106.

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Hanna.

Despierto con la agradable sensación que le provee la suave cama a mi adolorido cuerpo, la tenue luz de la habitación me deja observar a mi alrededor pero no reconozco la habitación. Mi cabeza duele cuando intento recordar donde estoy, mi vista cae en mi cuerpo haciéndome notar que llevo ropa cómoda, las alarmas se encienden dentro de mi cuando caigo en cuenta de que estoy conectada a un suero que no se ni siquiera que lleva.

Sin saber si me encuentro en las manos equivocadas o no.

La puerta se abre y mi cuerpo se relaja cuando veo de quién se trata, James entra poniendo sus ojos en mi, los cuales no tardan en brillar al verme despierta. Siento un raro cosquilleo en mi estómago, lo cual supongo es hambre pese a que se siente distinto y aumenta cuando el chico se acerca a mi.

-Preciosa ¿Cómo te sientes?- besa mi frente haciendo que involuntariamente cierre mis ojos al cálido contacto mientras deja en la mesa de noche una jeringa.

Sinto paz al verlo, me tranquiliza que esté aquí. Me siento algo perdida y temía estar en peligro, en manos de alguno de nuestros tantos enemigos.

-Bien Jay- su ceño se frunce en un gesto casi imperceptible que sólo me es posible notarlo porque aunque lo intento no he podido apartar mi mirada de él desde que cruzó esa puerta -¿Qué es eso?¿Qué pasó?- pregunto aún algo adormilada.

Llevo mis manos a mi cabeza cuando siento la punzada de dolor al volver intentar recordar, es un dolor lacerante que me hace cerrar los ojos al sentir que mi cerebro punza por el esfuerzo. Noto una venda alrededor de ella.

¿Qué demonios me pasó?

-Es un calmante y antibióticos-habla suave respondiendo mi pregunta mientras toma el suero para colocarlo- Me diste un susto de muerte cariño.

Su tono es cálido, lleno de afecto, lo cual me hace sentir mejor. Observo su movimientos, la facilidad con la que se desenvuelve, como si hubiese hecho esto muchas veces antes, como si ya fuera un profesional de años de ejercicio.

-No sabía que ya supieras hacer eso- murmuro- Serás un gran doctor- sonrío orgullosa de mi mejor amigo y de su gran potencial.

Su ceño se frunce claramente esta vez, sin embargo se concentra en lo que hace antes de acercarse a revisar mis pupilas con una pequeña linterna. Ante el inesperado repaso que le dan mis ojos casi como si tuvieran vida propia puedo notar que está más fuerte, puedo verlo más musculoso y grande. Su barbilla tiene una leve barba que no se le ve nada mal.

De hecho...se ve bien.

Coloca sus dedos en mi mejilla con suavidad mientras revisa mis ojos, ese pequeño contacto causa cosas raras, sensaciones nuevas e inusuales.

-¿Tu cabeza duele?- pregunta mientras sigue en lo suyo, no sé en que momento se volvió tan...bueno en lo que hace.

Si, eso. Bueno en lo que hace.

-Si, cuando intento recordar que fue lo que pasó- respondo- ¿Podrías decirme? Me siento algo perdida- pido esperando poder unir cabos en mi cabeza para entender que hago aquí en estas condiciones.

Veo la preocupación reflejada en su rostro.

-Sufriste un accidente, estamos en casa- su tono siendo reservado, cauteloso.

-¿En casa de quién?- frunzo el ceño ante su falta de especificación, me mira nuevamente-¿En tu departamento o el mío?

Parece que lo he golpeado con mi pregunta, lo cual me descoloca por completo.

-No puede ser-susurra alejándose mientras revuelve su cabello, frustrado, alarmado.

Observo mi alrededor sin entender que es lo que está pasando, intento mantener la calma pero el hecho de que él actúe así me está asustando, me hacer entender que algo anda mal. Veo que hay elementos médicos de todo tipo en esta habitación, como si estuviera en una sala de hospital más moderna y acogedora, también noto una placa en uno de sus estantes con la frase: "Dr. Sheldon" grabado en ella.

Contrarreloj [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora