Capítulo 4.

76 9 4
                                    


Rose

Llegamos al sitio. Le doy un besito tierno y fugaz.

-Observo las olas del mar desde dentro del coche -¿me has traído a la playa?

-Sí, pero no nos bañaremos, a menos que tú quieras -sale del coche- y dudo que quieras, hace un poco de frío.

Sonrío, salgo de coche y me quito los tacones, me voy con ellos en mano. Ean hace lo mismo y se va con zapatos en mano y a medida que nos acercamos al sitio siento el frío golpear suavemente mi rostro.

Cuando llegamos me quedo perpleja, todo es jodidamente perfecto.

Hay una mesa para dos decorada tan delicada y finamente que me enamoro de ella. A lo lejos veo un restaurante, muy retirado de donde estamos.

Él se acerca a tirar de la silla para que yo me siente. Le detengo. Este frunce el ceño.

-Dejame tirar yo misma y sentarme. Todo esto es... Raro para mi -musito.

-Oh -se echa a reír- ¿entonces no quieres cortesía ni caballerosidad?

-A ver es que, me siento un poco rara, es todo.

-No has cambiado nada, la pequeña Rose que conozco sigue ahí. Intacta -sus ojos verde lima refulgen.

Me ruborizo ante lo dicho. Tomo asiento y me acomodo. La temperatura se pone cálida y el frío desciende.

-Y... ¿Por qué estamos tan retirados del restaurant?

Ean abre la boca para responder y un camarero aparece como por arte de magia.

-Sr. Tanner -dice el camarero y hace un gesto con la cabeza.

¿Sr. Tanner?... ¿Sería socio del restaurante o algo así? ¿Por qué tanta cortesía con él? Deseo preguntar sobre eso, pero la voz de Ean me distrae.

-James, ya te he dicho que sólo me llames Ean.

-Perdone, Sr. Ean -dice éste nervioso.

-No hay caso contigo, James -sonríe- te presento a Rose, Rose Stam.

-Un gusto, Srta. Rose.

-Me ruborizo- El gusto es mío, y sólo me llámame Rose, nada de tanta cortesía.

Este asiente. Ean está soportando la risa, me dan ganas de arrojarle una copa encima.

-Y, ¿qué desean comer?

-Yo quiero Camarones al Ajillo. Y para tomar, Chardonnay seco -Dice con seguridad- supongo pedirás otra cosa, ya que eres alérgica a los camarones, Rose.

Me sorprende que recuerde esto, algo que a veces a mí misma se me olvida. Me ruborizo totalmente.

-Me inclinaré por el Solomillo Wellington y un Ribera del Duero.

-Muy bien -dice mientras toma apuntes sobre lo que pedimos. Gira sobre sus talones y va a por ello.

-En cuanto a tu pregunta, estamos aquí porque quise algo fuera del bullicio. Algo tranquilo, privado y a la vez al aire libre.

-Oh -¿cuantas veces me ha ruborizado? Ya perdí la cuenta- entiendo.

-Pero si deseas, podemos ir al restaurant.

-Oh no, me gusta aquí, me siento cómoda.

-Asiente- y, ¿cómo está tu madre?

-Está bien. Sólo fuma todo el tiempo -suspiro- ¿y tu madre?

-Está en Boston, se ha casado con un hombre que al parecer es merecedor de semejante joya que es mi madre.

-Entiendo -me coloco un mechón detrás de la oreja.

Ean me observa de una manera que hace arder mis mejillas.

Aparece James y otro tipo desconocido con nuestra cena. La colocan sobre la mesa y se marchan.

-Ya moría de hambre -digo en voz baja, pero Ean me escucha.

-Suelta una carcajada- Entonces come, Rose.

Pincho el Solomillo con el tenedor y lo llevo a mi boca. Sabe a gloria. Mi estómago se siente feliz.

Terminamos de comer. Observo la playa y me dan ganas de tirarme al agua como en las películas. Me paro de la silla decidida a lanzarme. Ean me observa con curiosidad.

-¿Que vas a hacer? -pregunta extrañado.

-Sígueme -digo y me echo a correr.

Ean me sigue con cara de pánico. Santo Dios, ¡que se relaje un poco!

Me quito la ropa mientras me dirijo a la playa, hasta quedarme en ropa interior, y me meto al agua, sintiendo como ésta abraza suavemente mi cuerpo.

Ean se quita todo hasta quedar en boxers. Siento que mi cuerpo se calienta. Mis mejillas arden en exceso.

Ean

Observo el cuerpo de Rose, su piel brilla gracias a la luz de la luna mezclada con las gotas de agua en su piel. Podría pasarme toda una eternidad besando cada centímetro de ella. Es tan perfecta, su pelo negro húmedo, sus ojos regulgiendo mientras me mira. Todo esto me tienta. Me reprendo a mi mismo, aunque muera de ganas por hacerle el amor, no podría.

De repente siento unas fuertes salpicaduras de agua en mi rostro. Rose ha sido la responsable. Sonríe como niña pequeña y se muerde el labio. Empieza a girar y a cantar.

You're the light, you're the night
You're the color of my blood
You're the cure, you're the pain
You're the only thing I wanna touch
Never knew that it could mean so much, so much

-¡Vamos, Ean! -grita con entusiasmo mientras salpiquea mucha agua hacia mi.

De repente no veo a Rose, mierda.

-¿Rose? -no responde- ¡Rose!

Me zambullo también y le veo bajo el agua, me acerco a ella y le subo para arriba. Ríe como loca y me percato de que lo ha hecho a posta  para darme un susto. Niña traviesa.

-Rose, ¿pero qué voy a hacer contigo? Me pegaste el susto que querías.

-Lo siento -se pone cabizbaja y su sonrisa desaparece.

Le cojo suavemente de la barbilla y hace un amago de sonrisa. Me acerco a ella y le tomo de la cadera. Siento como se tensa y se muerde el labio. Me dan ganas de morderlo.

Me acerco y rozo mis labios con los suyos.

-No vuelvas a hacer eso, Amanda -murmuro en sus labios.

Rose cierra los ojos y roza suavemente sus labios con los míos de arriba a bajo, y yo me adueño de su boca, besándole lentamente, saboreando perfectamente sus hermosos labios. Mordiendo ese labio que ella tenía apresado y que tanto me provocó. Bajo una mano lentamente hacia su culo, ella no interviene, así que lo agarro con fuerza y el beso se hace más rápido y desgarrador, subo la otra mano hacia su pelo y lo acaricio.

Hunde sus dedos en mi pelo y lo aprieta, nos despegamos para poder respirar, pongo las manos a cada lado de su rostro y reposo mi frente en la suya.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 04, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Primer, único y eterno amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora