III

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— ¡HIJOS DE LA CHINGADA!—

El grito de Quackity se escuchó en todo el barrio.

Dentro de su hogar había mucho caos.

Quackity estaba gritando, con una chancla en su mano derecha, dispuesto a atacar. Vegetta estaba tratando de detenerlo de dañar a alguien. Luzu estaba en el suelo, en estado de shock. Rubius estaba de pie a su lado, riéndose a todo pulmón. Finalmente Roier estaba escondido detrás de Spreen.

— ¡YA SALIERON CON SU DOMINGO 7!—

— ¡Quackity ya!— Vegetta intentó calmarlo.

Quackity gruñó y lanzó su chancla, la cual sobrevoló por encima de Spreen, luego chocó contra la pared y se regresó, golpeando a Roier en la cabeza, luego rebotó para golpear a Spreen en la cabeza y por algún motivo volvió a rebotar y regreso a mano de Quackity.

— Vale, eso fue genial— Vegetta comentó, soltando a Quackity.

— ¡Pinches chamacos!— Quackity gritó— ¿¡En qué vergas pensaban!?—

— En amor— Roier dijo, asomándose desde su escondite.

— Su amor se puede ir derechito a chingar a su...—

— Quackity— Luzu lo interrumpió mientras se levantaba lentamente del suelo— Yo me hago cargo—

Luzu sin duda alguna era el más tranquilo de los 4 adultos, sin duda era quien más serenidad traía.

— Solo queremos entender, si este embarazo no fue accidental, ¿Por qué lo hicieron? ¿Y cuánto llevan planeándolo?— Luzu preguntó.

— Hace seis meses— Roier respondió— Spreen me dijo que él me amaba tanto y sabía que yo era el elegido para él, así que debíamos sellar nuestro amor—

— ¿Teniendo un hijo?—

— Mi papá me dijo que formar una familia es una gran muestra de amor— Spreen dijo, Rubius le dedicó una mala mirada a Vegetta— Y yo quería mostrarle a Roier todo mi amor... Y tengo un mes y medio—

— ¿Mes y medio?— Vegetta preguntó y se quedó pensando— Nuestro viaje de aniversario—

Rubius abrió bastante la boca.

— Hijos de puta, esperaron a que no estuviéramos en casa— Rubius dijo.

— Fue el fin de semana que dejamos a Roier quedarse con Spreen— Quackity habló.

— Yo tenía un calendario para saber mis fechas de celo— El de ojos morados habló— En cuánto mis viejos se fueron yo dejé de tomar mis supresores—

— Ay, chicos— Luzu negó con la cabeza— No estamos enojados—

— ¡Yo lo estoy!— Dijeron Rubius y Quackity al mismo tiempo.

— Bien, dos de nosotros están enojados— Luzu se corrigió— Y tienen razón en estar enojados, chicos ni siquiera son mayores de edad, hicieron todo un plan de embarazo a nuestras espaldas, se aprovecharon de nuestra confianza e hicieron todo esto, Roier marcaste a un omega y lo preñaste, acaban de ponerse una responsabilidad enorme en sus hombros—

— Lo entendemos— Spreen dijo.

— No, es que aún no entienden...— Rubius suspiró, hablando con más seriedad en su voz.

— Creo que lo mejor es que nosotros cuatro hablemos— Vegetta opinó.

— ¿Hablar de nosotros como si no estuviéramos acá?— Preguntó Spreen, cruzándose de brazos.

— En cuánto ustedes dos sigan siendo menores de edad, siguen siendo responsabilidad nuestra— Quackity dijo— Así que sus acciones son nuestro asunto y sus consecuencias son nuestras consecuencias, se me quedan aquí los dos mientras los adultos hablamos—

Y con eso, los cuatro se fueron de la sala.

Continuará...

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