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JiMin siempre tuvo sueños realmente vividos de otro mundo, uno lleno de flores gigantes y parlantes, donde los colores fosforescentes predominaban sobre los tímidos pasteles. Tiene pequeños flashbacks sobre este sitio que no posee fin, con nebulosa en vez de nubes y animales mitad humanos, a los cuales no les descifra el rostro. Jamás supo cómo se llamaba, su padre solía decirle que eran imaginaciones de niño, pero aun siendo un adulto de veinte años sigue recordándolo y piensa seriamente que se ha vuelto un tanto loco.

Ha sido complicado desde la muerte de su padre, podría excusarse tras el estrés de su vida, pero incluso eso sería irrazonable, ya que no tenía problemas económicos ni carecía de nada en particular. Su familia era realmente poderosa y reconocida, por lo que sus pequeñas manos jamás se habían tenido que ensuciar, o más bien, nunca debían hacerlo porque no solo mancharía su vestimenta, sino también su pulcro apellido Park.

Siendo el único omega en su linaje, lo que lo tenía bajo presión era el martirio de tener que casarse con algún alfa de alta clase, como su abuela le exigía cada que lo veía, aunque su madre podría calmarlo diciéndole que podía escogerlo él mismo. Fanfarrias y mentiras, todo en su vida había sido decidido con antelación y ya tenían al "hombre perfecto" para esposarlo, un tal Alexander, un alfa extranjero que ayudaría a expandir el negocio familiar.

Ciertamente eso lo tenía contra la espada y la pared porque durante su infancia le había prometido a su amado padre que nunca se casaría, a menos que se enamorara y su corazón latiera desenfrenadamente por su pareja. El hombre mayor en esos tiempos le sonreía, le acariciaba su suave cabello rubio y lo llevaba hacia su cama para contarle sobre los viajes que realizaba en barco a través de todo el mundo.

—Vamos, levántate, se hace tarde.— resuena la tan bien conocida voz de la señora Ko, una sirvienta bajo la orden de su abuela y quien sin dudar había sido enviada para asegurarse de que no faltara a la presentación.

Hoy era el día en que conocería a su futuro alfa, el solo pensarlo le revolvía el estómago y lo hacía querer devolver el desayuno que ni siquiera había tomado. Se levantó con mucha pereza, estirándose y rascándose sus ojos con los puños de sus manos, bostezando sin pudor. Entonces sintió un cepillo sobre su cabello, estirando los nudos que eran el resultado de los movimientos contra su almohada por la noche, y procedió a morder su labio porque dolía que lo hicieran con tanto desdén.

—Puedo hacerlo solo.— aclaro, queriendo tomar el artefacto, pero la sirvienta le dio un manotazo que lo hizo retraer su mano por el escozor.

—Esta vez no, señorito JiMin, su abuela fue muy clara al decir "Debe estar presentable, perfecto para su futuro esposo", así que no estorbe y déjeme hacer mi trabajo.— parloteo la señora Ko y eso confirmo sus suposiciones sobre lo aterrador que sería este suceso.

Luego de haber terminado con esa tarea, fue empujado hacia su armario, él tomó un conjunto normal y cómodo para la fiesta, pero la sirvienta se adentró y sacó una caja que reconoció de su reciente cumpleaños. Su tan adorada abuela se había encargado de regalarle un vestido ridículo, de esos que te hacían usar ajustados corsé y como cuatro fondos sobre el tubular de la falda.

—Eso...— murmuró con preocupación al ver que la señora Ko lo desenvolvía y acomodaba sobre la cama, ella asintió sonriente y él solo pudo morder su labio inferior para no maldecir.

—Se verá hermoso, este atuendo es tendencia en la ciudad y el señorito Alexander debe verlo como un omega de primera.

JiMin quería ahorcarla, pero se decía mentalmente que la beta no tenía ninguna culpa, solo estaba haciendo lo que su abuela le había ordenado y tenía que acatar su pedido.

La tortura comenzó cuando las varillas fueron acomodadas en su cadera y cintura, el corsé no lo dejaba respirar adecuadamente y su rostro se coloreó de carmesí por el esfuerzo de mantenerlo retenido en sus pulmones. Después vino el primer fondo, la estructura y los innumerables holanes de decoración combinados con fondos para hacer su vestido más esponjado y llamativo; lo único que le gustaba de esto era el hermoso color celeste.

𝖂𝖔𝖓𝖉𝖊𝖗𝖑𝖆𝖓𝖉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora