Capitulo 13

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Capitulo 13

"Mi mente es un hogar en el que estoy atrapada"

Mansion

Nf ft. Fleurie

🦋

Abby

La noche que conocimos a Cassie es algo que todavía me duele recordar.

Estábamos viendo "La sirenita" cuando me pareció escuchar un golpe en el piso de arriba, no me detuve a pensar en lo que estaba haciendo y le arrebate de las manos el control remoto a Nick antes de poner en pausa la película y entonces el primer grito llego a nuestros oídos antes de escuchar cómo se rompía un cristal.

Nick no dudo en levantarse del sofá antes de salir corriendo por la puerta, yo tarde un poco más, intentando asimilar lo que acabamos de escuchar, quiero pensar que es porque ese grito, el grito de la chica, era muy similar al mismo grito que yo había dado meses atrás. Unos momentos después, salí por el mismo lugar que él, los gritos no pararon, el llanto de una niña nos alerto, Nick golpeaba con fuerza la puerta de los vecinos, para cuando llegue a su lado, el lugar había quedado en silencio.

—Nick—Lo llame tomando ligeramente el brazo con el que golpeaba la puerta—No se escucha nada.

—Abby, yo...—Se detuvo mientras trataba de respirar con normalidad, cerró los ojos intentando calmarse y cuando los abrió, me miro como si pudiera encontrar en mí la calma que tanto buscaba— ¿Qué podemos hacer?

—Esperar. Toca la puerta de nuevo, pero con calma, Nick, no podemos alterarlos más.

Él hizo lo que le pedí, toco la puerta como un vecino que solo va a pedir una taza de café, pero solo yo pude ver la tensión en su cuerpo, la preocupación que había en sus ojos, la desesperación de no poder hacer algo más.

Para cuando estaba por dar otro golpe, la puerta se abrió.

Una niña de apenas cinco años apareció cerrando la puerta a sus espaldas, tenía el cabello castaño, le llegaba hasta la cintura, sus ojos eran igual de azules que los de Nick y su piel era tan pálida que se asimilaba a la luna, un abrigo negro cubría la mayor parte de su cuerpo, tenía una bufanda cubriendo su cuello y supe que algo andaba mal. Parecía que no estuvo llorando momentos antes a excepción del tono rojizo en sus ojos, cualquiera hubiese pensado que todo estaba bien si no viera como trataba de ocultar sus muñecas con las mangas del abrigo, yo hubiera pensado que todo estaba bien si no hubiera hablado.

—Buenas noches—Saludo en un susurro, sin acercarse a nosotros, sin alejarse de la puerta.

Yo no pude encontrar mi voz, tenía unas inmensas ganas de llorar y la impotencia de saber que no podía hacer nada.

Para nuestra suerte, Nick si sabía qué hacer y se arrodillo frente a ella antes de regalarle una sonrisa.

—Hola, pequeña. ¿Cuál es tu nombre?

—Cassie—Dudo un momento antes de preguntar: — ¿Y el tuyo?

—Yo soy Nick y ella es mi amiga Abby.

—Hola, Abby—Me saludo la niña y me esforcé porque no me temblara la voz al responder.

—Hola, Cassie.

—Oye, Cassie—La llamo Nick vagamente—Escuchamos un ruido sobre nuestro departamento. ¿Sabrás que fue?

Cassie palideció un poco más antes de esbozar una sonrisa temblorosa que partió más mi corazón.

Ningún niño debería de actuar.

—Fue una película, puse el sonido muy alto, lo siento.

Ningún niño debería de mentir.

—No te disculpes. ¿Qué película veías?

—Una de acción.

Ningún niño debería de temer.

— ¿Recuerdas el nombre?

—Lo siento, papá la quito antes de que viera su nombre.

Todos nos sobresaltamos cuando la puerta de su departamento se abrió de golpe, la niña dio un paso hacia adelante, Nick se levanto de inmediato del suelo, yo di un paso atrás, un chico de la edad de Nick salió de ahí vistiendo un traje negro, nos dedico una mirada a nosotros pero ni siquiera se fijo en su hija quien le dedico una mirada cargada de odio cuando él bajo por las escaleras.

Poco después una chica salió, parecía joven, quizá era de mi edad, tenía el cabello castaño, igual al mío, era más alta que yo y era demasiado delgada, su piel era más blanca que la mía, sus labios rosas parecían manchados con sangre y sus ojos se veían demasiado cansados, y aun así, nos regalo una sonrisa apenada.

—Buenas noches, lamento demasiado los inconvenientes, mi hija apenas está aprendiendo a usar la televisión y puso demasiado alto el volumen. Mi nombre es Aurora, un placer.

Vi a Nick abrir la boca para hablar pero me adelante.

—Cassie ya nos ha explicado lo que sucedió y no hay ningún inconveniente, de hecho queríamos pasar a saludar. Yo soy Abby y él es mi amigo Nick. Vivimos en el piso de abajo.

—Un gusto conocerte, Aurora.

—Igualmente, Nick. Cualquier cosa que necesiten pueden venir y pedirla, sería bueno tener amigos por aquí—Retrocedió un poco con su hija—Fue un placer conocerlos. Di adiós, Cassie.

—Adiós, Abby. Adiós, Nick.

—Adiós, Cassie—Murmuramos Nick y yo al mismo tiempo antes de que Aurora cerrara la puerta.

Recuerdo que ninguno de los dos dijo nada mientras bajábamos las escaleras a nuestro piso, se que sentía un nudo en mi garganta y que mis ojos se llenaban de lagrimas, pero no solté ninguna, todo mi cuerpo temblaba y solo le rogaba al cielo no derrumbarme hasta llegar a mi habitación.

Entramos al departamento y fui directamente al sofá mientras Nick caminaba por el pasillo, las primeras lágrimas se deslizaron por mis mejillas en silencio al igual que los primeros recuerdos que llegaron a mi mente porque yo alguna vez fui Cassie.

Porque pude haber sido Aurora.

Porque conocerlas despertaba recuerdos que no me gustaban, que dolían y lastimaban.

Tome un cojín y me aferre a él con la mirada pérdida mientras las lágrimas no paraban de salir de mis ojos, como un castigo por no permitirme recordar, el dolor en mi pecho era una advertencia muy clara de las consecuencias que había por obligarme a olvidar.

Estaba tan concentrada en lo que sucedía en mi mente que no me di cuenta de lo que sucedía en el mundo real.

No me di cuenta de que Nick jamás había ido a su habitación.

No me di cuenta de que estaba sentado a mi lado.

No me di cuenta de lo mucho que lo necesitaba en ese momento hasta que hablo.

—Ven aquí, Abby.

Me tomo entre sus brazos y me abrazo, me permitió aferrarme a él mientras el llanto se volvía más fuerte, mientras sollozaba contra su hombro y apretaba su playera con fuerza, intentando decirle sin palabras lo mucho que me dolía todo, los recuerdos, las situaciones, el sentir que me volvía a hundir, que me estaba cayendo y que no sabía cómo salir.

Pero él si lo sabía.

Él entendía lo que sentía.

Por eso me abrazo con más fuerza.

Por eso me pidió que respirara con él.

Por eso hundió su cara en mi cuello de la misma manera que yo tenía la mía escondida en el suyo mientras me sentaba sobre su regazo para estar más juntos.

Por eso tomo mi dolor y lo volvió suyo.

Por eso me sostuvo hasta que ya no lo necesite.

Hasta que un nuevo pétalo cayó.

Un café para el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora