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El suceso con Konoha fué hace días y Yukime aún seguía pensando en ello, por supuesto, en la privacidad de su mente. Sintió por primera vez temor al creer que Sasuke dudaría de ir con ellos o regresar pero grata fué la respuesta al ver que él no había dudado ni un segundo.
Claro, había conocido a los que fueron sus compañeros. Naruto y Sakura... Conformando el equipo Kakashi, así lo había descrito él. Ahora que Yukime no entrenaba con Sasuke y ya no era sujeto de prueba tenía más tiempo de sobra para pensar en todo lo que había sucedido sin embargo no dudó jamás de que ella no se convertirá en alguien que no sigue órdenes. Aún así pidió un momento con el sanin para hablar de ese tema, después de todo quien mejor para aconsejarla que su líder. Ella como subordinada no tenía a quien más recurrir aún cuando Mizuki no viera bien esa idea.
—¿Crees que Sai tomó un camino equivocado al cambiar sus ideales?— Fué la respuesta de Orochimaru al tenerla de frente.
—Por supuesto, no puede cambiar años de seguir un plan de vida para después...— Su voz terminó siendo un susurró que no acabó en nada.
—Aquellos que hacen eso son traidores sin motivación. Creí que ustedes serían iguales pero no. Tú me perteneces y sé que la traición jamás vendría de tí.
Yukime se quedó estática en el lugar donde Orochimaru la dejó. La chica apretó sus labios indispuesta a seguir preguntando sus dudas. Podía recordar las palabras de Kimimaru y su absoluta devoción hacia el sanin que terminó con su vida.
¿Ella terminaría así?
Posiblemente sí.
Así había sido su vida desde que tenía memoria y no cambiaría en absoluto.
Sasuke la había llamado muñeca sin voluntad y si se ponía a pensar un poco podía ver la diferencia entre el Uchiha y ella. Sasuke por su lado jamás había seguido alguna orden que no fuera estrictamente referente al entrenamiento. Debido a ello, Kabuto tenía diferencias con él pero no iban más allá.
Yukime por su parte no daba un paso sin permiso.
Pero si era sincera no se veía intentando ser diferente. Por supuesto que había hecho cosas sin pedir permiso, un ejemplo claro era tener empatia con Sasuke.
Y seguir teniendo a Mizuki como invocación.
Yukime no era una maestra de las serpientes como lo eran los demás con quienes vivía. Podía decir que lo poco que habló con el chico que anteriormente era un especia la había vuelto emocionalmente inestable. Dudó si las palabras del sanin eran verdaderas, no sabía si realmente confiaba en ella ciegamente. Por supuesto, hablaba de temas confidenciales aún con Yukime presente pero aún así la duda corría en su cuerpo.
