerra y sin descanso nocturno partió a dónde se suponía que llegaría el enemigo, poco después llegó su general con un libro con tapa de piedra roja y papel del árbol original.

-mi señor, aquí está su libro, listo, quiero que sepa que yo lo seguiré de aquí al infierno y después de este un millar de eternidades- este dándole el libro y tomando su arma, mirando al orisonte viendo como cabalgaban millares de guerros. -no teman, yo puedo con esto y más pero requiero su ayuda, si han de morir aquí, quiero que sepan que me ayudarán después de muertos, como han tenido su lealtad a mi, yo les aseguro que el infierno será nuestro segundo heden según ese tal Jesús, yo seré el rey antes y después, yo soy la encarnación de la furia- con estas palabras de aliento abrió el libro, levanto la mano llena de afiladas estacas de obsidiana y grito el conjuro, -ejer maleri amén nema infelum- de inmediato el cielo se pinto de rojo sangre y sus soldados gritaron de dolor, el emperador los había vendido a todos incluyendo el a un ser infernal, el rey demonio Furia, el tomo el Reynaldo del infierno teniendo el alcance de un apocalipsis, su tono de piel cambio a rojo, la estacas crecieron y cubrieron su piel, su armadura se fundió a su piel su cabello creció hasta su cintura tapando parte de su caray en sus manos apareció un regalo, un martillo de guerra que parece se creo para el, su ejercito de igual manera cambio y se volvieron demonios, su general se incendio quedando echo un esqueleto que rápido se levantó y solo quería algo, venganza.

Todos corrieron a enfrentar al otro ejército pero algo había salido muy mal, al momento de golpear el suelo con el martillo paso algo que cambio la historia del mundo, una solo trompeta sonó y aquel ejército dejo de verse como bárbaros y mostraron su verdadera forma, angeles del cielo, esto no asustó al emperador si no que lo enfurecio, su ejercito monstro fiereza pero como toda batalla épica si un ángel caía otros dos tomaban su lugar, y eso mermó la fuerza del demonio, así fue como de ser cienmil solo quedaron 5, el emperador, su general y otros 3 soldados fieles a la batalla, pero haun así calleron hasta solo quedar el emperador.

-nunca me podrán vencer, yo soy el mejor, yo puedo con esto y más- gritaba mientras masacraba a los angeles pero hasta en la fuerza de un toro conta una simple persona no puede, si son más de un millón de personas podrán contra un solo toro. Lo ataron con cuerdas benditas y lo arrodillaron para después traer al verdugo personal de dios, que con una pesada espada estaba apunto de cortar al rey pero así como uno está ciego por su poder el emperador antes de ser eliminado para siempre dijo esta frase mirando al cielo.