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Una de las pocas clases que daba, que me gustaba, era la de lengua y literatura, había momentos en los que hacíamos poesía o lectura del libro. La profesora usaba diferentes métodos para enseñarnos. Hoy nos había dicho que escribiéramos un poema libre, de lo que fuera que sintiéramos, en quince minutos, luego deberíamos leerlo en voz alta. Estuve escuchando con poca atención algunos de ellos, hubo uno del de una chica que me encantó. Cuando llegó mi turno, respire un poco y empecé:

Podría amar a la distancia,

Morir con desgana,

Mientras tú me abandonas con elegancia.

Sería capaz de saltar ese muro,

Lleno de espinas,

Pero caería con estrépito,

Debido a que no llegaría a cubrir mis heridas.

Lloraste en el funeral,

Compartiendo tú frío.

Dejaste florecer esta tristeza monumental,

Encogiendo este corazón mío.

Querría decir que me abandonaste,

Pero nadie es culpable de mi dolor,

Porque cada quien es decisor.

Me acuerdo de esa noche,

Tus ojos habían elegido,

Que luchar es para la gente valiente,

Pero retirarse a veces es lo correcto.

Ahora deberé marchar,

Recoger los trozos que quedan,

Permitirme los recuerdos rememorar,

Mientras las estrellas me acompañan.

Hubo un pequeño silencio, hasta que poco a poco comenzaron a aplaudir. La clase siguió, me iba a levantar, pero la profesora me detuvo. Sus ojos negros estaban clavados en los míos.

Tu poema me ha encantado. El modo en el que te has expresado, es admirable. Has sacado lo que tenías dentro y lo has transformado en algo precioso —me la quedé mirando, no iba a decir nada, no tenía fuerzas para hacerlo, se apretujo un poco los dedos de las manos, quería preguntarme algo Sé que no estás pasando por un buen momento, ¿Qué tal está tu madre? —abrí los ojos con incredulidad, pero recordé lo que estaba pasando.

Está bien, Margot. Pero no intentes acercarte a ella de nuevo. Solo te recordará, que si estás en el hoyo, nada ni nadie, te sacará de allí. Ya se acostumbró a permanecer en la oscuridad—una lágrima rodó por sus mejillas, la consolaría si pudiera, pero nada de lo que hiciera, cambiaría los hechos. Ella necesitaba estar sola, y yo necesitaba irme de este lugar.

Di media vuelta, encaminándome hacía mi siguiente clase.

No era capaz de concentrarme en nada. Hay momentos en los que desearía irme al lugar más recóndito del mundo, que nadie me encontrase. Pero se supone que ante las adversidades hay que tener las manos en alto.

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⏰ Última actualización: Mar 29, 2023 ⏰

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