Capítulo 2: Dejar las diferencias

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Después de leer el mensaje por segunda vez, para cerciorarse de que, quien le había enviado el mensaje, efectivamente era quien había estado rondando su mente todo el día, se dispuso a pensar en tan particular y rebuscada pregunta. Pero en lugar de repasar los acontecimientos del pasado hasta llegar al recuerdo del momento en que ambos se conocieron, como Yoongi se lo pedía, comenzó a pensar en las razones que podía tener el mayor para enviarle tan misterioso mensaje y hacerle tal cuestionamiento. Sin embargo, antes de que pudiera formular alguna hipótesis sólida en su mente, cuatro toques en la puerta de su habitación le obligaron a despegar su vista del celular y ponerla en el lugar de donde provenía el sonido.

Se levantó de su cama y se apuró en encender todas las luces. Se encaminó hasta la puerta, acercó sus ojos hasta la mirilla, pero no encontró a nadie del otro lado. De todas formas, abrió y asomó desconfiado su cabeza, descubriendo que, en la pared a su derecha, estaba Yoongi con la vista fija en el suelo. Yoongi alzó la cabeza y lo miró por el rabillo del ojo, apartando la mirada al darse cuenta de que su presencia ya había sido percibida. Taehyung permaneció en silencio intentando adivinar porqué estaba ahí, mientras que el mayor, sin decir nada, echaba un vistazo hacia el interior de la habitación intentando comunicarle que deseaba entrar. Taehyung tardó en entenderlo y le permitió la pasada.

En cuanto ambos estuvieron dentro, el silencio se hizo presente. Yoongi estaba de pie cerca del ventanal, mirando hacia el exterior y dándole la espalda a Taehyung. La situación era difícil de afrontar, teniendo en cuenta que eran dos personas en un cuarto de hotel que no se tenían nada que decir, pero que, al mismo tiempo, necesitaban de muchas explicaciones.

—Te traje algo de comer —habló Yoongi, rompiendo la incomodidad que se había formado en el ambiente. Le tendió una bolsa que Taehyung no se había percatado, hasta ese momento, que llevaba.

Le costó trabajo entender lo que estaba ocurriendo. Yoongi le había comprado comida y ahora estaba en su habitación para entregársela. Eran muy pocas las ocasiones en las que el mayor se comportaba de esa forma con él, y sólo era cuando estaban acompañados con más personas.

Aún extrañado recibió la comida sin dejar de ver la expresión del mayor, en busca de alguna señal que le dijera que todo era una muy mala broma y que él estaba cayendo de lleno en ella.

—Gracias, pero no tengo hambre.

Agradeció luego de comprobar que Yoongi estaba hablando con seriedad y que no existían dobles intenciones escondidas bajo su amabilidad. Dejó la bolsa sobre la mesa de noche, dispuesto a no saber más de ella.

—¿No tienes hambre? —preguntó Yoongi sin poder creer lo que oía. Taehyung negó, confirmando sus palabras, sin entender el porqué de la reacción de Yoongi ante su contestación—. No has comido nada desde ayer.

Taehyung se sorprendió, preguntándose cómo es que Yoongi sabía eso, ya que aquella confesión indicaba que el contrario había estado pendiente de sus comidas.

Yoongi pareció adivinar sus pensamientos y de inmediato adoptó una actitud nerviosa, pues se comenzó a rascar detrás de su oreja. Hábito que Taehyung conocía muy bien pues Yoongi lo hace cada vez que se vuelve el centro de atención en conversaciones o cuando dirigía las reuniones de departamento.

—Hoy le has dicho a Jimin que no desayunaste porque no te gustaba comer antes de un vuelo —Yoongi se encaminó hasta la mesita de noche, donde la comida permanecía intacta, sin soportar tener toda la atención del menor sobre él. Una vez que tuvo la comida en sus manos, se dirigió esta vez a la pequeña mesa para dos que se encontraba frente al ventanal—, luego rechazaste la comida del avión y no has querido bajar a cenar.

Comenzó a servir la cena, acomodando meticulosamente la comisa sobre la mesa, dejando todo dispuesto para empezar a comer.

—El cansancio me roba el apetito.

Acompañando al silencio | TaegiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora