-¿Cómo rayos encontraron esta guarida?-
-¿En cuántas horas van a llegar?-
-¿Tenemos tiempo para escapar?-
Las preguntas seguían lloviendo sin parar. Entre miedo, rabia y confusión, el gremio de asesinos era consumido por el caos.
-Silencio.- exclamó fuerte y cortante Bael, líder del lugar.-Por más de 1500 años los Kamael hemos vivido en Akre'mon, esta fortaleza le dio el nombre de "cementerio de leyendas" a las planicies del desierto, que vengan quienes quieran, pero no lograrán vencernos con facilidad.-
Aun con algo de miedo en su mirada el resto de Kamaels fueron lentamente recobrando la seguridad y la esperanza. Nunca se había escuchado de un ejército marchando contra el gremio y menos aún, que algún desconocido supiera el camino a la milenaria guarida.
-Primero tenemos que resolver el problema más grande.- dijo uno de los asesinos apoyado en las murallas de arena, su actitud era amenazante y todos a su alrededor dieron un paso atrás.
-Eso no es lo más urgente en este momento Azael.- exclamó Zaelia y antes de pudiera decir algo más, Azael rápidamente se colocó detrás de ella, daga al cuello y mirando a Bael dijo con calma.
-Hay un traidor entre nosotros.-
Un silencio repentino devoró el ambiente que volvió a estar tan tenso como antes, pero esta vez por otra razón. El gremio sólo tenía 3 reglas inquebrantables:
-Lleva a cabo tu asesinato a toda costa.
-Nunca interferir con el trabajo de un compañero.
Y la más importante de todas.
-Revelar un secreto del gremio, es traición y la traición merece la muerte.
Lo que Azael estaba intentando decir es que el camino hacia la fortaleza bajo tierra había sido revelado por alguien. Uno de los secretos mejor guardados por más de mil años había sido abierto al mundo exterior y si el culpable se encontraba entre ellos, no podía ser perdonado.
La confianza entre los del gremio era su mayor virtud, habían decenas de clanes entre ellos, todos de diferentes regiones y con diferentes técnicas, pero no por nada eran "La hermandad del desierto".
-¿Cómo estás tan seguro?- Dijo Bael, mirando fijamente a los ojos del acusante y mientras se acercaba a él hacía señas con las manos.
Varios asesinos comenzaron a tapar todas las posibles salidas y entradas.
-Estamos todos por fin reunidos ya que se aproxima el festival de los muertos- comenzó Azael mientras soltaba a la mujer.- Eso significa que todas las recompensas deberían haber sido retiradas si lograron su cometido. Los últimos trabajos entregados fueron hace meses. Pero aún quedaba una recompensa sin retirar, no es así, Zaelia?-
Las miradas de sorpresa se clavaron en la joven asesina, era ella la encargada de manejar el oro del gremio, por ende, era quien recibía las pruebas de los asesinatos para poder entregar la paga correspondiente.
-¿estás insinuando que yo soy la traidora?-dijo Zaelia mientras sacaba sus katar y se disponía al combate.
-Alto, los dos.- Bael se colocó al centro, y las armas de ambos asesinos aparecieron entre sus manos.-explícate bien y tú cálmate Zaelia.-
-Hace ya un mes que estamos todos acá, pero como es de costumbre unas cuantas recompensas no han sido recolectadas. Puede pasar, ya saben, algunos mueren en el proceso.- comentó Azael mientras se acomodaba de vuelta en el muro, mirando uno a uno a los presentes.- Y como todos acá sabemos, una vez se confirman los muertos, las recompensas son enterradas en la tumba correspondiente. Hace 5 días vi a Zaelia retirar 5 recompensas, de las cuales sé que 4 eran de unos amigos míos, Rael, Galael, Lizael y Kerael. Murieron conmigo en nuestra última misión. Pero la quinta recompensa no fue enterrada, vi, con mis propios ojos, cómo está traidora llevaba esa recompensa y se la entregaba a uno de nosotros a las afueras de la fortaleza, el que además iba acompañado de una mujer humana y por la apariencia que tenía, parecía una princesa.
Tras unos eternos segundos, con ojos penetrantes Bael giro su mirada a Zaelia. La mujer se veía diminuta frente al líder de la fortaleza y entre tartamudeos inseguros y ansiosos, logró hablar.
-Pa-señor, por favor.- Zaelia comenzó a tiritar levemente y los susurros llenaron el silencio del domo de arena. "Nos vendió", decían algunos, "quien sabe hace cuánto tiempo hace cosas similares", se escuchaba a lo lejos. Pero había una frase que se repetía y era la única cierta, "pena de muerte".
Bael sin emitir un solo ruido agarró a la mujer del brazo y la comenzó a llevar entre la multitud. Al llegar a una salida, los que la resguardaban se hicieron a un lado y continuaron por un largo y oscuro pasillo. Lentamente, todos los siguieron. Bajaron por unas escaleras en espiral que parecían eternas y al llegar al fondo, todos se colocaron en media luna al frente de un pozo de líquido rojo, en el techo se podían ver cientos y cientos de cráneos, las murallas llenas de diferentes huesos de todo tipo. Bael cruzó el lago rojo con Zaelia quien ya no se esforzaba en caminar y juntos llegaron a un altar de piedra con detalles de zafiros que estaba levantado por un bandejón de huesos. El imponente hombre encendió un par de antorchas a los costados y aceptando su destino, la mujer se acostó en el altar.
-Akrelika, acepta esta alma en tu reino; Creixter, devora con placer su cuerpo; Zaier, viajen juntas por los aires; Altracor, devuelvela a los nuestros.-
El líquido rojo comenzó a burbujear y los zafiros del altar a emitir unas leves luces que alumbraron la oscuridad del recinto con una inexplicable luz negra. Bael, empuñando en ambas manos una hermosa daga de mango dorado y hoja plateada, levantó ambos brazos y sin ejercer fuerza alguna, introdujo la daga en el pecho de la mujer como si fuera mantequilla.
-Para la hermandad, por la hermandad, de vuelta a la hermandad.- dijeron todos al unísono.
Zaelia, con lágrimas en los ojos miró a Bael y tras una leve sonrisa, soltó un último suspiro dando conclusión a la ejecución.
Al otro día Azael se acercó a Bael y tocándole el hombro le dijo.-Perdóname padre, me hubiera gustado que las cosas no terminaran asi, queria creer que me equivocaba.-
-Descuida Azael, hiciste algo que yo no hubiera podido hacer y estoy orgulloso por ello. Zaelia eligió otro camino, pero antes de su padre, soy su líder y mi deber está con mis hermanos.- tras un largo suspiro Bael grito a todo pulmón.-¡No se queden atrás, si nos alcanzan nuestra lucha para escapar será en vano!-
Bajo el aterrador y duro sol del desierto, más de 250 Kamaels viajaron con la intención de encontrar un nuevo hogar, donde muchos ven muerte, ellos ven esperanza y donde muchos ven peligro, ellos ven seguridad.
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Historias en el continente de Crextur
FantasyHistorias del pasado, presente o algun futuro no muy lejano dentro del contiente de Crextur en tiempos de guerra.