Capítulo 6. ¡Qué mujer!

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Melody abrió sus ojos pesadamente, el reloj en la mesita de noche marcaba las 8 de la mañana (aunque no lo pareciera), dio un sonoro bostezo estirando sus brazos y retiró las sábanas. Sebastian aún roncaba en la almohada al lado de Morph.

La princesa se acercó a la puerta del pequeño baño, donde prosiguió a lavarse la boca y su rostro, tomó un pequeño peine y comenzó a desenredar sus largos cabellos de ébano. Siempre era una batalla arreglar sus cabellos, cualquier persona que dijera que "una sirena siempre tiene su cabello perfecto" estaba más que ebrio, eso era una vil mentira. Melody era un completo desastre en las mañanas, su cabello parecía un nido de pájaros, sus párpados parecían haberse pegado y de vez en cuando amanecía con saliva seca en la comisura de su labio. No era exactamente una persona mañanera, pero estaba acostumbrada a levantarse temprano, por sus deberes de princesa y porque le gustaba aprovechar su día para ir al agua.

Cuando su cabello parecía estar más decente, lo ató en su usual coleta y se retiró el camisón blanco de encajes para dormir que había comprado aquel día en el puerto. Después de 5 minutos salió del baño ya estaba cambiada y lista para comenzar el día.

Sebastian y Morph ya se habían levantado y tendido la cama.

El movimiento en el barco era muy tranquilo, de hecho casi nadie estaba haciendo algo porque literalmente no había nada que hacer. Todos habían terminado sus deberes y solo quedaba llegar al siguiente puerto.

Por lo que la tripulación se limitaba a jugar cartas (u otro tipo de juegos mentales), conversar o simplemente descansar. Había pasado ya una semana desde su encuentro con el Prionace y todo estaba en calma.

Jim, Silver y B.E.N estaban conversando tranquilamente enfrente del timón.

–¡Buen día princesa!–Saludo Silver dando una ligera inclinación con su cabeza.

–¡Buen día a todos!–sonrió la chica.

–¿Dormiste bien?–pregunto el castaño, Melody asintió en respuesta.

–¡Mucho! Pero aun me da algo de pena...¿seguro que no quieres de regreso tu camarote? puedo acomodarme a la perfección en cualquier otro sitio–insistió mirando al muchacho, este solo negó con su cabeza.

–Claro que no, tú quédate con ella, no insistas más con eso porque la respuesta será un no grumete–bromeó el chico. Melody rodó sus ojos riendo.

–Seguro capitán–cruzó sus brazos en su pecho. Ambos chicos siguieron riendo un poco viéndose. Silver dio una pequeña mirada a B.E.N quien le regresó la mirada, al parecer el, Cyborg no era el único que notaba cierta cercanía entre los dos jóvenes.

Lo más irónico es que ni Jim ni la princesa parecían notar las miradas que solían echarse cuando el otro no veía. El ex pirata rio un poco e inhalo el humo de su pipa.

–Ah...el amor joven...–pensó para el mismo, tal vez Jimbo solo necesitaba un empujoncito...

–Sabes algo Jimbo, hoy parece que era un día tranquilo y los hombres ya han cumplido casi todas sus tareas, la brisa es perfecta y el navío sigue su curso. ¿Qué te parece si llevas a la princesa a dar una vuelta en uno de los botes? Tal vez puedas enseñarle a manejarlo, solo si la princesa gusta, desde luego–soltó el humo desde su nariz sin retirar su sonrisa. Melody casi da un brinco por la emoción.

–¡Oh santos cangrejos, me encantaría!–dijo tomando el brazo del capitán, Jim alzó sus cejas viendo los grandes ojos de la doncella colgada de su brazo, bateo sus largas pestañas y soltó una risa.

–Que ojos tan convincentes princesa–recordó la frase que su madre solía decirle cuando era tan solo un niño–Silver, te encargo el barco, volveremos pronto–el cyborg asintió dando otra calada a su pipa.

Un Mar de Estrellas (Jim x Melody)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora