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❝CREO QUE LA ESCUCHÉ GRITAR❞
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La luna estaba en su máximo esplendor, pero las nubes llenas de agua impedían que los habitantes de Rosewood observarán las bellas estrellas del cielo oscuro. Aunque a Delilah Brown no le fue difícil salir de su casa a la hora exacta para que la lluvia no la mojase, pues había cometido el error de no haberse cogido un paraguas o algo para cubrirse.
Camino rápidamente por el barro causado por las recientes lluvias de verano, que le ha in mancharse sus zapatos, para así llegar al granero de los Hastings, la familia de una de sus mejores amigas, Spencer. Habían quedado ella sy otras cuatro chicas más para despedir el verano lo grande y re ordar los mejores momentos pasados en el verano.
Cuando estaba a punto de llegar a la puerta del granero, el móvil de Delilah sonó, así notificándola ue le había llegado un nuevo mensaje. Lo cogió del bolsillo trasero de sus pantalones vaqueros y vio quien fue el que le enviaba un mensaje a esas horas. Una sonrisa se dibujó en su cara, pero la borró cuando vio el contenido.
Tenemos que hablar
Ese mensaje podría tener dos significados, uno positivo y otro negativo, pero debido a los pasados acontecimientos, Delilah asumió que era la segunda opción. Después de contestar el mensaje, volvió a guardar su teléfono, y, ahora sí, abrió la puerta del granero.
Nada más entrar, Delilah notó que todavía faltaba Alison, lo ue la calmó, pues no quería enfrentarla luego de esa mañana. Ella era la chica más popular de Rosewood y la que juntó a todo el grupo de amigas conformado por Emily Fields, Hanna Marin, Aria Montgomery, Spencer Hastings, Delilah Brown y ella misma.
—¿Me he perdido algo? —preguntó Delilah mientras se sentaba en un sofá al lado de Spencer.
—Nada en especial —dijo Hanna, quien estaba sentada al frente de Delilah. A continuación, Delilah cogió una manta y se la puso en las piernas, pues empezaba a tener frío.
—Gracias —le agradeció Delilah a Spencer, que le había dado un vaso rojo en el que había alcohol que Hanna le había robado a sus padres.
De repente, todas las luces se apagaron y el granero se inundó de un gran silencio.
—Debe de ser la tormenta.
Spencer comenzó a encender unas velas con un mechero y aponer varias linternas alrededor del granero con ayuda de Delilah. Cuando iban a empezar a hablar otra vez, la puerta se abrió, alertando a las chicas de nuevo y haciendo que todas se levantasen para ver que es lo que estaba pasando, ya que las empezaba a preocupar.
Con Hanna agarrada de su brazo, Delilah se sobresaltó debido a la vibración de su móvil y el sonido de un cristal rompiéndose.
Cuando llegaron a la salida, una figura apareció, causando que todas gritasen. Pero los gritos se convirtieron en risas al ver que era ni más ni menos que Alison Dilaurentis, la única integrante del grupo que faltaba.
Con más calma, todas volvieron a sus respectivos sitios y Delilah se volvió a poner la manta en sus piernas, pero esta vez para otro fin, el cual era ver el mensaje que le habían mandado anteriormente, que resultaba ser las misma persona de antes, y responderlo.
Está bien, te veo más tarde en frente de tu casa
Delilah debió de haber estado en su propio mundo, pues de repente sintió que todas la estaban mirando, pero Alison, Alison la estaba mirando de una manera indescifrable para las demás, pero no para Delilah.
—¿A quién escribes? —preguntó Spencer. Delilah sacudió la cabeza para quitarle importancia al asunto.
—Es sólo mi madre asegurándose de que he llegado bien —contestó Delilah antes de beberse el contenido de un tirón.
—Ten cuidado Deli. Bebe mucho y nos contarás todos tus secretos —bromeó Spencer al ver que su amiga tenía mucha prisa en beberse todo el contenido del vaso.
Alison miró a todas con una sonrisa, que guardaba más de lo que parecía, y habló, haciendo que el granero se inundase de un silencio incómodo —Las amigas comparten secretos, eso es lo que nos mantiene unidas.
—Bebe —Alison le tendió un vaso a Aria, así haciendo que el silencio se convirtiera de nuevo en risas.
. . .
La primera en levantarse fue Aria, quien se tocó la cabeza por el gran mareó que sentía. Todavía con sueño, miró a su alrededor, y es ahí, cuando se dio cuenta de que ni Alison ni Spencer estaban en el granero.
Despertó a Delilah, quien era la que se encontraba más cerca, y luego, fue despertando a las demás.
—¿Dónde están Ali y Spencer? —preguntó Emily extrañada. Aria se encogió de hombros, pues tampoco sabía dónde estaban.
Delilah se levantó y comenzó a caminar hacia afuera del granero, debido a que vio a una sombra acercándose. Gracias a la iluminación de la luna, pudo ver que era Spencer.
—¿Sabes dónde está Ali?
Spencer con la cara pálida dio la peor noticia que las chicas podían haberse imaginado.
