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Por una extraña razón desde pequeño no tenía en claro que era lo que quería en mi vida, siempre pensaba en lo mucho que quería una cosa pero después llegaba otra y simplemente me olvidaba por completo de eso. Aun que también tenía otro problema, había momentos con los que me obsesionaba con cierta cosa hasta el punto en el que dejaba de ser gracioso y comenzaba a asustar.

Intenté ignorar todas esas cosas ya que con el pasar de los años eso se iba aminorando o eso fue hasta que lo conocí.
Yo no creí que eso fuera un gran problema hasta que conocí a Foolish, salir con el fue más fácil de lo que pensé. Probablemente acepto salir conmigo por la presión que le metieron sus amigos pero después me di cuenta que seguro no fue por eso. Nos llevábamos bien, el era la pareja perfecta en todos los sentidos, era lindo, tenía un bonito acento y se esforzaba por aprender español solo para hablarlo conmigo.

Fuimos la pareja más envidiada por dos largos años, pero todo comenzó cuando mi cerebro me obligaba a dejarlo, por alguna razón ya no quería estar con el aún que el diera todo de sí.
Me daba ansiedad el pensar lo que me diría el mayor cuando le dijera lo que pensaba y es que como le dices a tu novio que simplemente quieres terminar por algo que te decía tu mente, no tenía una razón en concreto para hacerlo, solo por qué ya había llegado a mi límite, mi cerebro me decía que lo dejara ya.

Me odiaba tanto en ese momento.

Miraba el cielo mientras estaba acostado en el césped, no me sentía del todo cómodo con estos pensamientos. El solo pensar como Foolish iba a dejar de decirme "mi novio" cada que me veía, lo sentía como un golpe directo a las costillas. No tenía ni la menor idea del por qué me estaba pasando esto a mi.

— ¿Mariana? — Me llamo Roier y yo levante la mirada solo para ver cómo caminaba hacia a mi.

— Hola...

— ¿Que haces aquí acostado? Pareces un pinche vagabundo ya te iba a dar dinero.

— Cállate mierda — dije levantandome dispuesto a pelear con el.

En verdad lo iba a ser pero a lo lejos vi a Spreen, jodidamente sabía que si le tocaba un pelo a Roier entonces el saltaría a su defensa. Ni siquiera eran novios y ya estaba harto de los coqueteos que se daban entre ellos.

— Ándale no que muy pinche peleonero, he mierda.

Lo ignore por completo limpiando los restos de pasto que se quedó en mi pantalón y después me di la vuelta.

— Ándale ve a besuquearte con tu novio Spreen, ya te está esperando pinche asqueroso.

— Muy pinche homofóbico andas hoy no — dijo cruzándose de brazos — te recuerdo que tienes un novio gringo que está detrás de ti gritando "mi novio, mi novio".

En verdad que no quería hablar de el por el momento, así que simplemente lo ignore de nuevo poniéndome a talar unos árboles cercanos, tenía que hacer mi casa, supongo que no podía seguir viviendo en la casa de el después de terminarlo. Joder no sabía por qué el solo pensarlo me hacía sentir completamente triste, no quería terminar con el pero tampoco iba a seguir con el si mi mente estaba llena de indecisión.

— ¡Mi novio, mi novio!

Cuando escuché esa característica voz sonreí levemente, no podía seguir así no era justo para ninguno, por lo que decidí que era el momento, no importaba si era doloroso, lo tenía que decir antes de que fuera tarde.

— Foolish...

Estaba seguro que el había visto mi rostro de indecisión pude notarlo por la manera en la que su expresión cambiaba a preocupación.
Mire a los lados y vi como Roier ya no estaba pero si estaba su novio con acento argentino. No quería que nadie se enterará así que simplemente suspire y agarre el suficiente valor, tomé con cuidado su mano y lo lleve un poco más lejos para tener privacidad.

Indispuesto - FoorianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora