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HYUNJIN

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HYUNJIN

No hubo un tercer timbrazo, cosa que agradeció, porque una llamada era fácil de ignorar, dos le hacían fruncir el ceño, y tres eran la señal de que fuera lo que fuera era importante. Al menos por norma general.

Contó hasta diez y se atrevió a mirar por fin hacia abajo, esperando encontrarse justo con lo que vio. Jeongin lo estaba observando, tan guapo como mosqueado, probablemente pensando todavía en si debía o no cumplir con su amenaza de romperle la nariz si dejaba de besarlo en cuanto se escuchó el primer timbrazo.

Se veía tan irreal. Hyunjin no tenía ni idea de dónde había sacado las fuerzas para apartar los labios de los suyos.

—Deja de mirarme así —ordenó Jeongin.

—¿Así cómo?

—Como si estuvieras a punto de pedirme matrimonio —respondió, haciéndolo sonreír.

—Deja tú de mirarme como si quisieras matarme —replicó—. Podría haber sido peor: podría haberme levantado a ver quién era, como hizo otro.

—No me lo recuerdes —se quejó, desviando la mirada.

A Hyunjin se le escapó una pequeña risa.

—Entonces —volvió a hablar, mucho más seguro de lo que había creído que sonaría teniendo en cuenta lo que estaba a punto de hacer—, en vez de enfadarte conmigo, alégrate de que no lo haya hecho, porque ahora puedo hacer esto —apartó de nuevo la mano del colchón para llevarla hacia su miembro ya descubierto, como todo él y como todo Jeongin, y lo alineó en su entrada, ya embadurnado del lubricante de una botella que Minho y Jisung se habían dejado allí sin querer durante su mudanza.

Tu desastre es mío | au hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora