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Era un poco diferente al resto o tal vez no tan poco, no era bueno para socializar, tan callado, tímido y reservando que era tan notorio. Escondía sus manos bajo de él, su rostro detrás del cubrebocas y siempre sentado al frente al no tener el valor de acercarse a sus compañeros para hablar, podía parecer triste y era porque así era, se sentía solo y vacío fingiendo que su teléfono era entretenido. No es que no quisiera intentarlo, simplemente tenía miedo de fallar.

El miedo era más grande con el tiempo y estaba comenzando a ganar, era deprimente llegar y quedarse horas en silencio, escapar a la hora de hacer equipos para no quedar como un marginado. La idea de haberse equivocado en volver a la universidad lo estaba superando, ya no estaba seguro de poder lograrlo y que habría hecho a sus padres desperdiciar tiempo y dinero en algo a lo que iba a renunciar tan rápido... De verdad quería intentarlo, con su corazón deseaba y luchaba para no rendirse, intentaba luchar con aquellos pensamientos pesimistas para no hacerles caso y enfrentarlos con algo más optimista; pero parecía ir perdiendo contra si mismo o eso pensó hasta que apareció él.

No sabe que o cómo, pero todo parecía haber sido una respuesta del universo a sus súplicas por auxilio, como una estrella que apareció e iluminó su camino, con su bonita sonrisa y agradable risa. Simplemente fue una hermosa coincidencia haberse encontrado aquella tarde y siempre estaría agradecido por ello, sus charlas por largos ratos hasta quedarse dormido, una persona tan especial que en vez de consumir su energía, la mantenía estable y hasta parecía aumentarla un poco, ese alguien que le enseño un nuevo mundo y lo hizo más especial.

Aunque con el tiempo, la comunicación se redujo hasta ser cada vez más inexistente, le era imposible no emocionarse cada que tenía un mensaje o solamente querer enviarle un simple hola y contarle de cosas aleatorias para mantener la comunicación; aunque eso comenzó a parecerle que lo hacía ver cómo un fastidió y redujo sus intentos, esperaba un mensaje suyo y esperaba que su respuesta no fue tonta. Ver aquellas barritas azules hundían de a poco su corazón y ya no sabía que más hacer... Era realmente doloroso, un dolor que nunca antes había sentido y no entendía que sucedía, porque este dolor era tan fuerte y diferente a lo que conocía.

Quería desaparecer, que se terminará la emoción si eso implicaba que el dolor también se iría. No lo quería más, el estrés bajara y la ansiedad también, no temer al tomar el móvil y ver su pantalla sin ni una notificación con su nombre; aunque después lo entendió todo. Aquel día en el que sintió un fuerte dolor cuando sus labios pronunciaron la oración "ella me gusta", supo que se había enamorado sin querer y era la primera vez que había desarrollado esos sentimientos por una persona. Era aterrador, lo negó por tanto tiempo hasta que los sentimientos desaparecieran, pero estos solamente aumentaban más y más hasta que lo superaron y el dormir era su única forma de ignorar el problema o así era hasta que sus propios sueños se volvieron en su contra y el insomnio hizo presencia.

Su única solución fue ser sincera con la persona que más quería en el mundo, a quien le podía confiar todo, su mejor amigo que lo escucho y apoyo sin juzgar o burlarse del pobre chico enamorado por primero vez. Podría parecer una tontería, pero aquello le había dado un poco de paz, paz que le dejo volver a dormir para evadir los problemas, funcionó como un placebo hasta que de nuevo volvió a verlo en persona y los sentimientos explotaron en su interior al ver sus ojos ojos oscuros que le dejaban ver una galaxia entera, la única mirada que podía admirar sin necesidad de apartar la mirada. Un abrazo tan cálido que no quería alejarse y cuando tomó su mano con delicadeza, se sintió tan seguro; pero todo estaba en su mente, todas esas sensaciones eran una ilusión del que él era el único responsable.

Ese día, después de verlo, tomó la decisión que sería la última vez y se convertiría en un asesino. Él mataría sus sentimientos por esa persona, los haría desaparecer y que nunca más volvieran. Empezó con ignorar sus mensajes, dejando su teléfono móvil de lado o apagado por horas si era posible para simplemente olvidarse de su único medio de contacto, había días en los quería volver a rendirse y contestar sus mensajes, le gustaba ver su pantalla al encender con un mensaje de él, pero ignorando lo que sentía simplemente borraba la notificación y seguía con su día.

Un camino largo y difícil, pero era optimista, el dolor en esos momentos sería mucho peor si su persona especial se enteraba y era directamente rechazado. Prefería romper sus ilusiones de una vez, en vez de esperar a que esa persona lo hiciera y rompiera por completo su corazón. Ahora tenía un nuevo pasatiempo, hacía flores de papel, empezó haciendo casi cincuenta en una semana, todas pensadas en esa persona, después fueron disminuyendo hasta sólo ser una por día, era su forma de demostrar sus sentimientos y como poco a poco se iban desvaneciendo.

Solamente una flor se tantas que había hecho llegaron a su destino, solamente una y fue para poder darle un cierre a su enamoramiento, una forma de decirle adiós a esa persona especial.

Estaba roto, pero era su responsabilidad y podía repararlo aún. Esperaba el día que pudiera dejar de hacer flores de papel...

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⏰ Última actualización: Mar 23, 2023 ⏰

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