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Hola a tod@s 🥰🥰 Como mi afición por esta bella pareja continúa creciendo con el paso de los días, no he podido resistirme a empezar una nueva historia. Para los que estáis esperando la actualización de Only mine, os informo de que en breve publicaré el último capítulo, y aprovecho para agradeceros una vez más el apoyo que ha recibido la historia. Espero que disfrutéis de la lectura 💞

 Espero que disfrutéis de la lectura 💞

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Keisuke Baji

Manjiro jadeaba en busca de oxígeno mientras su cuerpo era sacudido con tal vehemencia que hacía gemir los muelles del colchón que lo sostenía. Su compañero de escena, Keisuke Baji —alias Black Panther—, rezumaba experiencia por cada uno de sus poros, y sabía bien cómo dar rienda suelta a la pasión más primitiva de la humanidad y satisfacer a sus amantes en el proceso. Con las manos aferradas al cabecero de la cama, se hundía en él con rítmicos y calculados golpes de cadera, presionando sus puntos erógenos con deliciosa asiduidad. A pesar de su juventud, Manjiro Sano llevaba el tiempo suficiente en la industria del porno como para no dejarse impresionar con facilidad. No obstante, se había visto al borde del orgasmo en reiteradas ocasiones desde el inicio del rodaje. No recordaba haber tenido un compañero así de impetuoso desde su incorporación a Private Source Media, ya hacía casi seis meses. Podía entender, con una sana envidia, el motivo por el que se había convertido en uno de los activos favoritos de la empresa. Ajeno a los pensamientos enfocados en su persona, Baji apartó las manos del cabecero y sobó el cuerpo que vibraba bajo el suyo, apretando sus carnes con deseo. De improviso, sostuvo a Manjiro de la parte posterior de las rodillas y le forzó a elevar las caderas, dejando aún más expuestas sus zonas íntimas y estimulando su próstata con mayor precisión gracias al favorable ángulo de las embestidas. En respuesta, Manjiro acarició sus trabajados pectorales con la yema de los dedos, percatándose del llamativo rubor que cubría la zona debido a la extenuante actividad física. Baji se inclinó para besar y lamer sus labios, asegurándose de seguir embistiéndole con toda la potencia que residía en él.

—¿Soy el único que piensa que hay una química extraordinaria entre esos dos? —inquirió en voz baja uno de los miembros del equipo técnico, recibiendo varios asentimientos a modo de respuesta—. A veces resulta difícil saber si están o no actuando...

A esas alturas, Manjiro apenas podía respirar. El cuerpo ajeno irradiaba un calor casi tan sofocante como el de los focos de las cámaras que los grababan. Un destello de lujuria cruzó la mirada del activo. Era evidente lo ansioso que estaba por culminar. Por desgracia, tenían un horario establecido, y deberían contenerse durante al menos quince minutos más. Consciente de ello, Baji mermó la intensidad de sus embates. Ondulaba las caderas, y, a intervalos, deshacía la penetración para después volver a invadir ese angosto y divino agujero con deliberada templanza. Minutos más tarde, su boca se adhirió al torso del pasivo, perlado por una sutil capa de sudor, y plantó breves y azorados besos en toda su superficie, recolectando las pequeñas gotitas saladas con los labios. Bordeó los erguidos pezones con la punta de la lengua, presionándolos reiteradas veces, y al cabo de unos instantes los succionó con deleite. Manjiro era todo suspiros y agitaba las caderas con suavidad, motivando a su compañero a prolongar su acción.

Caminando sobre fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora