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》𝟏𝟓 𝐃𝐄 𝐎𝐂𝐓𝐔𝐁𝐑𝐄 𝐃𝐄 𝟐𝟎𝟐𝟐, 𝐌𝐎𝐍𝐓𝐄𝐂𝐀𝐑𝐋𝐎, 𝐌𝐎́𝐍𝐀𝐂𝐎
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𝐋𝐨𝐬 𝐠𝐫𝐢𝐭𝐨𝐬 𝐫𝐞𝐬𝐨𝐧𝐚𝐛𝐚𝐧 𝐩𝐨𝐫 𝐭𝐨𝐝𝐨 𝐞𝐥 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐝𝐢𝐨. 𝐋𝐚𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐬 𝐦𝐨𝐯𝐢́𝐚𝐧 sus manos al ritmo de la música e incluso gritaban. Y aunque sabía que estaban presentes y la energía y la euforia que transmitían recorrían cada parte de mí cuerpo, no los percibía cerca de mí. Los sentía lejos, a muchos metros del tapiz donde me movía una y otra vez al ritmo de la música mientras ejecutaba el programa corto que había practicado durante dos meses enteros en Sídney para esa clasificación mundial.
Me había costado sudor y lágrimas volver a presentarme a una competición, tener la valentía de dar el paso y afrontar todas las dudas que habían ido surgiendo en mi interior a lo largo del 2021 y parte del 2022 en lo que a mis habilidades y mi cuerpo se refería. Los Juegos Olímpicos me habían quemado mucho, por no decir que, física y mentalmente, me habían dejado en la mierda. Había necesitado tiempo para recomponerme y estar de nuevo en forma, había necesitado tiempo para mí y para mi mente. Pero estaba lista para el regreso.
Inspiré profundamente y me centré.
Observé con detención el borde del tapiz frente a mis ojos, ese en el que estaba marcada la raya que limitaba la zona de penalización con la de puntos y retrocedí. Mi cuerpo se giró hacia un lado con gracia para alejarse de dicho límite, mi rostro mostrando una sonrisa genuina a la par que mi brazo izquierdo lanzaba el mango de la cinta al aire. Giré sobre la punta de mis pies. Una, dos, tres y cuatro veces. Agarré el mango sin problema tras un par de segundos a la perfección. Después ejecuté una pirueta. Me impulsé hacia atrás usando, una vez más, la punta de mis pies como base. Y roté. Hice la rotación que tantas veces había repetido a lo largo de mi carrera deportiva para mover la cinta alrededor de mi cuerpo con el fin de ejecutar la pirueta final y dar por terminado mi ejercicio cuando, de pronto, sentí un ligero crack en el tobillo.
El ruido hueco, pese al volumen y los gritos de los aficionados del estadio, llegó a mis oídos como un resorte. Puros relámpagos de dolor recorrieron cada parte de mi cuerpo minuciosamente, pasando por la pierna y terminando en la punta de los dedos de las manos. Noté una corriente de dolor profunda y chispeante en mis músculos, y supe que se había roto.
Mi tobillo se había roto.
Me contraje en una mueca tanto de sorpresa como de terror que no pude disimular en absoluto, y entonces...
Un chasquido.
Capté un chasquido frente a mis ojos y una mano que me sacó del estupor en el que me había sumido en medio de la caminata que estábamos teniendo mis amigas y yo de vuelta al hotel.
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WILD LOVE ; arthur leclerc
FanfictionA Selene siempre le habían dicho que ganar lo era todo, y esa era su filosofía. Ganar, lo era todo. Por eso, cuando termina lesionada y fuera de la competición nacional de gimnasia rítmica, pierde todos los estribos de su vida. Un viaje a Mónaco har...