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Dos extraños bailando bajo la luna
Se convierten en amantes al compás
De esa extraña melodía que algunos llaman destino
Y otros prefieren llamar casualidad

Se amaron; dándose besitos, abrazos y mostrando su pasión en el cuarto donde la luna los iluminó.

Se hicieron felices; se sonrieron, se rieron de los chistes del otro, bailaron con la luz de la luna debajo de ellos pero todo lo bonito llega a su final.

Los amantes tan felices que habían bailado por toda la cuidad, que se habían hecho feliz por un día entero se estaban tratando de despedir de la manera menos triste.

Beomgyu sonreía con lágrimas en los ojos, había pasado el mejor día con el pelinegro del cual no sabía su nombre ya que lo llamaba por el apodo de cariño. No quería despedirse, era más que claro que quería seguir en la vida del mayor pero no todo en esta vida es gratis.

Yeonjun por su parte veía a el menor que guardaba sus sollozos y sus lágrimas, le dolía ver al amor de su vida sufriendo, lo dejaría ir sabiendo que eran dos extraños que no se conocían de nada pero que se habían amado con todo el alma en estas poquitas horas. 

Beomgyu sonrió y abrazo al pelinegro que beso la cabeza del rojito que sollozaba, le estaba costando mucho el alejarse pero era lo mejor; eran dos extraños que no se conocían de nada pero el chico lo había amado como nadie antes lo había hecho.

—¿Prometes que nos volveremos a encontrar otra vez?—. Pregunto guardando sus sollozos y limpiando sus lágrimas con su suéter.

—Te prometo que si, vida. Haré todo lo posible para encontrarte en esta y en otras vidas—. Sonrió besando su cabeza.

La gente los miraba con pena, la bonita pareja que tanto había sonreído y disfrutado de la presencia del otro se estaba despidiendo de una manera desgarradora.

La señora Kim, que era la encargada de la panadería miraba con lágrimas en los ojos como los amantes se despedían. Le pedía al universo que estos jóvenes no se separen y vaya que el universo le estaba haciendo caso.

—Adios, mi amor—. Se despidió Yeonjun con una sonrisa triste.

—Hasta que nos volvamos a ver, corazón—. Sonrió Beomgyu que desprendía lágrimas de sus hermosos ojos color café.

Cada uno se fue por su lado, dando pasos muy lentos porque ninguno se quería separar del otro. Les había costado mucho encontrar a una persona con la que conecten así de bien como ellos dos lo habían hecho.

¿De verdad lo vamos a dejar ir así de tan fácil?; La cabeza de ambos chicos hablo haciendo la misma pregunta.

Somos dos extraños que se hicieron amantes por una noche, respondían los dos.

¿Y quién dice que no podemos ser amantes todo una vida entera?.

¡Al carajo, arriesgaré todo y no me arrepentiré de nada!, ambos jóvenes repitieron en sus cabezas para voltearse y correr hacia los brazos del otro.

—Me llamo Beomgyu—. Hablo el rojito, sintiéndose en casa.

—Y yo Yeonjun—. Sonrió el mayor, dejando un beso en la nariz de su amado.

Parece que solo había sido falta salir a caminar ese día para encontrar a su alma gemela, a la otra parte de su corazón que pedía a gritos que se queden juntos.

Ese día se inició una bonita relación que estuvo llena de muchos altos, de mucho amor, de mucha pasión, de una conexión tan inmensa que sus amigos se pusieron a buscar el día de la boda si ninguno le había hecho una amarre al otro.

Sea como sea, son felices al lado del otro y haya sido destino o casualidad; los dos estaban seguros de que volverían a repetir esa noche mágica una y otra vez.

Fin <3

&lt;&lt;Destino O Casualidad&gt;&gt; ⟨⟨Yeongyu⟩⟩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora