Capítulo 4

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Por Gissa Álvarez y Nancy Bernadac

Al final de la extenuante jornada, dos residentes de cardiología estaban en su departamento terminando de cenar, ambas con sendas ojeras y evidente agotamiento; pero una de ellas con una gran sonrisa en la pícara mirada que no se borraba con nada. La otra, de cabellera castaña con anteojos y con más ganas de irse a dormir una semana completa que nada, pero tremendamente curiosa de la repentina felicidad de su amiga. No es que la joven no fuese una hermosa persona muy sonriente, pero es que esa expresión en especial era muy diferente; no solamente sonreía ligera y constante, sino también con los ojos, su actitud completa indicaba emoción pura.

Margie no tenía idea de que Ari se reencontró por una gran casualidad del destino a su «galán desconocido», que ahora ya no era tan desconocido, en el hospital, ya que en el resto de sus turnos no tuvieron ocasión de volverse a cruzar, esto porque una estuvo en urgencias y la otra en medicina interna. La Dra. Sullivan tenía razón, al ser residente les tocaba todo y lo que fuera. Se encaraban cenando sin hablar, la chica de anteojos observaba atentamente y Arizona, bueno ella estaba en la luna, pensando en que había sido lindo que se hubiese cruzado una vez más en su camino.

—Ari...

La llamó su amiga, quien estuvo todo el rato esperando a que la chica se decidiera a contarle por sí misma, pero como eso no ocurría, no le quedó de otra que preguntar.

—¿Sí? —contestó la nombrada, que estaba con la barbilla recargada en su mano derecha mientras picaba con el tenedor parte de su ensalada, con los ojos fijos en la nada.

—¿Sucedió algo bueno? —cuestionó la de cabellera castaña, mirándola fijamente y llevándose un trozo de lechuga con atún a la boca.
La pregunta extrañó a su compañera, quien volvió de su viaje al espacio exterior, ¿o quizás del departamento de cierto chico de azules ojos?, para ver la expresión curiosa y divertida de la chica frente a ella. Arqueó una ceja en señal de poca comprensión a la duda de su amiga
—Ari es que... —habló con cierta timidez, ya que no sentía realmente correcto entrometerse, pero Arizona era su amiga y la quería, se preocupaba por ella y deseaba tanto que fuera la de antes, que fuera feliz realmente y no solo fingiera serlo—... Estás bastante distraída y, la verdad tienes una sonrisita boba que no puedes con ella. —Se sonrojó al decir esto, pero no por ello se limitó para burlarse un poco—. ¡Pareces haberte ido a vivir a la luna!

—¡Margie! ¿Qué cosas dices? —Alzó la mirada tratando de fingir demencia y metiéndose de improviso el tenedor a la boca, pero tan así estaba que no había alimento alguno en el cubierto.

Cuando se percató de esto último, se sonrojó y se encogió de hombros. Margaret sonrió dulcemente y esperó. Lo que Ari hizo en lugar de hablar, fue tomar un poco de agua y levantarse de su lugar, dejando bastante intrigada a la otra chica.

Un minuto después volvió con una caja de chocolates finos, de la que quedaba solamente la mitad, y un papel en la mano que sin demora mostró a la de ojos marrones.

————

—¡Corte! —gritó un sujeto desde la silla plegable que tenía el letrero de: Director, cuando la escena que filmaban fue, finalmente, de su total agrado—. Davis, excelente como siempre —halagó el caballero que era conocido por su exigencia.
Esta felicitación fue seguida por la burla de un par de compañeros del mismo, mientras que otros más solo comenzaron a cuchichear, fue obvio que no pasó desapercibida para nadie; tampoco para uno de los actores secundarios que participaban de la película, un joven de cabellos negros que levantó una ceja y apretó los dientes formando una mueca desagradable.

Aidan Krueger era el nombre del actor; había hecho audición para el papel principal siendo  elegido; hasta que los productores y director supieron que ese actor de teatro, a quien él consideraba un perfecto desconocido, pero a quien le habían ofrecido el papel desde un inicio, aceptó su propuesta dos semanas antes de iniciar con la lectura de los guiones, por lo que lo habían desechado sin más, ofreciéndole una participación que él consideró de segunda.

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