Chūya
Por fin había llegado a mi nuevo hogar, o al menos así me dijo aquella mujer de tercera edad quien me llevo a ese mediano espacio de cuatro paredes y una pequeña habitación de baño.
- Bienvenido a tu nuevo hogar.
Dicho eso la señora cerró la puerta haciendo que un poco de polvo se levantara por el impacto de la puerta.. parece que no estaba de buen humor aquella mujer; un suspiro por parte mía salió, mirando con atención el lugar parecía agradable.. más o menos, un pequeño sofá estaba en aquella pequeña sala, me senté y no tardó en aparecer más polvo, tenía que cambiar ese viejo sillón.
Unos minutos pasaron cuando escuché la vieja puerta ser golpeada con impaciencia, otro suspiro escapó de mis labios y con pesadez me levanté de aquel no muy cómodo sofá, a pasos pesados fui hasta la entrada mientras ese molesto sonido hueco seguía acabando con mi paciencia.
- Dios, podrías dejar de tocar.
Al abrir aquella puerta lo que parecía un regalo fue acercado a mi rostro sin golpearme, igual no pude evitar asustarme un poco.
- Bienvenido, vecino.
Una voz habló detrás de aquel misterioso y sospechoso obsequio, suspiré (de nuevo) e hice a un lado con mi mano la caja colorida con un moño por decoración; no esperé que aquel chico que ahora era mi vecino tuviera vendas por todos sus brazos y cuello.. es decir, ¿eso era normal? sin previo aviso esa momia parada en la entrada de mi departamento entro como si fuera el suyo.
Cabe aclarar que el departamento tenía una pequeña mesa en lo que parecía el comedor, una silla simple, un sofá nada cómodo y una cama llena de polvo. El desconocido colocó lo que llevaba en manos sobre la mesa, mi paciencia estaba tocando los cielos a punto de reventar.
- Eres el primer vecino maleducado que me deja en la entrada sin dejarme pasar.
Mencionó con una clara indignación falsa, solo suspiré.. ¿por qué reclamaba cuando ya estaba adentro?
- Eres el primer vecino que invade mi privacidad de esta manera.
Me defendí; el vendado solo soltó una pequeña risa y camino hasta el sofá donde se sentó, en serio que quería echarlo por la ventana, cómo sea; ese regalo en la mesa me provocaba más curiosidad.
- ¿Qué es eso?
Pregunté esperando no muy pacientemente la respuesta, aquel me miró con una sonrisa juguetona, no sabía que mierda tramaba solo lo quería fuera de mi departamento.
- Es un regalo de bienvenida, por si no te has dado cuenta.
Un pequeño tic apareció en mi ojo izquierdo, en serio lo quiero golpear, suspiré y me acerque al obsequio sentandome en la ya desgastada silla, con una mano lo acerque a mi dejando un pequeño camino de polvo sobre la dichosa mesa, dude un poco pues el contrario tenía su mirada clavada en mi cuello esperando una reacción.
- ¿Por qué titubeas, crees que es algo raro?
Volvió a hablar; si, obvio que desconfiaba de ese papel colorido y sin embargo solo jale el listón que lo adornaba, volví a soltar un suspiro.. no estaba de humor para bromas.
- Ah.. eres demasiado lento, te ayudo.
Se levantó y camino hacia mi, esa presión hizo que quitará el papel de colores rápidamente y solo quedara la caja. El chico mostró una expresión de satisfacción lo que me hizo dudar aún más. Que sea lo que Dios quiera, abrí la caja esperando algún juguete que me saltará encima o algo parecido.. no pasó nada y solo escuché las risas burlonas del más alto.
No tenía intenciones de ver lo que había en su interior, me acomode en la silla y cruce mis piernas decidido a echarlo de mi departamento.
- Bueno, ahora que recibí nada por parte tuya puedes irte.
Las risas del contrario cesaron. - ¿No me invitarás del pastel? ni siquiera me invitaste un vaso de agua, el anterior era más amable.
¿Pastel? odio el pastel, suspiré de nuevo y me levanté mirando el contenido de aquella caja, era un pastel de zarzamora con queso.. odiaba el pastel, si, pero este era el único que me gustaba, ¿cómo era posible?
- Si te doy un pedazo ¿te irás?
Aquel afirmo con la cabeza y esa sonrisa que tanto me molestaba; estaba por servirle en cambio recordé algo vagamente importante.. no tenía cubiertos y mucho menos platos, que vergüenza.
- Eh.. - Esa simple muletilla fue suficiente para que el contrario saliera de mi departamento como si nada, me sentí aliviado pero ignorado, en fin, no era algo que me debería importar ahora pues tenía un delicioso pastel de zarzamora con queso para mí solito.
Estaba por ir a cerrar la puerta cuando volví a ver al chico de enfrente salir, de nuevo un pequeño tic en mi ojo apareció cuando noté la presencia de una pequeña espátula, dos platos y dos cucharas siendo cargadas por aquel.
- Ahora podemos comer.
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apartamento 512 | Soukoku
Romanceotro fic que quedará a medias, probablemente. Nueva vida, lejos de su madre y hermano, paz era lo que buscaba en cambio el destino le tenía preparado un vecino demasiado molesto que parecía papel higiénico. ©los personajes no son de mi autoría.