Val

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Estábamos en el supermercado del barrio comprando la bebida que íbamos a tomar esa noche, (por supuesto no era alcohólica, para nadaaa). Se venía la noche de las mil estrellas y había que estar preparados.

- Tía, ¡es que va a ser la mejor fiesta de la historia! - me dijo entusiasmada Serina mientras se apoyaba en la pared de la sección de bebidas alcohólicas.

- ¡Sí! Es que abrimos el verano, YA, va a ser memorable. - respondí igual de entusiasmada que ella. - Por cierto, duermo en tu casa, ¿verdad? Es que se lo tengo que confirmar a mi madre. -comenté mientras echaba la botella de ron en el carrito de la compra.

- Noventa por ciento segura de que sí. - Mi cara cambió al segundo y se debió de dar cuenta porque comenzó a sonreír como un angelito.

- ¡Serina!

- No te preocupes, Val, que cuando te preocupas pones gesto de abuela.

Yo la mato.

- Escucha, mi madre te adora, así que no va a haber problema, es que no me ha dado tiempo a decírselo sabes que lleva unas semanas que no para de trabajar. - aunque eso fuera verdad, la seguía queriendo matar.

- ¿Y ese diez por ciento entonces?

- Pues por si nos morimos, o por si nos aparece un plan mucho mejor. - y levantó las cejas a lo que respondí poniendo los ojos en blanco.

- Buah, tú siempre con lo mismo, que obsesión. - dije ya aburrida de que fuera lo único que tuviera en la cabeza siempre. - Hay cosas más importantes, ¿lo sabías, no?

- Sí, Val, como el medio ambiente, el cuidado de los animales y el cambio climático pero quiero un polvo, y a eso sí puedo llegar. - comencé a reírme. - A ver, es que no todas tenemos un novio que nos dé lo nuestro cada noche, ¿sabes? Apiádate de esta pobre chica solterona sin vida sexual desde tiempos inmemorables.

- Anda que no tienes cara. Si me contaste que lo hiciste con un tal Bryan, no mientas. - dije entre risas y ella se hizo la ofendida.

- ¡Una semana! Tú sabes cuánto es eso. - dijo con tal dramatismo que era imposible no reírse. - ¿Tu cada cuánto lo haces con el imbécil? - me preguntó.

- Que no le llames así, cansina. - comencé a echar cuentas y orgullosa respondí. - Pues creo que la última fue hace dos días cuando sus padres se fueron a trabajar a no sé donde.

Al ver el pequeño ataque de ofendidismo victimista comencé a reírme mucho más alto y una madre que pasaba por el pasillo nos miró fatal.

- Eso, encima regodeate. Como te odio de verdad. - y me echó una mirada supuestamente mortal entrecerrando sus ojos marrones miel.

Finalmente salimos del supermercado cargadas de dos bolsas con botellas de alcohol, refresco y chuches. Antes de que lo pienses, sí, nos dejamos un riñón ahí dentro, pero bueno como era dinero comunitario de un bote que hicimos con nuestros amigos pues bueno, no sufrimos tanto.

                                                                       ························

Estaba muy estresada, me quedaba una hora y no estaba lista. Estaba siendo la típica chica de las películas que sacaba su ropa del armario y la tiraba al suelo o donde cayera porque no parecía que tuviera nada que ponerse y corría por los pasillos, venga seguro que sabes a qué me refiero.

Para aumentar mi irritación aún más, mi madre no paraba de gritar por la casa que era un desastre y que recogiera mi habitación. Oí el sonido del telefonillo sonar y corrí a abrir la puerta desesperadamente. Eran Serina y Marc, dos ángeles caídos del cielo que venían a sacarme del foso en el que estaba.

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⏰ Última actualización: Oct 18, 2023 ⏰

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