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Nueva actualización, muchas gracias a los que comentasteis el primer capítulo, espero que este también sea de vuestro agrado 💞 La próxima actualización será de Only mine, así que tardaré algo más en publicar el tercer capítulo. Sin más dilación, a leer 🥰🥰🥰

—Ken tenía un hermano cuatro años menor que él; se llamaba Shinichiro —comenzó a narrar Manjiro, quien, tras ser arrastrado por Mitsuya al interior de la vivienda, había vuelto a recostarse en el sofá de la sala de estar y mantenía la mirada fija en su regazo—. Sobrevivieron a un incendio que se originó por accidente en el edificio donde vivían y se cobró decenas de vidas, incluyendo las de sus padres. Al no tener más familiares o alguien que se comprometiera a ejercer su tutela, fueron enviados a un centro de menores. Durante años, mis tíos habían intentado concebir por todos los medios existentes, pero no habían tenido suerte. Era su deseo frustrado. Llegó un punto en que, fisiológicamente, ya eran demasiado mayores, y acabaron aceptando la idea de tenerse solo el uno al otro. Ignoro quién de los dos fue el primero en contemplar la adopción. Tuvieron que sortear algunos obstáculos debido a su edad, pero, al final, consiguieron salirse con la suya. Ken y Shinichiro ingresaron juntos en la familia, ya que a mis tíos no les pareció ético separar a dos hermanos biológicos, y, además, tenían demasiado amor reprimido como para entregárselo a una sola persona.

» Cuando los vi por primera vez, me impactó lo distintos que eran en cuanto a personalidad. Shinichiro era alegre y apasionado en todo lo que hacía, pero Ken mantenía una actitud apática incluso cuando estaban los dos a solas. Supongo que, debido a su madurez, había sido más consciente de su cruda circunstancia. Mis tíos se mostraron comprensivos desde el principio, respetando su espacio y aguardando a que se acercara a ellos por su propia iniciativa. El método resultó efectivo a largo plazo. Ken fue cediendo y empezó a buscar su compañía de forma cada vez más frecuente. Con el propósito de estrechar lazos, mis padres organizaban una escapada familiar en coche cada fin de semana. Ken utilizaba sus estudios como excusa para librarse, mientras que Shinichiro se alistaba dos días antes y aguardaba el momento con ansia. Siempre estaba dispuesto a hacer cualquier cosa que le propusieran. —Sonrió por un breve lapso, antes de que la tristeza compungiera de nuevo sus facciones—. El último viaje se torció cuando, en plena autovía, una enorme furgoneta se adentró en nuestro carril y volcó sobre nosotros. Recuerdo el estruendo que provocó el accidente, y los gritos de pánico de todos los que estuvieron involucrados. En el informe policial se dijo que el conductor estaba ebrio y que perdió el control del vehículo. Él sobrevivió, y después de dos semanas yaciendo en la cama de un hospital, fue juzgado, multado y sentenciado a quince años de prisión que acabaron reducidos a la mitad como recompensa por su docilidad y su excelente conducta. Un pequeño precio a pagar por destrozar vidas ajenas. —Mitsuya tragó saliva, bajando la mirada—. Mis padres y Shinichiro murieron en el accidente. Yo tuve demasiada suerte: solo recibí algunos cortes superficiales por las esquirlas de una ventanilla rota. Como era menor de edad y no tenía más parientes directos a excepción de mis tíos, mi custodia pasó de inmediato a sus manos.

» Como cabía esperar, la noticia destrozó a Ken, y no ayudó el hecho de que me fuera a vivir con mis tíos y ocupara el lugar que había pertenecido a su hermano. Me detestaba. Jamás lo expresó con palabras, pero me bastaba con mirarle a los ojos para darme cuenta. —Hizo una pausa y se lubricó la garganta con la saliva—. Lo sentía tan injusto por su parte… No era el único que había sufrido el dolor de la pérdida y se sentía desamparado. Tuve el deseo de gritárselo en varias ocasiones, pero no fui capaz porque, en el fondo, los dos coincidíamos en que aquel no era mi sitio. Para colmo, Shinichiro y yo éramos casi idénticos, así que le recordaba constantemente que él ya no estaba entre nosotros. No puedes imaginar cómo me hacía sentir aquello. Por eso empecé a teñirme el pelo de rubio; así, al menos, había un detalle que nos diferenciaba. Cuando toda esa tensión comenzó a disiparse y pude reunir algo de valor, fui tanteando el terreno poco a poco: le buscaba al volver del instituto, y le contaba con lujo de detalles lo que había hecho durante el día; le narraba anécdotas divertidas de las clases, y le hablaba acerca de mis anhelos e inquietudes, de lo que amaba y repudiaba, de mis intereses amorosos y de aquellas personas a las que, por un motivo u otro, no podía ver ni en fotografías. No había una sola cosa que me guardara. Esperaba que él se abriera de la misma forma, y así pudiéramos conocernos el uno al otro. Pero Ken apenas abría la boca, de modo que las conversaciones acababan convirtiéndose en monólogos. Aunque no me echaba de su lado, era obvio cuánto le fastidiaba tener que soportar a diario la verborrea de un enano ruidoso. Solía desorbitar la mirada y resoplar con fuerza. En ocasiones, incluso gruñía como un perro rabioso, pero me negaba a captar la indirecta y continuaba insistiendo. Al parecer, la terquedad es un rasgo común entre los miembros de mi familia. —Mitsuya se dejó contagiar por la pequeña sonrisa que afloró en los labios de su amigo—. Pero resultaba agotador ser el único que luchaba por mantenernos unidos, y empecé a rendirme sin darme cuenta.

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⏰ Última actualización: Apr 26, 2023 ⏰

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