I

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Spreen esperaba muchas cosas de su vida... Nada salió como él lo planeaba, absolutamente todo se salió de su control y tomó un camino que él no deseaba.

Desde niño, él creía que se presentaría como un alfa grande y fuerte igual que su papá Vegetta. Creía que tendría un aroma profundo a café como el de él y conseguiría a un lindo omega con el cual formaría una familia feliz como la suya.

Sin embargo en cuanto Spreen cumplió los 10 años, sus feromonas liberaron un olor a fresas, un aroma frutal más parecido al de su papá Rubius, ¿Por qué olía a frutas?

Bueno, el médico lo declaró dos días después.

Él es un omega.

Su vida entera cayó en pedazos, todo lo que él pensó que sería cambio drásticamente.

Ya no sería un alfa grande y fuerte... Ahora es un omega delgado, pequeño no, agradecía mucho los genes híbridos de su papá Rubius y sin importar su casta sería alto de todos modos.

Pero el punto aquí es que la vida decidió golpearlo al hacerlo omega.

Y no fue la única vez.

Los papás de Spreen tenían dos amigos que eran pareja.

Sus tíos Luzu y Quackity. Luzu era un beta y Quackity un omega, ellos dos tuvieron un hijo, un niño tonto llamado Roier.

Roier era "amigo" de Spreen, amigo solo por la amistad de sus padres. Para Spreen, Roier no era más que un chico tonto, escandaloso y en extremo fastidioso.

Durante años en la escuela, Spreen molestaba a Roier diciéndole que era tan tonto y debilucho que seguramente resultaría ser un omega.

Y la vida nuevamente lo jodió con ganas porque Roier terminó presentándose como un alfa solo dos semanas después de la presentación de Spreen.

Era raro que un niño de 10 años creyera en el karma, pero Spreen estaba convencido de que todo eso fue obra del karma por todo el bullying que le hizo a Roier durante dos años.

Y el karma siendo la perra que es, no se detuvo con eso, oh no. Al destino no le bastó con hacer a Spreen un omega y hacer del chico tonto de Roier un alfa, oh no, por supuesto que debía joderlo más.

Su pesadilla se hizo realidad cuando terminó dándose cuenta de que había caído rendido por el amor. Él se había enamorado de Roier, un amor que se sentía tan fuerte en su pecho que a veces creía que su corazón explotaría al ver a Roier o al oírlo reír, al mínimo roce entre ellos.

Un Spreen de 15 años terminó por aceptar aquello, estaba enamorado de Roier y su corazón no iba a dejarlo alejarse, él necesitaba estar con Roier, era casi como si todo su cuerpo lo estuviera obligando a estar a su lado, quería estar con él.

Spreen pensaba que como la vida lo odiaba, Roier terminaría enamorado de alguien más, sin embargo las cosas no fueron así. Parecía que por primera vez, la vida se apiadó de él, porque una tarde de primavera, Roier vino a él con un ramo de flores y un pequeño obsequio, un libro que Spreen llevaba meses buscando.

Roier lo estaba cortejando.

Spreen estaba encantado, por fin su vida iba en positivo.

Tenía una relación estable, sus padres aceptaron de maravilla a Roier y los padres de Roier lo aceptaron inmediatamente a él, iba bien en clases, estaba feliz.

Pero Spreen ya sabía que la vida es una mierda y la vida lo odia. Y por esos a sus 16 años se topó con una gran sorpresa...

— Van a ser abuelos— Spreen habló y la mirada de sus padres cambió de golpe.

— ¿Qué?...— Rubius habló.

— Y Roier me marcó— Dijo el joven omega.

— Je, je, je...— Roier sonrió un poco— ¿Sorpresa?—

Continuará...

Teen DadsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora