By Gissa Álvarez y Nancy BernadacPor fin había terminado su turno, con el pensamiento de que sí esa residencia no la mataba la haría definitivamente más fuerte; por lo menos ya se estaba acostumbrando a trasnochar sin andar en calidad de zombie al día siguiente. «Algún día esta vida loca te va a pasar factura...», le había dicho Adam algunas veces, pero la chica simplemente fingía no haberlo escuchado y seguía divirtiéndose.
Aquella vez ella y su grupo de amigos, entre los que se encontraba Amy, la muy peculiar diseñadora de interiores que conociera hace un tiempo, irían al Lure Nightclub; del cual se decía era el más exclusivo club nocturno de la ciudad, amén de estar de moda entre los conocedores de la buena vida nocturna. Así que Ari salió prácticamente disparada de su guardia y se llevó arrastrando a Margie, que aunque esta última no la seguía en su acelerada vida, sí volverían juntas a su apartamento, en donde la doctora Harris se prepararía para su acostumbrada juerga de fin de semana.Una vez en casa, Arizona tomó una siesta de media hora para luego meterse a la ducha y elegir después su atuendo; jeans ajustados blancos con una hermosa blusa de lentejuelas negra de cuello drapeado y escote pronunciado, con delgados tirantes, y unos pumps negros. Se había levantado el cabello en una coleta alta, dejando algunos rizos sueltos enmarcando su hermoso rostro, maquilló sus ojos con un leve delineado negro difuminado, para realzar los labios en un llamativo rojo ciruela. Estaba ansiosa por conocer ese lugar del que tanto hablaban, así que una vez que estuvo lista envió un mensaje a la chica Jones, ya que en esa ocasión pasarían por ella; y mientras llegaban se sentó a hojear una revista especializada en medicina cardiológica.
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Kenneth se encontraba recargado en el cofre de su Aston, mirando el ir y venir de las olas frente al malecón, el viento jugaba a alborotar sus hebras marrones, el cabello ya le había crecido considerablemente desde que aceptó aquel protagónico. Veía al horizonte fumando un cigarrillo mientras analizaba las últimas semanas, las cuales habían sido un tanto desgastantes, estaba dándose cuenta cuán diferente era filmar una película a preparar una obra de teatro; era relativamente más sencillo, pues si por ejemplo una toma no resultaba como el director esperaba, simplemente se repetía hasta que fuera de su total agrado, y jamás estaban los espectadores frente a ellos mientras desarrollaban su papel; el teatro en cambio, exigía dar todo de sí, tener el temple de transformarse en alguien más frente a las personas, improvisar y pretender que no sucede nada si de pronto se equivocaba en plena función. Sí, el cine no era lo que él amaba y por eso el drástico cambio le estaba costando un tanto; pero a final de cuentas ya estaba ahí y era un profesional, así que cumpliría con su contrato, aunque eso significara exposición ante los medios para promocionar el filme, entrevistas y toda esa parafernalia que a él no le era precisamente atrayente. Bufó un tanto exasperado, al menos su papel era un reto y le gustaba. Sonrió al imaginarse encarnando a Nightwing, aunque el carácter del mencionado personaje era más cercano al suyo de lo que podría esperar, él simplemente no estaba buscando volverse popular con ese tipo de cine, además no le habían ofrecido ese papel. «Definitivamente soy un nerd, a veces.» se dijo, con unasonrisa burlona asomando en su rostro.
Necesitaba volver a despejarse un poco de todo el ajetreo que le había significado tan apresurado impulso de aceptar hacer una película y la consiguiente mudanza, que aunque temporal, no dejó de ser estresante; afortunadamente en su actual ciudad él no era tan reconocido todavía, después de todo estaba en Hollywood, donde el teatro no tiene tanta relevancia como en Nueva York; al menos el común de la gente no lo ubicaba todavía ahí, así que debía aprovechar su provisional anonimato y pasar como gente normal, al menos mientras no iniciara la exposición mediática que suponía el filme en el que estaba inmerso.
—Bien Davis, veamos a donde te lleva el destino hoy —dicho eso, se subió a su descapotable saltando sobre la portezuela, apagó el cigarro en el cenicero del coche, luego arrancó con rumbo al distrito de bares y restaurantes. Si últimamente se dejaba llevar por impulsos, ¿qué más daba irse a meter a un club nocturno por esta ocasión?
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Déjame saborearte
Romance«Déjame saborearte» fue la propuesta realizada en una noche de aventuras. Dos palabras que ella decidió aceptar, pero nunca imaginó que decirle sí a aquella propuesta le traería mucha más que noches intensas en compañía de aquel desconocido que resu...