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YoonGi recibió el aviso de JungKook y se coló en el castillo con facilidad, esto debido a su habilidad de volverse invisible. Al llegar a la habitación del rey, se posicionó detrás de su trono y se entrometió en el juego del pepero que tenían predicho.

Principalmente su idea era ayudar al omega, conocía perfectamente al rey y sabía de antemano cuáles sitios señalaba, siempre eran los mismos. Debido a eso, todos en el reino dejaron de jugar, era absurdo si te aprendías los movimientos y encima para SeokJin qué solo deseaba cortarle la cabeza a quien se le pusiera delante.

Al mismo tiempo, JiMin escuchaba atentamente al rey y las reglas de su juego, él señalaría con su flamingo rojo hacia una dirección y tendría que girar su cabeza en el sentido contrario. No sonaba tan complicado, pero en el primer intento falló y comenzó a ponerse muy nervioso, era un poco confuso no mirar hacia donde señalaba cuando las cartas, el flamingo y el mismo rey volteaban en esa dirección.

SeokJin siempre fue un manipulador, así que el juego estaba arreglado con sus ayudantes para siempre ganar y era casi imposible que JiMin se librará. Desde que todos sus súbditos le habían ganado, tuvo que encontrar la manera de cortar sus cabezas y esto aun si tenía que ser absurdamente tramposo.

YoonGi se volvió visible y se las arregló para no ser percibido por el rey, sino solamente por el omega. Entonces, cada que SeokJin señalaba una dirección, él se movería a la contraria para que JiMin lo siguiera con su mirada. Si el flamingo apuntaba a la izquierda, el gato iba a la derecha y si el flamingo iba hacia abajo, el gato iría hacia arriba.

JiMin al comienzo no entendía qué hacía YoonGi allí, pero pronto se percató de que estaba ayudándolo para que mantuviera su cabeza unida a su cuello. Por lo cual, las siguientes partidas eran pan comido, o ¿Té bebido?, seguramente eso diría el sombrerero y el señor ardilla. Sin embargo, después de la sexta ocasión consecutiva que le ganaba al rey, este se frustró y soltó un chillido por lo irritado que se encontraba.

—Estás haciendo trampa.— dijo con desdén SeokJin.

JiMin nego —P-para nada.— balbuceó, lamentablemente era pésimo mintiendo.

Los hombres cartas se movieron a tomarlo por los antebrazos cuando el rey tronó los dedos y YoonGi flotó encima del trono para quitarle a SeokJin su bonita corona. Ahora toda la atención estaba sobre el gato y no en el omega, así que con sus ojos bicolores le hizo señas para que se marchara mientras pudiera.

El conejo blanco entró ni un segundo antes, ni un segundo después, justo a tiempo para llevarse a JiMin lejos del rey. A través de la puerta se podían escuchar los berrinches de SeokJin al ver que tenía razón, pues el gato había ayudado a hacer trampa y exigía que sus hombres carta lo atraparan para cortarle la cabeza.

—¿Estará bien que lo dejemos solo allí dentro?— preguntó JiMin con notable preocupación.

JungKook asintió mientras observaba su reloj, tomó la muñeca del rubio y lo arrastró hacia el jardín, donde mantenía un hoyo secreto para ocasiones como estas. Se aseguró de que no hubiese nadie observándolos y empujó a JiMin al exterior, logrando encontrarse en el vasto bosque nuevamente.

—YoonGi puede entrar y salir de este castillo por sí solo en un segundo.— respondió finalmente el conejo, guardando en su bolsillo el reloj.

—¿En un segundo?— dudo JiMin sin creer del todo que fuese real.

Pese a su incredulidad, YoonGi ya se encontraba detrás de él, sin hacer ni un solo ruido para que al girarse se topará con su pecho. El conejo blanco se marchó para poder dejarlos a solas, el recorrido por el país de las maravillas había terminado, aunque para la pareja probablemente apenas había empezado.

𝖂𝖔𝖓𝖉𝖊𝖗𝖑𝖆𝖓𝖉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora