La ciudad estaba demasiado transitada como de costumbre para una tan grande y con esa cantidad de habitantes. Erik llegó por la zona sur, lugares que conocía bastante bien pues el club y todas las instalaciones de rutina estaban por ahí.
Estacionó la camioneta en una vereda y comenzó a registrarla, esta vez buscando algo de dinero y documentos que le permitieran sacar algo más de información. En la guantera solo estaban las identificaciones del chofer. Las almacenó para investigar su nombre posteriormente. Unos cigarros, papeles del propio auto y una credencial de un instituto farmacéutico.
Siguió registrando y encontró algunos billetes entre el respaldo, ese dinero le servía muy bien pero necesitaba usarlo sabiamente.
En los asientos traseros encontró, para su sorpresa, un conjunto de armas que adicionó con las que ya se había robado. Se sentía bien el tener ese poder de defensa pero conocía el riesgo. Aunque siendo tan buscado como lo era en esos momentos ya no había nada más que temer así que decidió jugar todas sus piezas.
También había un par de chalecos antibalas y algunas drogas en proporciones menores. Algunos documentos con información que en ese momento no conocía pero que era importante conservar si quería saber quién le había hecho eso.
Tomó rumbo a la zona centro de la ciudad donde era famoso por tener hoteles de paso económicos. Su jugada era ir y descansar un poco del martirio vivido, seleccionó estos lugares porque era menos probable que alguien le reconociera, eran sitios que solo pedían el pago y no otro tipo de documentación así que sería fácil poder entrar.
La camioneta estaba casi con el tanque lleno lo cual agradeció a sus captores. Aún así mientras pudiera conseguir más dinero tenía que saber administrar muy bien todo.
Se estacionó en el primer hotel que encontró al llegar a esa zona, la camioneta era muy lujosa así que llamaba la atención. Por eso de inmediato buscó que el estacionamiento fuera oculto. Afortunadamente los hoteles de esa zona sabían guardar discreción y los estacionamientos eran parte de esto.
—Buenas noches, quiero una habitación por favor. —Se colocó la gorra que encontró en la camioneta y trató de agilizar todo.
—¿Viene usted solo? —Preguntó una señorita bastante cómoda y sin muchas ganas de ser amable o atenta con la clientela.
—No señorita, mi acompañante llegará pronto así que me gustaría ir a prepararme.
—Entiendo señor. —Masticaba un chicle bastante fuerte y con la boca abierta. —Le aviso que la persona extra después de dos vale $150 más.
—No se preocupe, solo seremos dos.
Después de tan inesperado cuestionario por parte de la recepcionista, Erik logró hacerse con una habitación en el piso dos. Su cuarto era el 204 y este daba justo a la avenida principal de aquel sector.
Entró y de inmediato se fijó por todos lados que no hubiera nada inusual. Encendió la luz, fue a la ventana y pudo verificar que la calle estaba tranquila, no había nada inusual que le causara perturbación. Cerró las cortinas para quedar en total obscuridad y se dirigió al baño.
Se quitó la ropa con mucha desesperación, como si intentara deshacerse de algo que llevas encarnado. Hasta ese momento es que se pudo liberar y desahogarse de tan pesada tragedia. Se asomó al espejo que colgaba en el baño y se encontró con su rostro sucio, cansado, desesperado y con muchos rastros de la violencia que vivió. Se agachó al lavabo para derramar algunas lágrimas y exclamar su dolor pujando y apretándolo con todas sus fuerzas.
Levantó la cara y sacó fuerzas de su interior pues sabía que el resto de esa travesía no había terminado. Abrió la regadera y al sentirla en una temperatura agradable se metió para enjuagarse, limpiarse y deleitar su cuerpo con este vital líquido.
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Juego secreto
General Fiction¿Qué pasaría si despertaras sin saber qué ocurrió la noche anterior? Vive la historia de Erik, un futbolista que se ve envuelto en una situación no deseada que pondrá su vida en riesgo.