Era Noviembre de 1997, nos encontrábamos a casi finales de año. Empezaban las fechas calurosas, aquí en Argentina, daban sus inicios ya que estábamos también a mediados de mes.
Eran justamente las 5:30 de la mañana, me preparaba para ir a un viaje escolar. Finalmente había llegado ese día, iría con mis amigos y nos divertiríamos, ¿que podría pasar?
Estaríamos escalando unas montañas... Bueno, no son montañas ya que eso sería algo peligroso para niños de nuestra edad, sería un cerro más o menos en Argentina, Cerro Champaquí más específicamente.
De Rosario a Córdoba fácilmente eran 5 horas en camión. Así que estaríamos llegando a las once de la mañana para desayunar y emplear aquella aventura.
El camión escolar parte a las seis, vivo a cinco minutos caminando de mi hogar al colegio, una ventaja. Bajé las escaleras, mi mamá me dio dos sándwiches, un jugo, un termo de agua y algo de dinero.
– Esto se servirá a la hora de irte, recuerda traerme un recuerdo. – Mencionó mi madre.
Me guiño un ojo, mi padre algo adormilado bajo las escaleras y acompañarme al colegio. Yo siempre había ido solo por la corta distancia pero era de madrugada y no podía exponerme así.
Salimos de casa y nos dirigimos al punto de la cita. Básicamente a la salida del colegio, ahí estarían los autobuses.
Antes de salir chequé todo, credencial de la escuela, dinero ahorrado y dinero dado por mi madre, suéter, mochila con mi lunch y un UNO para jugar con mis compañeros. Además de otras cosas extras que nos habían pedido.
Al llegar a la locación mi padre se despidió de mi y me dio un abrazo. Me dijo que por nada del mundo me separara de mi grupo, que si se me dificultaba alguna actividad que no dudara en decirle a algún profesor que no podía hacerlo por mi cuenta.
– Papá, no te preocupes, yo estaré bien y si algo pasa... Seguro me puse a jugar al fútbol. – Dije para luego sonreírle y abrazarlo.
– Sabes que me preocupo por ti... – Me separó de él y se puso a mi altura. Apoyó unas de sus manos en mi hombro y la otra fue directamente a su cartera. – Toma por si vez algo que te agrade, algo que se te antoje, tu cómpratelo.
Me dio aproximadamente 10.000 pesos, obviamente argentinos. Le agradecí y lo volví a abrazar. Nos tuvimos que separar porque los autobuses empezaban a partir, me despedí de él.
Al subir al autobús me saludaron mis amigos que vendrían a este viaje, para mi mala suerte me tocaba mi asiento hasta delante con la profesora. Yo quería estar en la bola con mis amigos pero no se pudo... Lamentablemente.
Aún así no evité hablar con mis compañeros que estaban al lado, obvio con solo los que medio conocía y tuve la confianza de hablarles. Me puse a jugar con ellos el UNO y la profesora se unió. Todo era risas hasta que llegamos al destino.
Primero desayunaríamos, estábamos enfrente de aquel cerro y estábamos en frente de unas cabañas. Era algo tan hermoso.
Muchos se apresuraron a bajar ya que tenían ganas de estirarse, mientras yo ordenaba todo lo de mi asiento. Fui de los últimos de bajar ya que saqué la basura que había producido y la tiré en un bote afuera.
Me quede un poco atrás pero alguien vino conmigo, mi amigo Sergio, este siempre estaba conmigo y no lo había visto ya que a él le tocó hasta atrás del autobús.
– Vente Leo, no vayas tan atrás, pibe. – Mencionó mi amigo y me jalo levemente del brazo para estar al toque con los demás.
Nos detuvimos unos segundos ya que Antonella, otra de mis amigas nos tomó una foto, a mi y a Sergio. Me tomó otra individualmente y otra con ella. Yo me quedé con las 3 fotos.
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Despertar
Fanfiction"Lionel tuvo un accidente en un viaje escolar. No pasó a mayores y despertó como si nada después de estar inconsciente durante dos semanas... Pero, ¿que sucedió después de todo eso? Siguió con su vida, como una persona normal. Pero un camino de sorp...