Private Life YEONGYU

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Beomgyu

Yeonjun y yo no nos habíamos llevado mucho de la casa de nuestros padres, pero entre lo poco que habíamos empacado y las cosas que él ya tenía en su habitación de la casa de la fraternidad en la que había estado viviendo, nuestro nuevo apartamento ya se sentía más como un hogar que la casa en la que yo había crecido.

Cuando volvimos al campus, la mayoría de los amigos de Yeonjun se habían ido -a casa por las vacaciones-, pero aun así se las había arreglado para reunir a algunas personas que nos ayudaran a mudarnos. Todo había encajado mucho más rápido de lo que hubiera creído posible, y todavía tenía que pellizcarme para creer lo mucho que había cambiado mi vida para mejor.

Se me nubló la vista con lágrimas de felicidad mientras miraba el pequeño y delgado árbol de Navidad que había colocado para mí en nuestra nueva sala de estar, haciendo que todas las bonitas luces de colores se unieran en un arco iris. Me enjuagué los ojos, sonriendo tanto que me dolían las mejillas. Yeonjun y yo éramos algo más que hermanos ahora, y aunque siempre tendríamos que tener cuidado, él había hecho exactamente lo que había prometido y se había asegurado de que pudiéramos estar juntos de verdad y como queríamos. —¿Todo bien, gatito? —me preguntó, rodeándome con sus brazos por detrás cuando volvió a entrar en el salón después de responder al golpe que había sonado en la puerta unos minutos antes.

—Todo está perfecto. —le dije, lo cual era cien por cien cierto. —¿Era la señora Smythe la que llamaba a la puerta?

Su barbilla se movió contra mi hombro mientras asentía, y un delicioso escalofrío recorrió mi piel cuando murmuró "mhmm" contra mi cuello y presionó un beso justo debajo de mi oreja. —Nos ha traído galletas.

Nuestra nueva vecina nos había mimado como una loca cuando nos habíamos mudado, invitándonos repetidamente a reunirnos con ella y sus nietos para pasar las Navidades una vez que se enteró de que sólo seríamos nosotros dos.

Sin embargo, después de todo lo que habíamos pasado, yo sólo quería estar con Yeonjun, y él había aceptado.

De hecho, con todo el alboroto de la mudanza, no podía esperar a estar con Yeonjun.

Sólo con Yeonjun.

Solo.

Sin embargo, definitivamente no iba a rechazar las galletas.

Me zafé de sus brazos y me dirigí a la festiva lata llena de golosinas. Después de todo, si el resto del día iba como yo esperaba, necesitaría mi energía, ¿no?

En la parte superior de la lata de galletas había una nota - ¡Feliz Navidad, Yeonjun y Mingyu! - y me olvidé por completo de tomar una golosina mientras trazaba las letras de mi nuevo nombre con una estúpida sonrisa en la cara. Yeonjun también lo había hecho. Mi nombre legal era ahora Mingyu, no Beomgyu, y me inscribiría en la universidad en otoño con el apellido de soltera de nuestra madre. Con el tiempo, Yeonjun iba a hacer que el abogado me cambiara el apellido por el nuestro, pero incluso entonces, dijo que compraríamos anillos y dejaríamos que la gente sacara sus propias conclusiones cuando nos vieran llevarlos y se dieran cuenta de que teníamos el mismo apellido.

(Nota: El personaje de Beomgyu se cambió el nombre por cuestiones que ya leyeron, por lo que, decidí cambiarlo a un nombre parecido al de Beomgyu, y el más cercano es el de Mingyu, pero son la misma persona.)

Yeonjun lo había preparado todo para que nadie tuviera motivos para pensar que éramos hermanos, y ya había empezado a presentarme como su novio. Sus amigos que nos ayudaron a mudarnos al apartamento lo miraron de forma extraña, pero él dijo que sólo les sorprendía que estuviera con un chico ahora cuando antes había salido con chicas, no que sospecharan nada más de nosotros. Uno de ellos incluso le había hecho pasar un mal rato por "asalta cunas" -y eso nos había hecho reír tanto a mí y a Yeonjun que todos nos habían mirado de forma muy extraña- pero, en general, nadie pestañeó al vernos juntos como pareja. Por supuesto, parte de ser una pareja, en lo que a mí respecta, era ser íntimos.