Horacio Quiroga.

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Este hombre es admirable.

Murió con una apacible sonrisa en la cara,

una sonrisa que llenaba de luz su rostro.


Un amigo suyo lo encontró acostado,

en una habitación escura,

como si estuviera durmiendo profundamente

con una "alegría extraña",

y tubo una vida de tragedia.


Aún así este hombre escribió una infinidad de libros,

conoció a una infinidad de gente,

tubo una infinidad de aventuras,

y demás cosas,

él vivió hasta el final de sus días,

¿y que hago yo aquí?

mis padres siguen vivos,

tengo amigos, 

y gente que me apoya.

¿y qué hago yo aquí?

queriéndome morir,

solo porque no puedo,

con las exigencias de mi madre

y las expectativas de los demás.

debería madurar,

y tener las agallas de decir:

"no, viviré mi vida como yo quiera,

cumpliré mis metas,

y viviré grandes aventuras",

y cuando ya no pueda más de verdad,

ahí si,

me tomo un trago de cianuro

en una habitación oscura,

y moriré al fin,

como lo hiso Horacio Quiroga.

Capricho de media nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora