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Era extraño sentir una sensación de alivio mezclado con la completa melancolía y dolor de perder a un ser querido.

Su hermana lloraba en sus brazos, la triste melodía era mezclada con el eco de las gotas de lluvia chocando con el cemento, no habían palabras para describir cómo se sentía, de pie frente a su casa recibiendo a cada desconocido que le daba el pésame por su pérdida las personas caminando hacia el ataúd, mirando por última vez un rostro que ya no era más que un recuerdo de la persona que solía ser.

No estaba tan cerca para verlo, se mantenía en la entrada con la mano sujeta a la de su hermana, veía a las personas caminar, llegar frente a frente y despedirse, llorar o solo mirar antes de tomar su respectivo asiento. 

Aún así, aun cuando todos ya se despidieron, aun cuando su hermano fue a ver antes de sentarse, no se atrevió a moverse, no quiso caminar para ver, no quiso acercarse y saber que todo ya se había acabado.

Y quizás, si se mantenía alejado de este momento, podría mantener el recuerdo como algo más dulce, más hermoso, como algo mucho mejor que la dura realidad que estaba sufriendo.

Un golpe constante lo hizo despertar, ya no estaba lloviendo, ya no era un horrible día y su hermana no estaba a su lado.

El sol entraba por las cortinas rotas de su cuarto, su cuerpo se sentía adolorido y sentía que su cabeza iba a explotar en cualquier momento, los golpes se hicieron más fuerte haciendo que el dolor de cabeza solo fuera más insufrible.

Era extraño, normalmente o abrían la puerta o tocaban y después dejaban lo que sea que hubiera pedido, no es como que mucha gente se preocupara o lo fuera a ver.

Se levantó aún sintiendo un fuerte dolor de cabeza y caminó hacia la entrada, tropezando en el camino con latas vacías y jeringas ya usadas.

Al abrir la puerta fue cegado nuevamente por la luz natural del día, frente suyo una figura que no pudo reconocer al principio.

Lo primero que notó fue el cabello rojo, brillando bajo la luz del sol e iluminado el lugar como si llamas fueran, un recuerdo, de cuando era mucho más joven y miraba hacia arriba aparecía en su mente, un rostro dulce y joven pero que nunca sabía qué hacer, una persona que intentaba ayudarlo y quererlo pero sus problemas eran más grandes que su amor.

Parpadeo un par de veces, no era posible, era solo su mente jugando un mal rato, no era necesario entenderlo, cuando su vista finalmente se aclaró se dio cuenta que, efectivamente, solo era una ilusión, y quien creía estaba presente para venir a cuidarlo solo fue un breve recuerdo de su infancia.

En vez de eso estaba una mujer, joven también, pero estaba con un uniforme, y al ver su placa comenzó a entender que no estaba a salvo.

"Mira, si es por quejas de olor los del cuarto 6 siempre están encerrados y salen con máscaras, si alguien hace drogas son ellos" advirtió alzando las manos. La chica solo suspiró.

"Un gusto verte también Kenneth"

Se quedó callado, no reconocía a la chica de nada, ni si quiera con su voz pudo tener alguna idea, la chica pareció reconocer su confusión y le mostró su tarjeta de identidad.

"Rebecca McArthur, me decían Red, estuvimos juntos durante toda la escuela, nos graduamos juntos" Dijo ahora mirando a su alrededor "Parece que te va bien"

Soltó una pequeña risa ante el tono sarcástico de la contraria, obviamente no podría estar peor, mirando levemente a su llamado hogar se podía notar que algunas de las paredes estaban rotas, que no habían más que cajas y papeles tirados en el suelo, que él techo tenía manchas de dudosa procedencia, su único mueble era un velador de noche y para dormir tenía un colchón ya gastado y destruido que tenía solo una manta para cubrirse, y estaba seguro que mientras hablaban dos ratones pasaron atrás de él.

"La vida que siempre quise" Dijo con una sonrisa en su rostro  "¿Qué quieres?"

"Necesito saber si has estado en contacto con Eric Cartman durante estos meses"

"¿Ese gordo de mierda? ¿En qué está metido ahora?" Red parecía enojada ahora.

"Ese es el puto problema, nadie sabe dónde está"

"Yo menos, no hablo con Cartman desde..." Suspiró "Espera, creo que me envió una carta hace poco"

"¿Carta?"

"Tuve que vender mis cosas, celular, computador, PSP" Kenny entró a su casa, dejando a Red en la entrada "La renta es muy cara sin importar el lugar"

Lo cual era levemente cierto, así como era un poco mentira, la mitad de su dinero se iba en la renta, la comida, el pago de la luz... La otra mitad se iba en drogas, alcohol y una que otra prostituta.

Dejó la puerta abierta, creía que Red iba a esperar en la entrada, después de todo nadie se atrevería a pasar a lo que es casi un basurero, más con el hecho de que hay muchas sustancias desconocidas en el suelo, aún así la chica entró, siguiéndolo hasta su pieza, y aunque obviamente estaba mirando a su alrededor su rostro no mostraba ninguna expresión, no podía saber si la chica estaba incomoda o le daba igual.

"Aquí está" Dijo alzando la carta "Querido Kenny" Comenzó a leer "Hoy un oficial me dijo que era un gordo de mierda, durante las llamadas contacte a su esposa, después de hablarle ella se mató y mató a su hija, el oficial estuvo tan horrorizado que se suicido en su oficina, hubiese visto su rostro, parecía una perra-"

Kenny dejó escapar una risa leyendo, al ver el rostro serio de Red se aclaró la garganta.

"No es gracioso, lo sé" Dijo mirando de nuevo la carta y aguantando la risa. "Después me pregunta por mi hermana, me dice que si no fuera tan pobre podríamos hablar esto por llamada y me manda saludos" Dijo entregándole la carta "¿Porqué necesitas la carta? Estoy seguro que no pueden agregarle más años a su condena"

"Eric escapó" Admitió Red "Hace tres días"

"¿Otra vez?" Kenny no escondió su risa esta vez "¿Y qué importa? Volverá cuando se aburra o cuando vuelta a cometer un genocidio"

"Ese es el problema, no creo que vuelva y no creo que podamos encontrarlo de nuevo" Red parecía ahora más preocupada "Eric no escapó de la misma forma que otras veces, esta vez hizo algo mucho más horrible"

"¿Qué podría ser más horrible?"

"Hizo un trato con un demonio"

"¿Y? Yo lo he visto varias veces, es un tipo muy agradable"

"No, no entiendes, hizo un trato con un demonio externo, algo así como el demonio canadiense. No estamos seguros de cómo hizo contacto con este otro demonio" Red suspiró, parecía de verdad preocupada "Ken, ¿No te has sentido extraño estos últimos días?"

"¿Extraño?"

"Cansado, vigilado, con pesadillas constantes, con un recuerdo apareciendo una y otra vez en tu memoria" Red se acercó más a él, su rostro serio. "Con el recuerdo de la muerte estando a tu lado una y otra vez"

Bien, era verdad que el no era ajeno a la muerte, y más de una vez la tuvo en frente de él, aún así también es verdad que estos últimos días se a sentido como un constante acoso que no lo dejaba en paz.

"¿Cómo..."

"No eres el único al que le está pasando" Red suspiró, su rostro ahora mucho más triste, asustado "Cartman vendió nuestras almas, las de todos los estudiantes de su clase, a cambio de la eterna libertad"

Kenny no sabia que decir, soltó una pequeña risa, pero el rostro de Red seguía igual de serio y preocupado que antes.

"Cartman no haría eso, él no..." Lo pensó bien, en realidad sí sería algo que él haría "Gordo de mierda"

"Creemos que tenemos un plazo de treinta días antes de que todos y cada uno de nosotros muera, así que dime ahora Kenny, ¿Dónde está Cartman?"

CaídaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora