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Sentada en un banco de madera en la Avenida curiosamente silenciosa, solo se escuchaba el sonido de las hojas mesearse de un lado para otro por la brisa marina. Era una noche parcialmente despejada y tranquila, tanto que la nostalgia la invadió profundamente.
En un par de horas tendría la oportunidad de abandonar todo aquello con lo que alguna vez fue felíz.En cada suspiro que se escapaba de entre sus labios, se esfumaba un doloroso recuerdo. Ya no los necesitaba, no necesitaba a nadie, ella podía salvarse sola. No lo necesitaba... para nada.
El ruido del motor de un auto se detuvo a unos metros de ella. Podría confundirse con cualquier suceso siniestro, pero sabía quién podía buscarla a estás altas horas de la noche. Solamente él podía hacer semejante estupidez.
Escuchó sus pasos acercándose con cierta cautela. Sintió su presencia detrás suyo, pero no volteó y trató de mantener una respiración calmada.
Pasó un par de minutos para que él decidiera finalmente sentarse al otro extremo de la banca. Se mantuvieron en silencio, no necesitaba nada más, tampoco quería iniciar una conversación incómoda que probablemente terminaría mal... nuevamente.¿Por qué estaba aquí? ¿Por qué la buscaba de nuevo?
Y ante tanto silencio, él empezó a tararear una canción que, perfectamente, los dos conocían y atesoraban en su corazón.
Gracias al suave oleaje y la acogedora voz que él poseía, se empezó a formar un nudo en su garganta que parecía imposible de deshacer.No sé dió cuenta cuando él se había acercado tanto y por qué le permitió hacerlo. Suponía que era porque extrañaba esa comodidad y tranquilidad que solo él le proporcionaba.
Él hizo que apoyara su cabeza en su hombro mientras la abrazaba y le decía cuánto la quería y extrañaba. Ella había caído en un profundo sueño, soñaba con él y todas las posibles oportunidades para estar a su lado y volver a esa paz.
Y aunque hace un rato se había dedicado a solo tenerla apoyada en su hombro alejada de sus brazos, ella seguía sonriendo y soñando con él.Solo la pudo despertar su alarma que marcaba la hora que debía tomar ese avión.
El tiempo había acabado, pero quería seguir con él, lo quería –quiere– demasiado. Pero hace años que el reloj que marcaba su tiempo se había detenido. Hace tiempo que resonaba en su cabeza la alarma que trataba de ignorar.No quiere despertar. No quiere abrir los ojos y solo ver esa mirada indiferente que él le daba cada vez que sus ojos marrones se encontraban. No quiere alejarlo. No quiere olvidarse de él, pero tampoco quiere seguir sufriendo por esos ojos vacíos de afecto, sonrisa encantadora y mentirosa, manos fuertes pero indecisas, corazón desleal.
Se levantó de la banca con temor y no lo volteó a ver por si caía de nuevo por esos tiernos ojos cafés.
Indecisa, empezó a caminar lejos de él que parecía que no le importaba o que no se daba cuenta que se alejaba de su lado, tal vez para siempre.Caminaba a paso lento. Aún tenía la esperanza que él tomaría su mano y caminarían juntos.
Cómo si fuera tan fácil.
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Escritos.
Short StoryEscribir me ayuda mucho a sobrellevar los problemas y manejar mis emociones.