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En el momento en que sonó el murmullo bajo de Hamill, Aristine volvió la cabeza.

Y se movió rápidamente.

Hamill la siguió inconscientemente mientras ella se alejaba en un instante.

Agarró suavemente a Aristine por la muñeca.

Pero Aristine no le devolvió la mirada.

El dorado sol de otoño caía sobre su cabeza.

—Su Alteza.

Aristine miró hacia atrás bruscamente, como si respondiera a la llamada.

'Sí, prefiero que esté enojada.'

Tenía la esperanza de que las emociones claras se estrellaran contra él.

Pero la voz de Aristine era simple y llana.

—Príncipe Hamill.

Los ojos morados eran firmes. Una pared tan dura que nada puede penetrarla.

Aristine hizo una ligera reverencia y se volvió de nuevo.

Era la actitud de no ignorar el saludo del príncipe, y luego irse.

No como un amigo.

'Ahora soy un perfecto extraño para ti.'

Una existencia que ni siquiera puede ser una piedra arrojada al lago.

Pero no podía soltar la mano de Aristine.

—No me vas a llamar Lu.

Aristine lo miró. Parecía disgustada.

Pero incluso esa mirada desdeñosa era mejor que le diera la espalda.

—¿Me engañaste y dices eso ahora?

Fueron palabras educadas.

Pero extrañamente, esas palabras pincharon su pecho.

Hamill sonrió suavemente.

—¿Qué quieres decir con que te engañé?

—¿No me hablaste del príncipe como si no fueras tú?

—Pensé que...

Los ojos azules miraban a Aristine como si estuvieran tensos.

Parecía desesperado.

—Si lo supieras, habrías reaccionado de la misma forma en la que estás reaccionando ahora.

—No.

Aristine lo negó de inmediato. Era una voz tranquila pero clara.

—Mi reacción hubiera sido diferente si lo hubieras dicho tú mismo.

También es mentira contarle una verdad a medias a una persona.

Hamill leyó un claro rechazo en los ojos de Aristine.

Era completamente diferente de cuando se conocieron y pensó que era un cazafortunas.

No pudo evitar darse cuenta de que había sido completamente expulsado de la vida de Aristine.

Hamill nunca tuvo un apego persistente a nada.

Nunca había estado obsesionado tampoco.

Era perfecto desde su nacimiento y no había ningún obstáculo en su camino.

Nunca sintió presión, incluso cuando aparecieron las fuerzas de Tarkan.

Todo estaba en su mano, e incluso si abría su palma, no escapó de su agarre.

Aristine²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora