Últimamente se ha hablo mucho sobre el acaso escolar, el "bullying".
Mi país, México es el país donde hay más casos de bullying, he escuchado tanto de esto que creo que llegué al punto de normalizarlo, hasta de minimizar mis experiencias.
Recuerdo que al escuchar historias de otras personas, yo, inconscientemente minimizaba mis recuerdos, incluso sentía que no tenía derecho de contar mi historia. Incluso ahora me siento mal por querer contarla, porque al escuchar como un chico fue torturado prácticamente por sus compañeros con colillas de cigarros, solo por ser "diferente", como lo golpeaban entre varios, como lo insultaban tan cruelmente, me siento afortunada por haber tenido otra historia.
Es horrible pensar eso, sentirme menos al escuchar esas historias que desde un principio nuca debieron suceder.
La mía empezó mucho antes de esa "habitación con mucho eco", comenzó desde el kínder. Muchas personas suelen decir que todos los niños son "angelitos", pero a mi me tocaron unos "ángeles" crueles, ellos solían quitarme mi mochila y la rompían todos los días, hasta que mi mamá se dio cuenta y fue a hablar con la maestra, "son travesuras" dijo la profesora, pero eso no era lo único que hacían, me llamaban "rara", "fea" mientras me empujaban, al menos es lo que recuerdo. Después de cambiarme de escuela, estuve más tranquila, aunque no recuerdo nada, tampoco se siente como si hubiera pasado algo por ese tiempo.
La primaria fue donde conocí a esa habitación, ese gran salón con mucho eco. Lo que pasó ese primer año de primaria fue que tenía a dos chicas que me golpeaban en los recreos, me empujaban a la pared, en algunas ocasiones, hasta golpeaban mi cabeza con la pared, me tiraban al suelo, lo que me hacía tener raspones en mis rodillas que cuando mi mamá preguntaba su causa, yo solo decía que había sido por estar jugando; también me jalaban de mi coleta, provocándome dolores de cabeza, hubo una ocasión donde casi logran tirarme de las escaleras si no hubiera sido porque me aferre a un barandal, pero mi compañera (que también era una de sus víctimas) no tuvo la misma suerte y cayó de las escaleras, lastimándose la espalda. Ellas solían obligarme a hacer sus tareas, y a pasarles los trabajos en clase, aqui es donde, la maestra comienza a castigarme por pasarles los trabajos, me dejaba sola en el salón cuando todos iban al recreo.
Recuerdo que comía en mi asiento mientras escuchaba las risas de los demás afuera, por una ventana se veía como jugaban, como el sol alumbraba todo, mientras donde yo estaba se sentía tan gran, tan solo, tan oscuro pero, al menos ahí estaba segura de esas chicas que me golpeaban.
Así como esas historias, hay muchas más que tuve a lo largo de la primaria, pero era tan normal para mí que deje de luchar.
He luchado mucho por olvidar, por perdonar pero aún tengo rastros de todo eso en mí.
Es horrible tener que luchar por algo de lo que no tuviste la culpa, es horrible saber que hay miles y miles de historias similares, algunas más crueles, otras más discretas, pero, eso no significa que el daño sea insignificante.
Realmente me pone mal saber que en este momento hay alguien sufriendo por acoso escolar, indefensa, con miedo, y que posiblemente las autoridades escolares no hagan nada por ello.
Escribo esto porque hace poco hubo un caso aquí en México, donde la chica no pudo contar su historia, pero yo cuento un poco de la mía, deseando que las víctimas no se queden calladas, que no minimicen su historia, que las autoridades realmente tomen acción para que puedan disminuir las pérdidas de vidas tan lindas.
Les mando un abrazo con fuerza.
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Una habitación con mucho eco
Historia CortaEsa habitación fue una parte importante en mi vida y yo no me di cuenta, una historia propia junto con historias entrelazadas, sobre bullying.